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jueves, 21 de diciembre de 2023

The Hoople

Si bien Overend Watts y Buffin mantendrán vivo el grupo con el nombre recortado tras el adiós del insustituible Ian Hunter, el último disco de Mott The Hoople es a todas luces este The Hoople de 1974 que hoy rescatamos. Se suman en él a los tres músicos citados Ariel Bender (en sustitución de Mick Ralphs, ya en Bad Company) y Morgan Fisher para conformar un quinteto espléndido a la hora de dar forma sonora a las canciones de Hunter y no dejarse amilanar por los anteriores y magistrales All The Young Dudes y Mott.

La felicidad inicial, cercana a una celebración góspel, de The Golden Age Of Rock And Roll debe mucho a los saxos y los coros invitados. No se van los saxos de Marionette, curioso, potente e incómodo tema en el que también hay un chelo. Alice coquetea con el music hall en una hermosa canción en la que los teclados de Hunter y Fisher mandan sin disimulo. Como puro contraste, Crash Street Kids se pasa al rock cuasi hard poniendo el disco patas arriba y dejando que Bender luzca su guitarra solista en los compases finales. La única composición de Overend Watts, o la única que no es de Hunter, es Born Late '58, glam rock de riff y modales clásicos. Trudi's Song es la balada que no puede faltar, que se desarrolla sin mácula en clave country y tono crepuscular y que tiene esos ecos de Bob Dylan que el líder de la banda nunca deja de explicitar. Pearl 'N' Roy (England) recupera los tres saxos del principio y el carácter lúdico de The Golden Age… Grandilocuente y excesiva, la segunda balada del elepé se llama Through The Looking Glass y no alcanza el nivel, aun jugando en la misma línea épica, de Hymn For The Dudes, en Mott, o incluso de una cara B como Rest In Peace.

En diciembre de 1973, Roll Away The Stone había sido single de éxito, y es elegido, a su vez, para cerrar The Hoople con el añadido de los punteos de Bender y algún coro de Lynsey de Paul que no le hacen perder su brío y frescura glam. Despedida de un disco quizá inferior a sus dos antecesores pero muy notable en su conjunto y digno del grupo que aquí concluía una carrera imprescindible. Por mucho que algunos aficionados todavía no tengan sus álbumes junto a los de T. Rex, los Faces o los New York Dolls.


 

miércoles, 17 de noviembre de 2021

Mott

Sin David Bowie produciendo ni regalando composiciones, Mott The Hoople mantenía las coordenadas y el nivel del magistral All The Young Dudes gracias al no menos soberbio Mott (1973). Y es que el elepé abre a lo grande mediante All The Way From Memphis, uno de los himnos definitivos del grupo inglés cuyos patrones rocanroleros lucen vestimentas glam y hard y el apoyo del saxo invitado de Andy Mackay. Partiendo de un riff que recuerda al de Ready For Love, la musicalidad de Whizz Kid debe lo mismo (si no más) al piano de Ian Hunter y al sintetizador de Morgan Fisher que a la guitarra de Mick Ralphs. Cuesta imaginar un disco de Mott The Hoople (o de Hunter en solitario) sin baladas, así que Hymn For The Dudes viene a corroborar nuestra afirmación. Para afirmar que la canción recuerda al autor de Hunky Dory no hace falta sino escucharla, aunque suene a Hoople por los cuatro costados, pero no viene mal constatar que los coros femeninos que la adornan están realizados por las Thunderthighs, tres mujeres que ya habían participado en Transformer, el álbum de Lou Reed producido por Bowie y Mick Ronson. Breve y festiva, Honaloochie Boogie cuenta por segunda vez con Mackay y su saxo tenor. Otro típico riff de la guitarra de Ralphs da comienzo a Violence, corte cercano al hard rock en el que destaca el "violín demencial", así lo aseguran los créditos con buen criterio, de Graham Preskett. Rock and roll de interludio psicodélico, el de Drivin' Sister carbura de fábula. Solo por su título podemos adivinar que Ballad Of Mott The Hoople es la segunda balada de la función, si bien bastante menos épica que Hymn For The Dudes, debido a su música y a una letra que incluye versos como "El rock and roll es un juego de perdedores". Cede Ian Hunter a Mick Ralphs las labores vocales y compositivas en la conjunción de I'm A Cadillac y El Camino Dolo Roso, rock muy de la época el primero, corte instrumental el segundo protagonizado brillantemente por las guitarras eléctrica y acústica de quien va abandonar la banda para fundar Bad Company. Cambia nuestro hombre la guitarra por la mandolina en la emocionante despedida que supone I Wish I Was Your Mother, donde la influencia de Bob Dylan sobre Hunter (inflexiones de la voz y cadencia en concreto) se hace patente, al igual que antes y después en su carrera. Noveno y último tema de un elepé espléndido de una banda que todavía, y ya sin Ralphs, grabará otro disco totalmente recomendable, The Hoople. Quien no la conozca (y no será porque aquí no hemos hablado de ella) que se ponga a hacer los deberes inmediatamente o su entendimiento del rock será limitado.


 

miércoles, 19 de mayo de 2021

Drive On

La marcha de Ian Hunter y Mick Ronson (que había reemplazado brevemente a Ariel Bender) no impidió que Pete Overend Watts, Dale "Buffin" Griffin y Morgan Fisher continuaran adelante con Mott The Hoople, aunque acortando el nombre y dejándolo solo en Mott. Nigel Benjamin y Ray Major serán los encargados de ocupar el lugar de Hunter y Ronson, igual que Watts pasa ser el compositor de la banda sustituyendo al primero. El resultado anida más en el elepé previo a Drive On (1975) o en el debut en solitario del autor de All American Alien Boy ese mismo año, por acotar en el tiempo, pues sin negar que el primero de los dos discos de Mott sea un buen trabajo, la comparación con Ian Hunter o The Hoople evidencia dónde estaba el talento verdadero y perentorio en un grupo que nunca ha ocupado el lugar merecido en la historia del rock. Dicho esto, e incluso contradiciendo el título del plástico para afirmar que era muy discutible que hubiera que seguir adelante, hay en él rocanroles de los que disfrutar (By Tonight, Monte Carlo, She Does It, Stiff Upper Lip, It Takes One To Know One, cortesía de Buffin) y que hacen que el conjunto merezca la pena, a pesar de algún momento irritante como The Great White Wail (imaginen un remedo cutre de Rush) o de baladas menores como I'll Tell You Something o Here We Are. Es decir, que si alguien escucha Drive On esperando un Brain Capers o un All The Young Dudes se llevará una decepción; si no es así, seguramente pasará un buen rato, especialmente con su primera mitad.

miércoles, 21 de abril de 2021

All The Young Dudes

La producción, el saxo y los coros de David Bowie; el tema que regala al grupo y que va a titular el álbum (un All The Young Dudes que la banda acepta… ¡tras rechazar Sufragette City!); la versión de Sweet Jane que inicia la función; el material propio (Momma's Little Jewell, Sucker, Jerkin' Crocus, One Of The Boys, el Ready For Love que Mick Ralphs se llevará a Bad Company, etc.). Todas estas razones hacen de All The Young Dudes (1972) la obra maestra de Mott The Hoople, pero no serían suficientes sin la interpretación de un quinteto, el inglés, que en los años setenta —historia repetida en el mundo del rock— alcanza su cenit mientras camina a su destrucción. Y no serían suficientes, digo, porque sin Bowie y con otras canciones los creadores de Mad Shadows graban, un año antes y otro después, Brain Capers y Mott, dos trabajos espléndidos que demuestran que lo suyo no es flor de un día ni su talento necesita de agentes externos para refulgir. Ian Hunter, Mick Ralphs, Overend Watts, Buffin, Verden Allen e invitados como el autor de Ziggy Stardust (que ve la luz durante las sesiones de Dudes), Mick Ronson o Ariel Bender (en breve miembro estable) ejecutan sobresalientemente la música del diablo, con los calificativos de glam y hard al acecho pero con el sustantivo rocanrol como suficiente e incluso más preciso. Quizá el mejor elogio que se pueda hacer de All The Young Dudes es que en un año en el que se publican algunos de los mejores elepés que haya dado el rock (el mencionado de David Bowie, School's Out, Exile On Main St., Neu!, Machine Head, #1 Record, Talking Book, Ege Bamyasi o Roxy Music), el de Mott The Hoople resulta igual de convincente y redondo.


 

miércoles, 19 de febrero de 2020

Roll Away The Stone


Publicado a finales de 1973, cuando Mick Ralphs ya grababa el debut de Bad Company, Roll Away Stone fue el single más exitoso de Mott The Hoople en Gran Bretaña y el adiós de Ralphs a una banda de la que también desertaría Ian Hunter un año después tras la publicación de The Hoople y una gira de conciertos en la que los teloneros fueron, entre otros, unos Queen primerizos. Glam rock muy pegadizo, himno para corear una y otra vez, el de Roll Away The Stone llevaba en su cara B un blues lo-fi y deliciosamente macarra llamado Where Do You All Come From, que ejercía de radical contraste a lo que había en el otro lado del vinilo a 45 revoluciones por minuto y demostraba que los autores de Mad Shadows nadaban cómodamente, además de en las del rock and roll, en las aguas pantanosas de John Lee Hooker, Elmore  James, Muddy Waters y compañía. Una pequeña delicatessen de un grupo sobresaliente.