Del lamentable estado del cine español durante el franquismo hablan dos de las mejores películas de Fernando Fernán-Gómez (o las dos mejores), fracasos absolutos cuya categoría artística condenó al ostracismo. Si El extraño viaje (1964) combinaba terror, intriga y humor negro en un esperpento fílmico sin par, El mundo sigue (1963, estrenada raquíticamente en 1965) ofrecía un drama categórico de dos horas en que el autor de El viaje a ninguna parte (1986) da con sus mayores logros audiovisuales y pone ante los ojos del espectador una visión lúgubre y desesperanzada de la realidad madrileña que se ajusta al lodazal político de la dictadura soportada por el país. A pesar de algunos zooms que hoy chirrían, Fernán-Gómez utiliza originalmente una serie de recursos (flashback, voz en off, montaje asincrónico, bruscas elipsis) para retratar en un blanco y negro cercano al documental la bajeza y oscuridad de un mundo en el que nada es bueno, y si lo es carece de sentido o recompensa. Y aunque dicho mundo siga, como anuncia el título del largometraje y de la novela homónima de Juan Antonio de Zunzunegui en la que se basa, las tragedias que deja mientras avanza son demasiado lacerantes. En sus memorias decía Fernán-Gómez que "ésta no es una película cómica. Ni de humor como puede serlo La vida por delante, ni paródica, como La venganza de Don Mendo". Porque quiso mostrar descarnadamente el Madrid (y la España) de la época, sin broma alguna, y eso los productores y los distribuidores no podían permitirlo y el espectador no podía soportarlo. A diferencia de Luis García Berlanga, quien ese mismo año radiografiaba una nación miserable mediante la comedia negra de la extraordinaria El verdugo, Fernando Fernán Gómez la estampaba en la cara de los españolitos, cobardes, asustados y poco amigos de la excelencia creativa (con las excepciones de rigor). El mundo sigue, entonces; el mundo sigue, ahora… O la larga sombra del dictador modelando aquella sociedad que las imágenes de su realizador nos ayudan a traer y cotejar con el presente.