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lunes, 2 de mayo de 2022

Webern: Complete Works Opp 1-31

"Característica fundamental, ya tópica, en la música weberiana es la extrema concisión y brevedad de sus obras. (…) Pero no hay que quedarse en la mera anécdota: la brevedad extrema de esta música es fruto de su concentración sin precedentes; no es que Webern diga pocas cosas; es que las dice con tal concisión que le bastan estas reducidas dimensiones para contarnos lo que otros creadores necesitarían páginas y páginas de música."

Estas palabras de José Luis Temes extraídas de su estudio de la vida y obra de Anton Webern son perfectas para introducir este triple compacto que hoy comento, las composiciones completas de Anton Webern ejecutadas por el Juilliard String Quartet y la Orquesta Sinfónica de Londres al mando de Pierre Boulez. "La brevedad extrema" y la "concentración" del arte del creador austríaco se pueden resumir es su opus 16 —Cinco cánones sobre textos latinos— en el que ninguno de sus movimientos supera el minuto. Último de los trabajos en los que Webern se entrega a la atonalidad libre —el siguiente ya seguirá el modelo dodecafónico de Arnold Shönberg—, hay que añadir a la brevedad de sus cinco partes los instrumentos que acompañan a la soprano (clarinete y clarinete bajo) y los silencios siempre esenciales en su música. Como afirmaba Boulez, "Webern era un obseso de la pureza formal, pero con sus silencios ha llevado esa obsesión hasta un grado de tensión que la música ignoraba hasta entonces". No creo que haya un compositor de mayor pureza. Su ascetismo es radical por definición, no conoce de concesiones una desnudez que despoja y despoja hasta dar con una belleza estremecedora. El mencionado primer asalto dodecafónico y opus 17 no llega a los dos minutos y medio sumando sus tres movimientos; el 22 tiene dos de más de tres y es un cuarteto para una serie de instrumentos entre los que se halla el saxo tenor; las Tres canciones sobre textos de Hildegard Jone del 25 están por debajo de los cuatro minutos de voz y piano. Ejemplos que quizá sirvan al lector para hacerse una idea de la estética de uno de los compositores más extraordinarios de todos los tiempos.

La publicación en 1978 de "toda su obra en un álbum soberbio de CBS, auténtico hito en la interpretación de la música contemporánea", volvemos a Temes, hará de ésta la grabación definitiva si de Webern hablamos (cuatro elepés que en 1991 serán tres CDs). Gracias a Pierre Boulez podemos acercarnos de la mejor de las maneras a la sonidos de aquel hombre muerto el 15 de septiembre de 1945 por los disparos de un cocinero del ejército estadounidense tras haber sobrevivido a la Segunda Guerra Mundial. La vida puede ser triste y paradójica, pero no podrá jamás menoscabar unas composiciones que en nada envidian a las de Bach y Shubert, a quienes Anton Webern orquestó y dirigió respectivamente, como descubrirán en el regalo final que tras los treinta y un opus se nos ofrece. Remate magnífico que se suma al excelente libreto de la edición digital de la que me sirvo, que trece años después de la analógica veía la luz bajo el sello de Sony, que en 1988 había comprado CBS; una edición acorde en el continente a un contenido inmortal del que las vanguardias de la segunda mitad del siglo pasado tomarán buena nota.