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jueves, 27 de diciembre de 2018

Heptágono


El comienzo del siglo XXI traía consigo un proyecto que unía a dos de las más personales bandas españolas del momento. De espíritu kraut y querencia vanguardista, Manta Ray y Schwarz generan su discurso en coordenadas similares, con lo que Heptágono (2001) es un trabajo que a nadie podía extrañar. Dos temas de los asturianos, dos de los murcianos, uno conjunto, una versión de Kraftwerk y otra de Brian Eno (2+2+1+1+1=7, los siete ángulos y lados del heptágono) dan forma a un disco excelentemente interpretado al que es difícil poner un pero que no sea el de la obviedad de los artistas elegidos para adaptar sus originales, objeción algo forzada dada la belleza que conservan Antenna y On Some Faraway Beach en manos de ambos grupos. Samples, loops, guitarras, bajos, baterías, percusiones, teclados y órganos varios, voces y un theremin dan vida a una mixtura que, aunque no sorprenda, funciona a la perfección. Si cinco de los cortes son tocados por ambos grupos, Manta Ray se encarga en solitario del I'm Bored With Rock'N'Roll de Schwarz y Schwarz hace lo propio con el If You Walk (By Love) de Manta Ray, logrando cada uno adaptar a sus características el sonido del otro. De las lecturas de Kraftwerk y Eno, la primera destaca por su paso del lenguaje electrónico al del rock, si bien rock cimentado en la misma escuela alemana de los años setenta, y la segunda por doblar en duración a la grabada para Here Come The Warme Jets, regodeándose los siete músicos durante diez minutos en las emociones allí registradas por Eno. Siete músicos que nos remiten de nuevo al inevitable título de esta hermosa colaboración de la que muy pocos deben de acordarse: Heptágono.

jueves, 12 de abril de 2018

Arty Party


Hablar de Schwarz tras veinte años de carrera sigue haciendo aparecer al osado de turno como miembro de algún club de connaisseurs y sibaritas que trata de arcanos musicales a los que el vulgar público no puede tener acceso y solo los hermeneutas elegidos pueden analizar. Cierto que el sonido de los murcianos no es apto para todo el mundo, pero su cruce de pop y krautrock sí que debería acercarles a un potencial oyente que escucha grupos de vanguardia provenientes de Estados Unidos, Francia o Alemania sin problema alguno.


Tomando prestadas a Pablo Picasso Las señoritas de Aviñón para la portada —debidamente transformadas por Suloca en pop art—, el Arty Party (2004) del título del quinto disco de Schwarz (contando el compartido con Manta Ray) es la invitación a una fiesta la mar de lúcida y gozosa que bromea con el elemento esnob que acompaña a cualquier arte experimental alejado de los mundanos gustos del pueblo trabajador. Kraftwerk, Neu!, Brian Eno, Sonic Youth, Hüsker Dü, Pixies, Teenage Fanclub, Belle And Sebastian o Spacemen 3 (la canción Specimen 3 hace un juego de palabras con su nombre) son algunas de las influencias que se desprenden del álbum, aunque el trío español tiene a las alturas de su publicación unas maneras y unas capacidades propias, contrastadas por Heptágono y Cheesy en lo que va de siglo. Diez temas de cariz mayoritariamente instrumental que adquieren su carácter más extremo en los extensas Droning Forever y Psychotic Hypnotic, si bien cualquiera de ellos destaca por su calidad y belleza. Es, pues, el conjunto lo que da a Arty Party su enorme atractivo y categoría sobresaliente, texturas y atmósferas cimentadas en ese empeño europeo, en general, y germano, en concreto, de dar con una visión del rock and roll diferente y alejada de la idea norteamericana y predominante del mismo. Empeño nacido a finales de los sesenta en busca de unas señas de identidad que inficionasen la música popular con las músicas más radicales, ambiciosas y anticomerciales de uno y otro continente, ya fueran o no del ámbito culto. En esa línea y en esa tradición se inscribe la obra de una banda como Schwarz y su excelente Arty Party, parte de una discografía repleta de interés y sostén de unos directos espectaculares de las que ya no podremos disfrutar debido a la reciente desaparición del grupo. Dos décadas muy bien aprovechadas pero muy poco conocidas y divulgadas. Por desgracia, el ruido mediático ha sido para otros.

domingo, 13 de enero de 2013

Cheesy


Tercer disco largo de Schwarz, Cheesy (2002) sucede en el tiempo —además de a los EPs Play Christian Rock y Ross + Schwarz— a ese excelente mano a mano con Manta Ray llamado Heptágono y publicado justo un año antes. Si a quien no conozca al grupo murciano le decimos que aquel álbum contenía, además de temas de ambas formaciones, versiones de Brian Eno y Kraftwerk, podrá imaginar por dónde van los tiros en el caso de que se decida a enfrentarse con su música.

Como si de un constante tour de force se tratara, los ocho temas de Cheesy (todos escritos por Alfonso Alonso, guitarrista, cantante y creador de Schwarz) mantienen una pugna —similar al de esas competiciones de sokatira tan típicas de mi tierra natal— en la que a un lado está el pop y al otro el krautrock. Y aunque quizá éste tenga mayor peso (mayor fuerza si seguimos con la analogía deportiva), no es el suficiente para llevarse el gato al agua, pues nunca se pierde de vista la canción como soporte, ni su estructura queda completamente oculta. Es así que se genera una tensión en la que Schwarz encuentra su espacio, su sonido, no aptos para puristas de dos mundos en (falsa) apariencia tan distantes, pero sí perfectos para amantes de la belleza sin corsés o estereotipos. Largos pasajes instrumentales construidos por guitarras, teclados, bajo y batería conviven e interaccionan con hermosas melodías de la más perfecta de las maneras, sin encontrar obstáculo alguno. Solo el arte sale victorioso, pues, de la hipotética pelea entablada entre, digamos, Teenage Fanclub y Neu!

Ya lo hemos dejado escrito en alguna otra ocasión, pero merece la pena repetirlo: que grabaciones tan sobresalientes como Cheesy no sean representativas de la más reciente música popular española, mientras engendros de la peor calidad asumible están en boca de todos (e incluso hacen giras internacionales en pareja), dice mucho de la mediocridad en que aquélla se mueve. Para no enfadarnos, de todos modos, acudimos al crescendo que cierra el disco de Schwarz: Say Goodbye With A Kiss. Dense por besados.