Cómo me gustan los singles de fuertes contrastes. Los tienen, por ejemplo, los Stones, los Ramones o Black Sabbath (de algunos hemos hablado aquí). Y también Big Star, grupo infravalorado donde los haya que, aunque su culto haya aumentado con los años, sigue sin tener la reivindicación masiva que merece. Sacados ambos cortes de su segundo plástico, Radio City, un álbum espléndido a pesar del abandono de Chris Bell, el titular de la rodaja es una de las joyas del power pop de todos los tiempos. En efecto. September Gurls arrastra su cadencia melancólica durante tres minutos escasos de éxtasis melódico y adolescente, emoción desatada por voz, guitarra, bajo y batería cual orquesta sinfónica del rock and roll en aparente desigualdad de condiciones. Mod Lang, por el contrario, se dedica a la contundencia rocker con origen en los Who en una canción de similar duración pero sonoridades divergentes, perfecta para completar un single que adopta la heterodoxia dentro del amplio espectro que concede la música del diablo. Una gozada de doble cara publicada en 1974 por Chilton, Hummel y Stephens.
Mostrando entradas con la etiqueta Big Star. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Big Star. Mostrar todas las entradas
jueves, 28 de diciembre de 2023
September Gurls
jueves, 9 de junio de 2016
Radio City
La falta de éxito y los malos rollos subsecuentes a la publicación del imprescindible debut de Big Star habían acabado con Chris Bell fuera del grupo, quien, a pesar de regresar por un pequeño periodo, quedó definitivamente apartado de la grabación (e incluso de los créditos por su aportación a un par de temas) del segundo elepé de la banda, llamado Radio City y publicado en 1974. Sin embargo, que la labor compositiva pasara casi completamente a manos de su media naranja en #1 Record —el ilustre Alex Chilton— no iba a significar merma alguna de calidad en un segundo trabajo tan deslumbrante como el primero, pero también maldito y condenado a ser la influencia de toda una generación antes que referencia ineludible en su momento.
O My Soul abre sorprendente y espléndida Radio City con su casi seis minutos de funk rock que apenas tienen relación con el resto del álbum. Life Is White y Way Out West (éste escrito por el bajista Andy Hummel) son dos clásicos imbatibles que establecen los que es y será el power pop antes de que What's Going Ahn nos hiele el corazón con su descripción de tristezas, soledades y resentimientos que se resumen en el verso que los provoca: "Me gusta el amor pero no sé". You Get What You Deserve mantiene el dramatismo de su antecesora mediante una canción maravillosa en la que el folk y el rock logran el equilibrio perfecto. Medio tiempo hard que no desentonaría en el The Man Who Sold The World de Bowie o el All The Young Dudes de Mott The Hoople, Mod Lang nos enseña que Big Star también sabe roquear duro si hace falta. Más cercano al power pop, Back Of A Car recoge parte de la fuerza de su antecesora en sus magníficos riffs. Daisy Glaze practica una suerte de pop progresivo que empieza gélido y acaba imperativo en una canción llena de mágicos recovecos. Rock de clara descendencia beatle, el de She's A Mover precede a la delicadeza pop de September Gurls, emocionante e inmortal joya que derrama lágrimas alegres. Morpha Too y I'm In Love With a Girl son las dos preciosas miniaturas que cierran el disco (ambas en ausencia de base rítmica), la primera con Alex Chilton al piano, la segunda a la guitarra acústica.
Caudal de melodías iridiscentes servidas por las magníficas guitarras de Chilton y apoyadas en el bajo de Andy Hummel y la batería de Jody Stephens (sustituidos, que no acreditados, por Danny Jones y Richard Rosebrough en tres de los cortes), Radio City es la segunda obra maestra consecutiva de una banda que se disolverá ese mismo 1974 tras registrar un tercer plástico que no verá la luz hasta cuatro años después, muestra de la fragilidad de Big Star, la misma que servía para construir canciones de extrema consistencia abocadas al fracaso comercial. Por fortuna, la categoría de su música no sabía de discos vendidos, y sigue hablando al oyente de hoy con idéntica riqueza que lo hacía al de entonces. Convertida ya en clásica, no hace falta que lo diga.
martes, 22 de octubre de 2013
#1 Record
El pop que se fue (Beatles, Byrds, Zombies), que está (Todd Rundgren) o que está a punto de irse (Nick Drake); la energía del rock que vendrá (Kiss, Aerosmith) o que ya ha venido (Alice Cooper, T. Rex, Blue Öyster Cult, Grand Funk Railroad); el folk de la Costa Oeste de los años sesenta (Buffalo Springfield, CSNY) y el que tres décadas después llamarán "americana"; la paternidad del power pop… ¿Es eso lo que encontramos en el mítico debut de Big Star? Pues sí y no: como todos, el grupo de culto más conocido de la historia del rock, si exceptuamos a la Velvet Underground, manejaba una serie de influencias; como pocos, las trasladará matizadas a unos que han reconocido su magisterio —de los Replacements a Wilco— y a otros que no. Pero, por encima de ecos previos y ulteriores, prima en #1 Record (1972) la capacidad de Alex Chilton y Chris Bell para convertir en canciones perfectas —acongojantes y luminosas al mismo tiempo— su frágil sensibilidad: la del artista que traslada al terreno estético la moneda de su experiencia vital, ésa en la que angustia y felicidad, dolor y placer, miedo y valentía, timidez y sociabilidad son dípticos que se atraen tanto como se repelen, pero que van indefectiblemente unidos.
Apuntándose al glam rock, Feel abre eléctrica y marchosa —aunque no paradójica— un disco en el que van a mandar la balada y la introspección, como la celestial The Ballad Of El Goodo rápidamente quiere aclarar. In The Street retoma la senda del rock antes de que las armonías vocales y la melancolía (Beach Boys, Bob Dylan y el Zeppelin más recogido asoman por aquí transformados en Big Star) sean invocadas por el grupo para poner en pie un delicadísimo y acústico acto de nostalgia adolescente —Thirteen— que en dos minutos y medio —de la mano de Alex Chilton— nos lleva con la fuerza de un huracán al tiempo de los primeros amores, tan dolorosos como los últimos, pero sin el lastre del desengaño y la pureza que esto conlleva. El sudoroso riff de Don't Lie To Me sitúa a la banda entre el hard y el blues rock, contraponiéndose seguidamente The India Song —la única aportación del bajista Andy Hummel—, que recoge en su cadencia naíf ecos de los Stones y Love. When My Baby Is Beside Me es el último momento del álbum en que manda la electricidad. Todavía se mantiene en la bellísima My Life Is Right, cierto, si bien el piano, las guitarras acústicas y las espectaculares voces tienen tanto o mayor peso. Los cuatro último temas, sin embargo, son prácticamente acústicos, confirmando el carácter mayoritariamente intimista del disco al que hacíamos alusión al principio de este párrafo. Con Give Me Another Chance, Try Again, Watch The Sunrise y St 100/6, basculando entre el pop y el folk campestre y bucólico, viajamos a la esencia de las emociones, valiéndose Bell y Chilton de los mínimos medios para conseguir arrancarlas de nuestro interior. Estamos, pues, ante la guinda del exquisito pastel preparado por Big Star para su primer y extraordinario trabajo. Si a ello añadimos que, en los dos siguientes años, el grupo grabará dos elepés más —Radio City y Third/Sisters Lovers— que en nada envidian a su predecesor, la conclusión solo puede ser una. Sáquenla ustedes mientras Alex Chilton les canta al oído:
"¿Me vas a dejar acompañarte a casa después de clase?
¿Podríamos quedar en la piscina?
Tal vez el viernes pueda
conseguir entradas para el baile
y te lleve.
¿Le vas a decir a tu padre que me deje en paz?
Cuéntale lo que hablamos sobre Paint It Black.
El rock and roll ha llegado para quedarse.
Entra, está bien,
y te agitaré.
¿Me vas a decir en qué estás pensando?
¿Quebrantarías la ley por mi amor?
Si es así, házmelo saber;
si no, bueno, me puedo marchar.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)