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viernes, 25 de enero de 2013

La emoción de la contención

Sé bien que hablar de Theo Angelopoulos puede ser como predicar en el desierto. Pero si encima lo hacemos de El viaje de los comediantes, la más radical y larga de sus películas, la cosa se complica aún más. Es comprensible: la duración media de los planos es de tres o cuatro minutos y son siempre generales; la acción se demora continuamente; la película hace un recorrido por la historia de Grecia entre 1939 y 1952 —de la dictadura del general Metaxas a la del mariscal Papagos (conquistada en las urnas con el eslogan electoral "Autoridad, disciplina, anticomunismo y reconstrucción", ¿alguien da más?), pasando por los cientos de avatares que sufre Grecia durante y después de la Segunda Guerra Mundial— sin hacer ninguna concesión al conocimiento que el espectador tenga de ésta, mezclando diferentes momentos cronológicos en el mismo plano. Todo ello, respuesta a un enfoque político-didáctico que huye del juicio individualizado, pero que afronta desde el ensayo poético la (triste) realidad de un país que es diseccionado de arriba abajo para dejar en carne viva las miserias que marcan el periodo referido. El método narrativo de Angelopoulos —que tiene sus referentes en el teatro de Bertolt Brecht y el cine de Antonioni y el húngaro Miklos Jancso, a su vez influenciado por el italiano— es audaz, pues, al no hacer énfasis en ninguno de los comediantes que dan título a la película, el procedimiento empleado se convierte en radicalmente opuesto a los utilizados —mecanismos basados en la identificación— por el cine clásico, lo que convierte al film en poco asequible al, digamos, espectador medio; incluso al espectador formado. Para mí, el descubrimiento de El viaje de los comediantes en un ciclo que la Filmoteca Española dedicó al cineasta griego hace unos nueve años —mientras Barça y Madrid disputaban su enésimo derbi— supuso uno de los momentos de mayor emoción estética de mi vida, repetido poco después con el estreno en Madrid de La mirada de Ulises (1995). No ha sido así con el resto de su obra, pero sólo con estas dos obras maestras es suficiente.



NOTA: Este texto formaba parte de uno más amplio que bajo el título de Feliz aniversario fue publicado por Ruta 66 en el año 2005. En dicho artículo hablaba de cuatro películas estrenadas en 1975 y que por aquel entonces cumplían treinta años: Barry Lyndon, Dersu Uzala, Tiburón y El viaje de los comediantes. Con alguna modificación, y con el mismo encabezado que lleva esta entrada, el texto sobre la película de Angelopoulos que traigo hoy pasó a integrar el archivo virtual de www.filmaffinity.com en 2008.