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jueves, 23 de junio de 2011

Trout Mask Replica

Quizá a primera vista pueda parecer un impromptu en veintiocho actos facturado por un grupo de friquis (ésos que dan grima en la contraportada), pero nada más alejado de la realidad. Este monumento a la atonalidad rock fue minuciosamente ensayado —siguiendo las instrucciones más que las partituras de Don Van Vliet— durante varios meses antes de que en un solo día fueran registradas las veintiocho piezas ideadas por Captain Beefheart. Ya lo decíamos al hablar de su debut, Safe As Milk: es harto complicado que nuestras palabras sirvan para que el oyente que se acerque por primera vez a Trout Mask Replica (1969) se haga una idea de lo que ahí se va a encontrar. Traducir al castellano, en nuestro caso, la visión que de blues, rock y free jazz da Van Vliet en su obra cumbre es absolutamente imposible. ¿Que ha influido en Tom Waits? Sí, y mucho. Pero la música de Waits (es decir, la música de Waits a partir del esencial Swordfishtrombones) no es ni la décima parte de radical que la del Capitán. ¿Que Trout Mask Replica es una grabación tan extrema como, por ejemplo, Cluster 71 o Tago Mago? También, pero no hay signo alguno en su musica de querer romper con sus raíces afroamericanas. En el fondo, Beefheart sigue tocando blues, a pesar de hacerlo añicos y devolver los fragmentos en un orden irreconocible. Quizá ésa sea la diferencia esencial con la vanguardia alemana, aunque el inconformismo artístico, la visión tajantemente subjetiva y la ausencia de concesiones les pueda emparejar.

Producido por Franz Zappa, que ese mismo año publica Hot Rats (otro disco extraordinario en el que también colabora Beefheart), Trout Mask Replica es, en primera y última instancia, lo que muchos artistas persiguen (otros no, dicho esto sin menosprecio) y pocos consiguen: una obra única que, fagocitando su entorno y sus precedentes, los escupe sin desprecio pero bajo un nuevo prisma que servirá de guía libertaria y espiritual —nunca norma de aprendizaje técnico— para el creador rebelde del futuro. Estrictamente alejada de la improvisación, como ya se ha informado, la disonancia es aquí contraria a la aleatoriedad o al automatismo y recoge el mundo armónico de Beefhart; un mundo que habita entre el delta del Misisipi, la British Invasion, el sistema dodecafónico y la vanguardia jazz de los años sesenta, aunque ninguno de los cuatro le dicte los pasos a seguir. Pequeñas fanfarrias, soliloquios, garage y funk pervertidos: canciones que parecen a punto de romperse, pero que no lo hacen; que tienen su consistencia y su peculiaridad —precisamente— en una inconsistencia que no deja de anunciarse sin llegar a materializarse. Un doble elepé de casi ochenta minutos que no lo pone fácil, al que hay que ir porque él no viene al oyente, y que necesita de la implicación del mismo para reconstruir en su cabeza —de su inteligencia y su bagaje depende el resultado final, siempre mutante y provisional— lo que los músicos deconstruyen fuera.

Al borde del abismo con la cabeza bien alta, Trout Mask Replica nos habla del disidente que se aferra a la tradición, aun a sabiendas de que ésta probablemente no le quiera. Nos habla también de la tradición hecha pedazos —difícil ver paradojas a esas alturas del siglo XX—, del rock and roll sin zapatos de gamuza azul. Que nadie piense en madurez o pamplinas similares (¿es más maduro Bird que Duke Ellington?: sólo formular la pregunta causa vergüenza ajena), sino en un creador que busca su camino y no sigue el que ya está marcado —las cosas suelen ser más sencillas de lo que parecen—, aunque haya que tener una sensibilidad y un talento (y un valor) para encontrarlo como los que muestra Don Van Vliet, transgresor por antonomasia de los códigos de la música de Chuck Berry, incluso siendo ésta la que practica el enfant terrible del rock and roll en Trout Mask Replica.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Safe As Milk

Época crucial en la historia del rock, la que va de 1965 a 1973 deja ya dicho mucho de lo que se reiterará en el futuro. Los artistas que más venden son igual de experimentales que los más underground. Es momento de hallazgos esenciales, de libertad creativa, de expansión.

Don Van Vliet (nacido sin el "Van") graba sus dos primeros y fundamentales álbumes en este entorno, lo cual no resta un ápice a su genialidad, pero, al igual que en el caso de su colega Frank Zappa, ayuda a comprenderla. Bajo el nombre de Captain Beefheart & his Magic Band, Van Vliet publica en 1967 Safe As Milk, donde el blues, el free jazz y el folk son referentes pero no aclaran el discurso ligeramente atonal y sincopado de la música al que hay que sumar, como las Mothers of Invention del mentado Zappa, elementos paródicos y surrealistas. O por decirlo de otra manera: la música del capitán Beefheart es muy difícil de explicar, si ya de por sí resulta arduo para la literatura trasmitir sensaciones de lenguajes artísticos diferentes. Es ahí donde reside el mérito y la originalidad de este disco. Baste con decir que su influencia alcanza tanto al garage rock de los Cynics, al rock sinfónico/progresivo de King Crimson como al peculiar universo de Tom Waits (y no sólo por la voz gutural, evidentemente).

La slide guitar que abre el disco (Sure 'Nuff 'N Yes I Do) nos introduce en el pantanoso mundo del blues eléctrico y urbano. Zig Zag Wandererer y Call On Me son vibrantes temas en los que pop y garage se dan la mano. I'm Glad es doo-wop bastante ortodoxo. El theremin, ese instrumento que se toca sin tocarlo, suena en Electricity, en mi opinión el mejor tema del álbum. La segunda mitad del disco sigue las pautas marcadas en la primera sin que nivel o intensidad disminuyan. La base rítmica apoya a la perfección a las guitarras de Alex St. Clair Snouffer y Ry Cooder (que a la sazón colabora en el debut de Taj Mahal, quien a su vez toca la percusión en un tema de Safe As Milk), y son todas colchón de un Don Van Vliet que parece surgido de lo más negro del delta del Misisipi.

El discurso de Van Vliet se radicalizaría con su tercer trabajo, Trout Mask Replica, tan extremo como lo puedan ser obras de Karlheinz Stockhausen o Luciano Berio. Sus hallazgos y su belleza, sin embargo, no pueden hacer olvidar Safe As Milk, uno de los debuts más logrados y originales de los que ha conocido el rock and roll.