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lunes, 15 de junio de 2020

Bulevar



En un rótulo de la esquina superior izquierda de la portada de Bulevar (1980) leemos que el tercer elepé de Burning contiene "temas originales de la película Navajeros", la famosa producción del mismo año dirigida por Eloy de la Iglesia. Si el grupo madrileño ya había incluido una de sus canciones más emblemáticas en el film de Fernando Colomo ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?, que a su vez formaría parte del magistral El fin de la década, Risi, Martín y compañía iban a ser ahora banda sonora preferente de un largometraje. En su conjunto el álbum está por debajo de los dos primeros, tanto por el nivel de las composiciones como por el sonido nuevaolero, pero contiene uno de sus temas definitivos, No es extraño que tú estés loca por mí, a situar a la altura de Madrid, Jim Dinamita, Mueve tus caderas, Las chicas del drugstore, Y no lo sabrás, Una noche si ti, De vicio o la mencionada ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste? en la cima creativa de los de La Elipa.


Es especial, la versión castellanizada del Give Him A Great Big Kiss de las Shangri-Las que hacían los New York Dolls y Johnny Thunders, y Tú eres mi amor son los dos vibrantes cortes que inician la función. Ja, ja, ja es una canción menor en el catálogo de los autores de Cuchillo, muy deudora del ambiente de la Movida, pero uno no puede evitar sentir debilidad por el teclado de Johnny Cifuentes, la guitarra de Pepe Risi y la lírica absurda de la que nacen versos como "Dicen que hay un muro en Berlín / y nadie quiere irlo a destruir" o "En Ventas hay un solo refrán / no te lo tragues nunca si no te dan pan". Cantada por Risi, Es decisión eleva la categoría gracias a una pieza excelente que bascula entre el pop melancólico y el boogie-woogie sin despeinarse. Quiero ser un robot es —directamente— la peor canción que pasea por este Bulevar, aunque No es extraño que tú estés loca por mí lo remedia de inmediato. Joya de la corona, hablamos de una composición perfecta y emotiva desde la introducción de Cifuentes y Toño Martín hasta el saxo de Miguel Slingluff, pasando por la base rítmica de Lito y Manolo Fernández, el solo de Risi, el magnífico estribillo y un magnetismo falocrático que hoy en día sería inimaginable o carne de la corrección política. Rock de sabor country, el de Baila mientras puedas enlaza con el de Es especial y Tú eres mi amor aunque su calidad sea bastante menor.


Dos baladas clausuran el disco, Día de lluvia y Escríbelo con sangre, superior la segunda gracias al golpe de acelerador que sufre en su tramo final, si bien las tiene Burning más logradas. Protagonista de Navajeros, la vida de El Jaro convertida en notas y palabras de crúor de delincuencia pone punto final a un buen trabajo que peca de irregular aunque sea incapaz de anticipar el desastre de Atrapado en el amor, cuarto, siguiente y peor elepé de la banda y despedida de su cantante, Toño Martín. No es extraño, pues, que no estemos locos por la totalidad de Bulevar pero sí por alguna de sus partes.

jueves, 12 de marzo de 2020

Noches de rock & roll


Mejorar un despropósito como Atrapado en el amor —último disco de Burning con Toño Martín al frente y patético intento de modernizar su sonido que solo funciona relativamente en el apartado baladístico— no era difícil, ya que empeorarlo parecía imposible. Noches de rock & roll (1984) efectúa, empezando por su título, una toma de posición que se contrapone al anterior álbum del grupo madrileño. Donde había sintetizadores cutres y canciones pachangueras, hallamos guitarras, buenas composiciones y rock and roll, una banda volviendo a lo que es, más allá de producciones o coyunturas. El quinto elepé de Burning no es Madrid o El fin de la década, pero contiene varios clásicos inmarcesibles del rock español y mantiene —a pesar de haber perdido a su cantante— un nivel digno de los autores de Qué hace una chica como tú en un sitio como éste.

Esto es un atraco e Y no lo sabrás, con el protagonismo del saxo de Miguel Slingluff, son dos de dichos clásicos, gozosos rocanroles en los que —respectivamente— Johnny Cifuentes cuenta una historia que le sucedió a su mujer y Pepe Risi aprovecha para criticar a Martín por haber abandonado la nave y dedicarse a la vida familiar. El lado cañero del trabajo lo completan Cristina, con los de La Elipa adaptándose a los tiempos y moviéndose entre Billy Idol y los Cars; Nena, aproximación indisimulada a las maneras de Iggy Pop y James Williamson; y Tú de azul y yo no, una especie de Cristina más (synth) pop.

Pero son quizá las baladas donde estas Noches de rock & roll triunfan. Y entre las baladas una de esas canciones inolvidables, marcadas a fuego en el ADN de muchos: Una noche sin ti. Los recuerdos, la nostalgia, la noche, los viejos blues, los Stones y Eric Burdon en una letra y una melodía soberbias, las de cuatro minutos perfectos. No queda lejos en calidad y sentimientos, de todos modos, Corazón solitario, en la que destaca el teclado de Cifuentes, y sí es inferior, aunque notable, El sueño de tu sonrisa. Funk, samba y techno se alían en el peor tema del álbum, Johnny el seco, poco que decir sobre él, si acaso que mejor si hubiera quedado fuera del plástico y que lo nombramos para completar las nuevas piezas que hacen posible una muy buena colección de la más mítica banda patria de rock and roll… y de sus noches.



miércoles, 26 de febrero de 2020

Madrid


Los Stones, Chuck Berry, Lou Reed y los New York Dolls vestidos de macarras madrileños que adaptan al castellano su bienamado rock and roll. Sí, pero también pasión, talento y la personalidad moldeada por la chulería de barrio. Burning y Madrid (1978) son asignatura obligatoria si de música del diablo hablamos, debut esencial de una banda que se vale de un lenguaje sonoro universal para describir sus andares juveniles por la capital de un reino en plena transición democrática (¿democrática?).

Es su ciudad la que abre y da título al conjunto, proponiendo sin engaños las coordenadas estéticas a seguir. Las teclas de Johnny Cifuentes, herederas de la tradición Johnson/Leake, la guitarra a lo Berry/Richards/Thunders de Pepe Risi, la voz barriobajera cantando sin complejos letras procaces (hoy serían consideradas machistas) de Toño Martín y la base rítmica de Teto y Quique Pérez establecen en Madrid lo que Rock'n roll mama, Hey nena, Miéntelas y Jim Dinamita, estas dos últimas joyas de la corona para mi gusto, van a desarrollar de manera inconfundible. El mejor rock hecho en España se apropia sin prejuicios de los modelos anglosajones, pero lo que podría ser mera copia u homenaje vacuo cobra voz propia, genuina curtida en su entorno chungo y marginal con momentos interpretativos realmente logrados. Además de las cincos canciones mentadas, una balada llamada Lujuria que sube enteros cuando el maestro Pedro Iturralde toca su saxo, siguiendo instrucciones de la banda, como un buque que entra en el puerto de Nueva York rodeado por la niebla; y los once minutos finales de Sin tiempo para vivir, suite cantada cuyas raíces hay que buscarlas en el Reed de Berlin, Coney Island Baby y Rock N Roll Animal o allí donde la Velvet menos esquizofrénica se acerca al soul, aunque no habría que desdeñar cierto prurito progresivo.


Rockers altaneros, tipos duros del extrarradio (físico y mental), los cinco miembros de Burning nos miran amenazantes desde el otro lado del objetivo (y de la vida) que les retrata en una portada icónica cuya agresividad avisa del contenido musical de un elepé, Madrid, que junto con su continuación, El fin de la década, conforma las características básicas de un quinteto que, cambios de formación mediante, grabará muy buenos discos durante toda su carrera (Noches de rock & roll, No mires atrás, Pura sangre), si bien lo logrado en sus dos primeros trabajos a finales de los setenta permanece en otro nivel. Ya lo decía Jim Dinamita:

"Tú no sabes quién soy
pero has oído mi nombre 
que suena en todas partes
como un huracán". 

miércoles, 16 de octubre de 2013

El fin de la década


Asumiendo sus influencias sin complejos y dándoles marchamo propio al regurgitarlas desde Madrid y en castellano, Burning se convirtió en referente para cualquiera que en este país se quisiera dedicar al rock and roll y cantarlo en la lengua de Leopoldo Alas… Podría ser ésta una manera de comenzar la entrada —¿acaso he dicho algo falso?—, pero, ¡coño!, que hablamos del grupo más influyente, y probablemente mejor, que en España hemos conocido. Hablamos de Pepe Risi, de Toño Martín, de Johnny Cifuentes… de los maestros patrios si de música del diablo se trata, de la banda sonora de nuestras vidas, que diría Ebbot Lundberg. Dejémonos, pues, arrastrar por la pasión sin perder la necesaria guía de la razón, que ya empieza a sonar El fin de la década (1979), segundo e imprescindible elepé de la banda de La Elipa.

¿Qué mejor que demostrar que has aprendido bien las enseñanzas de Chuck Berry para comenzar un disco? Pues eso, Mueve tus caderas a ritmo negroide en clave de Burning y tendrás un clásico indeleble del rock en castellano. Qué hace una chica como tú en un sitio como éste, más que eso, es un clásico del cancionero popular español, la canción del quinteto por antonomasia; escrita para la película homónima de Fernando Colomo, su hipnótica cadencia y hermosísima melodía llevan aires evidentes del Lou Reed de Coney Island Baby. Un poquito nada más es un tema ligero en el que reggae y rock and roll conviven a la manera stone de Black And Blue. Bajo los focos es un medio tiempo de buenos riffs y punteos de Risi, aunque tenga cierto regusto progresivo de la época un tanto desfasado. Puedes sentirlo recupera el sentido primigenio de Mueve tus caderas, pero acercándose —dentro de un orden— al hard rock en su sonido. Menos duro, Seducción es otro corte rápido, rock and roll vacilón y marchoso de dos minutos. En la espléndida Las chicas del drugstore vuelven a surgir Lou Reed y su Coney Island Baby para servir de base musical a una de las mejores interpretaciones vocales de Toño Martín, que arrastra las sílabas para cantarnos la fascinante letra —que abren estos inolvidables versos: "Hoy cuando desperté encontré en la mesilla / un número de teléfono en unas cerillas"— de una canción en la que todos los miembros de la banda brillan instrumentalmente. Lo que el tiempo no borró es una triste y bella balada cuyo crescendo culmina Risi con un excepcional trabajo a las seis cuerdas. Sin abandonar el terreno de la canción lenta y sentimental, Balada para una viuda se encarga de poner fin a uno de los álbumes más importantes del rock español, para algunos el mejor. Junto a su debut, Madrid —que podemos observar en la portada junto a Led Zeppelin II y otros objetos—, díptico esencial (tríptico si llegamos hasta Bulevar) que no debe faltar en discoteca alguna. ¡Que hablamos de Burning, oigan!

miércoles, 1 de junio de 2011

No mires atrás

El último disco que Pepe Risi publicó con Burning aún con vida, No mires atrás (1993), demuestra que el homenaje que les había hecho todo hijo de vecino en En directo no se les subió a la cabeza a Risi y a Johnny Cifuentes, aunque bien lo tenía merecido el mejor (o uno de los mejores) grupo de rock and roll que ha dado España. Ellos dos siguieron a lo suyo, componiendo y grabando material de tanta calidad como el que hoy traemos a Ragged Glory.

Con más de un tercio del disco ocupado por las baladas, Burning conseguía con No mires atrás un álbum muy notable que miraba con dignidad a su legado, aunque el propio título reivindicaba el presente del grupo evitando comparaciones tontas más que odiosas. De hecho, De vicio, el primer tema, es para mí una de las mejores canciones de toda su carrera, con ese fantástico riff que comparten guitarra y saxofón y que nos lleva al Chuck Berry de los setenta sin intermediarios. Perdiendo tu corazón, Weekend, Estrella de la noche, Coge la onda, Sigue a tu vida y la espléndida revisión hard de Las chicas del drugstore completan el lado salvaje del disco. El resto, cinco baladas entre las que brillan (y mucho) No mires atrás y Todo por nada, y un corte que les acerca al reggae y la pachanga, Jamás te arepentirás, que muestra la peor y más insufrible cara de Burning (que ya había mostrado en grabaciones anteriores, no era nueva). Un desliz lo tiene cualquiera, relativicemos, y, de todos modos, no invalida un trabajo cuando el resto de sus partes es de probada solidez.

Cuatro años después, en 1997, Risi moriría sin ver editado Sin miedo a perder, ésta sí su despedida de la banda madrileña. Recordémosle sin nostalgia, tan cercana muchas veces a la condescendencia, por sus canciones y disfrutemos de un músico que nunca perdió el norte ni la chulería y de un grupo que, incluso sin él, sigue en pleno siglo XXI al pie del cañón pareciendo hacer suyo el lema del disco, No mires atrás.