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jueves, 23 de mayo de 2024

The Joshua Tree

He de reconocer, para empezar, que he cambiado de opinión respecto a este disco durante los últimos años. La afectación que veía en The Joshua Tree (1987) estaba muy mediatizada por la voz petulante de Bono, el machaqueo al que hemos sido sometidos (y seguimos siendo sometidos) por sus tres primeras canciones y la sobrevaloración del conjunto de la obra de sus autores. No me importa decir hoy, sin embargo, que los U2 de los años ochenta del siglo pasado me parecen un grupo interesante y este superventas que hoy comento, un elepé muy logrado.

La reinvención sonora de los irlandeses que, de la mano de Brian Eno y Daniel Lanois, había supuesto The Unforgettable Fire es continuada y ampliada en su quinto álbum, aunque aquí con la mirada puesta en Estados Unidos, tanto en el concepto y las letras como en algunas de las músicas. Las icónicas imágenes de Anton Corjbin en blanco y negro que vemos en la funda y el interior del álbum anuncian su austeridad, austeridad no referida a una producción muy elaborada a la que el sonido del trabajo va asociado completamente, sino a la compleja sencillez de las composiciones.

El comienzo con el enardecedor himno Where The Streets Have No Name deja claras varias características, como el eco de la guitarra de The Edge o la práctica ausencia del plato charles en la percusión de Larry Mulen Jr. El contraste entre un acotamiento de las notas y un ensanchamiento de la parte acústica. I Still Haven't Found What I'm Looking For ralentiza el tempo y se acerca al góspel, lentitud que mantiene With Or Without You, balada eterna construida sobre la disyuntiva del amor romántico. La atronadora y psidodélica Bullet The Blue Sky sirve para que el disco se endurezca, Bono critique el imperialismo gringo y, ya de paso, Mullen Jr. recupere momentáneamente su charles perdido. Running To Stand Still finaliza la primera cara con otra balada que tiene, dentro de su esencia minimalista y rock, ecos folk y bluegrass.

La segunda mitad lo abre un medio tiempo poderoso llamado Red Hill Mining Town, tema que habla sobre las consecuencias que tuvieron en muchos mineros sus famosas huelgas enfrentados a la administración de ese engendro neoliberal llamado Margaret Thatcher. In God's Country se mueve por terrenos parecidos a los de Where The Streets Have No Name, pero con mayores acentos, o matices, country y blues en la estructura inequívocamente pop. Country y blues, precisamente, es lo que hallamos de manera explícita y dominante en la gozosa e intensa Trip Through Your Wire, armónica de Bono incluida. One Tree Hill extiende su carga emocional para recordarnos a Greg Carroll, amigo del cantante muerto en 1986, y a Víctor Jara, el cantautor asesinado en 1973 tras el golpe de estado del salvaje dictador Augusto Pinochet, amigo, por cierto, de la dama de hierro. Todo queda en casa. La psicodelia post punk manda en Exit, dueña de dos crescendos que hacen que el corte oscile entre la calma tensa y amenazante y el rock contundente. Mothers Of The Disappeared se refiere obviamente a las madres argentinas de la plaza de Mayo, pero su mensaje va mucho más allá al entroncar con la acusación de Bullet The Blue Sky contra la criminal política internacional de la administración estadounidense. Como un susurro que se va convirtiendo en grito antiimperialista, la canción lanza su proclama y completa The Joshua Tree, quizá la obra maestra de U2 y uno de los elepés más vendidos de todos los tiempos.

lunes, 10 de octubre de 2022

Under A Blood Red Sky

Aunque tras Rattle And Hum U2 se convierta en una banda mediocre en mi opinión, en los años ochenta los arrebatos místicos de Bono tenían todavía una buena base musical, como demuestran las ocho canciones de este disco en directo de 1983. Grabado en dos localidades norteamericanas y una alemana, Under A Blood Red Sky presenta aguerridas versiones en vivo de los temas del grupo, nacidos de la confluencia de punk, post punk y nueva ola. Gloria, I Will Follow, la denuncia de la famosa masacre de Derry Sunday Bloody Sunday (hechos espléndidamente narrados en la pantalla por Paul Greengrass, por cierto), The Electric Co. o New Year's Day son interpretadas con nervio y brío sobre el (los) escenario, brillando sobre el conjunto la guitarra de The Edge, el más personal de los miembros del cuarteto irlandés. Como he dicho, la deriva de U2 a partir de la década de 1990 hará que el mayor de los rechazos se establezca sobre la obra completa de los autores de War (hablamos de una minoría enemiga, pues millones de fans me defenestrarían por aborrecer Achtung Baby o Zooropa) de manera injusta, ya que su primer decenio tiene momentos claramente rescatables y Under A Blood Red Sky lo atestigua. Aunque terminemos aseverando que, según nuestro criterio, hablamos de una banda claramente sobrevalorada al igual que otras muchas que no nombraré para que no se me alborote el gallinero, que mis cincuenta y un años no admiten peleas bizantinas.