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viernes, 24 de enero de 2014

Concrete Light


Si bien ciertas veces se puede hallar una senda que —llena de túneles, curvas y cuestas— lleve del garage al krautrock, ciertamente parece difícil encontrar una (aun oscura y recóndita) que conecte el último disco aquí comentado, el Spinning Wheel Motel de los Cynics, con el que hoy vamos a tratar de describir, Concrete Light, también alumbrado en 2011 y también poseedor de hermosa y trabajada edición en vinilo. Surgido de ese underground madrileño del que parece no haber salida comercial por mucho premio artístico que le adjudiquemos, el quinteto autor de tan excelente álbum, Lüger, ya había debutado el año anterior con un trabajo homónimo que sorprendió a los amantes del rock por su calidad, efervescencia y desparpajo, pero que aún asombraba más cuando se conocía su contundencia y magnitud sobre las tablas. Concrete Light afirma y amplía lo ya enseñado en Lüger, música prácticamente instrumental, con escasas (pero espléndidas) incursiones vocales, en la que es fácil notar los ecos psicodélicos del primer Pink Floyd y Hawkwind y la apabullante insistencia rítmica de Neu! y Can, aunque el grupo vuelva a dibujar estrategias propias, sirviendo las influencias y el aprendizaje de referencia para crearlas, y no de cadena que lastre, por incapacidad o pereza, el discurso, si no genuino, personal. El poderío de las dos caras del plástico y sus siete temas esconde —por supuesto— una sensibilidad exarcebada, como lo era la de los maestros de la banda madrileña; sensibilidad que es fiesta vivificante para cualquiera que tenga buen gusto y no se conforme con el estancamiento que esta o aquella escena musical promueven (y alardean de promover en su ignorancia y falaz, repugnante sectarismo). Si además de escuchar en su casa Concrete Light (o su primer elepé) acuden a ver a Lüger en directo, dicha fiesta se multiplicará por diez. Aunque a día de hoy, y hasta donde yo sé, el grupo esté en barbecho, si leen por ahí que se arrejunta y toca cerca de su casa, no se lo piensen dos veces y acudan a la llamada de la onda expansiva: me lo agradecerá su espíritu, no sé si sus oídos.