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jueves, 4 de septiembre de 2014

Los mecanismos del miedo


Tras dos filmes de género tan poco habituales en España como Tesis (1996) y Abre los ojos (1997), Alejandro Amenábar presentaba en 2001 su primera producción de (evidente) vocación internacional, Los otros, película que explotaba con buena mano los lugares comunes del cine clásico de terror. Deudora argumental de Suspense (1961), la obra maestra de Jack Clayton, a su vez basada en la mítica novela de Henry James, Otra vuelta de tuerca (1898), la película de Amenábar aglutina una serie de elementos en una curiosa mezcla que va desde la literatura gótica de Bram Stoker y Mary W. Shelley hasta los claroscuros de Rembrandt, pasando por las innumerables referencias cinematográficas: Spielberg, Hitchcock, Kubrick , Terence Fisher o Víctor Erice. Con este conglomerado entre las manos —y un presupuesto alto que manejar, óbice (o no) indisociable—, Amenábar hace todo lo posible para reflejar la equidistancia, ética y estética, entre cine americano y europeo que quiere poner en escena, equidistancia que lucha en su interior en forma de gusto por el cine comercial de calidad contra su educación del viejo continente, si es que esta lucha se produce entre elementos irreconciliables. ¿Cuál es el resultado?: tensión sin grandes respuestas (o preguntas), entretenimiento digno, al fin y al cabo. ¿Y es esto deplorable? En absoluto, más bien al contrario. El mayor lastre de Los otros —remitir más al propio cine que a experiencias vitales— no llega al extremo de anular su valía, tal y como sí ocurría en los anteriores y nombrados largometrajes del director. Al contemplar el film pasan ante nuestros ojos Barry Lyndon (1975), El resplandor (1980) o El espíritu de la colmena (1973), sin que haya afán de copia sino amplitud de registros que sirven de materia prima que moldear. La apuesta de Amenábar, cine de género sin mayores pretensiones, ejemplar en su sencillez e indiscutible como mecanismo, conseguía volar así —con la inestimable ayuda de una Nicole Kidman en plena forma— por encima de la media, cosa que siempre es de agradecer. Y sigue siendo, unos cuantos años después y según mi criterio, la más notable de sus obras.