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jueves, 18 de julio de 2024

Bach: The Goldberg Variations

Su portada, sus ventas exageradas tratándose de una obra con más de dos siglos a sus espaldas a la sazón, el uso del piano y no del clavecín, su grabación en 1955 cuando Glenn Gould tiene veintidós años y el rock and roll acaba de nacer… Todo eso me hace pensar en el pop art (también eclosionando entonces), en el artista y el elepé como objeto que adorna y enriquece la grabación, en el Portrait In Jazz de Bill Evans y el Kind Of Blue de Miles Davis, terminando la década, en el Revolver de los Beatles y el Pet Sounds de los Beach Boys a mediados de los sesenta, antes que en las Variaciones Goldberg de Johann Sebastian Bach registradas con el clave por el maestro Ralph Kirkpatrick también a mediados del siglo pasado. En el jazz y el rock antes que en la música barroca, clásica o de cámara. Es la mía una impresión no estrictamente musical, sino cultural, pues el impecable (y ya mítico) registro gouldiano nos remite a la extraordinaria técnica contrapuntística del músico germano y a la espléndida ejecución del pianista canadiense, si bien —sin dejar de ser una obra de Bach del siglo XVIII—hay algo de personal renovación en ella que no existe en la de Kirkpatrick. Podríamos calificar a ésta de extemporánea y a la de Gould de contemporánea, siendo ambas sincrónicas, aunque con ello no quiera restar valor alguno a la primera. Hay que disfrutar de una y de otra, cotejarlas, admirarlas, aun admitiendo que nos quedamos con la de Glenn Gould, icono pop hecho de música clásica que nunca envejecerá.

lunes, 13 de junio de 2022

Cello Suites Nos. 1-6

El Jimi Hendrix del violonchelo. Así llamaba un amigo mío a Pau Casals, extrapolación cronológica y genérica que para quien estaba más habituado al rock de los años sesenta y al mítico guitarrista zurdo servía para describir la pasión y el rigor técnico con los que el músico catalán interpretaba las seis suites para violonchelo del gran maestro Johann Sebastian Bach, que aquí traigo en la edición de Naxos en dos compactos de 2000.

Como cuenta Eric Siblin, Casals da con las partituras en 1890, "año en que un violonchelista de trece años salió con su padre de paseo por el barrio portuario de Barcelona. El chelista era Pau Casals y cuando se tropezó con la partitura de las Suites para violonchelo solo, cambiaron tanto su vida como el curso de la música. Casals pasó los doce años siguientes practicando con esta música hasta reunir la confianza suficiente para tocar una suite completa ante el público". Y escribe asimismo unas palabras con las que entendemos por qué la versión de Casals de las notas de Bach es tan importante como la propia partitura del autor de las Variaciones Goldberg: "Para aquellos músicos que sabían de ellas, las Suites para violonchelo solo eran consideradas áridos ejercicios técnicos de cierto valor pedagógico, pero no aptas para la sala de conciertos. Cuando Casals empezó a hacerse idea de la música, no disponía de ningún modelo.* Tuvo que reinventarla, dado que el manuscrito autógrafo se había perdido y las escasas copias que habían sobrevivido diferían en los detalles. Desconocemos todavía qué había pensado Bach respecto al tempo, la dinámica, la técnica del arco o los estilos de ejecución. Consiguientemente, la partitura viene con licencia poética adjunta".

Es de dicha licencia poética y de los dedos del genio catalán de donde surge la belleza eterna y abisal de estas grabaciones históricas, aunque el momento en que son realizadas afecta sin duda a la plasmación definitiva de las suites: cuatro de ellas durante la guerra civil española (en Londres y en París en 1936 y 1938 respectivamente), dos una vez acabada (en 1939 en la capital francesa). El dolor de la contienda, por un lado, y de la victoria fascista, por otro, no pudieron dejar de influir en un republicano y demócrata como él, al mismo tiempo que incrementan el valor emocional de una música sobrecogedora en su compleja, virtuosa austeridad, desnuda de artificios banales o ganchos melódicos u orquestales que tranquilicen al oyente superficial.

Acompañan o completan la edición de Naxos cinco movimientos de otras tantas obras de Bach en los que Casals también toca su instrumento, entre ellos la famosísima aria de la Suite para orquesta número 3 en re mayor. Delicioso regalo adicional tras el disfrute de los treinta y seis, seis por cada una, que componen, siguiendo el anglosajón e internacional título de la portada, las Cello Suite Nos. 1-6, escritas por Johann Sebastian Bach en el siglo XVII (hacia 1720), pasadas por el tamiz ejecutor de Pau Casals en la primera mitad del siglo XX y restauradas para la ocasión por Ward Marston cuando aquél agonizaba. Habrá logros artísticos iguales, pero nunca superiores.

*El subrayado es mío