Mostrando entradas con la etiqueta Chet Baker. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Chet Baker. Mostrar todas las entradas

domingo, 14 de diciembre de 2014

Playboys



Reeditado en 1961 con el nombre de Picture Of Heath —título de uno de los cinco temas (de un total de siete) compuestos por Jimmy Heath que se interpretan en el elepé—, diferente orden de los cortes y una nueva portada por problemas legales con la sicalíptica revista de Hugh Hefner, Playboys recoge una excelente sesión del 31 de octubre de 1956 comandada por Chet Baker (trompeta) y Art Pepper (saxo alto). Phil Urso (tenor), Larance Marable (batería), Curtis Counce (contrabajo) y Carl Perkins (piano) completan un sexteto que practica un cool ortodoxo pero ejecutado con mucha calidez y sabiduría. Todo está en su sitio y la grabación no flojea un solo segundo, pero sí que me apetece destacar la belleza de Resonant Emotions, el primoroso acercamiento al bebop de Tynan Time (una de las dos composiciones de Pepper) y los melancólicos y recogidos solos de Baker, Pepper, Urso, Perkins y Counce y el más potente y doble de Marable en For Miles And Miles. Selección diría que anecdótica la mía, pues, como he comentado, el grupo suena sensacional durante los cuarenta minutos de elegancia y glamour con los que nos obsequia. Se llame como se llame, vaya cubierto por una u otra imagen y comoquiera que sea secuenciado, Playboys (o Picture Of Heath) es un trabajo perfecto en su terreno, de ésos que por mucho que escuchemos nunca cansa, paladín de su época e inmune a la erosión del tiempo. Una auténtica joya, vaya.

 

jueves, 22 de mayo de 2014

Chet Baker Sings


Originariamente publicado como un diez pulgadas en 1954, Chet Baker Sings volvía a ser editado por Pacific Jazz dos años después, ahora en forma de elepé, añadiendo seis temas registrados en julio de 1956 a los ocho que ya habían visto la luz. Independientemente del año de grabación, estamos ante una serie excelente de canciones populares de la primera mitad de siglo exquisitamente llevada al terreno cool —versión costa oeste— que tan bien dominaba Chet Baker. Como su titulo indica, la voz de Baker es protagonista del disco, regalándonos interpretaciones aterciopeladas e irresistibles que dan carácter unitario al trabajo a pesar de la diversidad de compositores. Sin embargo, dicha homogeneidad de calidad y sonido no es óbice para destacar las sobresalientes adaptaciones de The Thrill Is Gone y —especialmente— My Funny Valentine, nostálgicas y sensibles hasta decir basta en su cadencia sentimental. No toda la delicadeza que durante cerca de tres cuartos de hora nos cautiva se debe a las cuerdas vocales de Chet Baker, claro, pues los momentos en los que hace uso de su trompeta son igual de hermosos y los músicos que le acompañan están a la altura: Russ Freeman al piano y ocasional celesta (My Ideal, I Get Along Without You Very Well) en los catorce cortes; Jimmy Bond (1956) y Carson Smith (1954) al contrabajo; y Peter Littman, Larance (¿o Lawrence?) Marable (1956) y Bob Neal (1954) a la batería. Como afirma Michael Heatley, "El álbum dio a conocer las aptitudes vocales de Baker a su público, pero provocó el malestar de alguno puristas del jazz". Convertido más de medio siglo después Chet Baker Sings en un clásico incontestable, aquellos puristas de antaño se revelan meros imbéciles reluctantes a la belleza, pendientes de un (falso) prurito intelectual con el que mantener una posición tan pedante como ridícula desde la que poner peros a todo excepto a su propia estulticia. Embelesado por Baker y sus compañeros de viaje, las quejas de los garantes de la pureza —Miles Davis, Bob Dylan o Enrique Morente las conocen bien— me traen a la cabeza aquellos versos de Eskorbuto ("Vuestro entorno huele a podrido / Vuestras palabras son ladridos") que con tanta precisión caracterizan a dichos badulaques. Por fortuna, no hay sino que hacer sonar de nuevo That Old Feeling para alejar de mí su toxicidad, mientras pienso en los trece placeres ante los que caeré rendido por enésima ocasión.