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jueves, 3 de julio de 2025

One Night Stand

Como su título especifica, One Night Stand sale de una noche en los Glebe Studios de Sidney en julio de 1986 en la que Cyril Jordan y George Alexander (ayudados por Jack Johnson y Paul Zahl, guitarrista y baterista, respectivamente, de los olvidados Yanks) resucitan a los Flamin Groovies siete años después de Jumpin' In The Night. Si bien estamos ante un disco no obligatorio y cargado con el lastre de una producción inflada típica de la época, a mí personalmente me gusta escuchar en el mismo paquete la revisión de I Can't Hide, Shake Some Action, Slow Death y Teenage Head (cuatro canciones de tal calibre que es imposible arruinar y representativas de diferentes facetas y periodos de los Groovies) y las versiones de Barry Mann y Cynthia Weil en manos de Paul Revere y los Raiders (Kicks), Hoodoo Gurus (Bittersweet), Berry Gordy y Janie Bradford vía Barrett Strong (Money), The Who (Call Me Lightning), Larry Williams (Slow Down) y Freddy Cannon (Tallahassee Lassie). No cambia la carrera de los autores de Flamingo o Flamin' Groovies Now ni altera la historia del rock, pero es innegable que One Night Stand contiene diez temas intrínsecamente espléndidos que, propios o ajenos, nos hacen disfrutar una vez más del grupo californiano.



jueves, 17 de abril de 2025

Have You Seen My Baby?

El R&B pasado por el cedazo de Randy Newman que abría 12 Songs es convertido en el pelotazo de high energy rock and roll que encabeza el single de 1971 del que hoy hablamos. Maestros en la materia, los Flamin Groovies habían endurecido su sonido, tras contactar con MC5 y los Stooges, en su segundo elepé, el fantástico Flamingo, energía cruda que se mantiene en la versión de Newman, también parte de su tercer y no menos sobresaliente plástico, Teenage Head. La cara B del sencillo la ocupa otro corte de dicho trabajo, el espléndido Yesterdays Numbers, suerte de colisión de garage y blues de sabor stone y letra agridulce que redondea este plástico pequeño de una de las mejores bandas que ha dado la música del diablo.

lunes, 24 de agosto de 2020

Flamin' Groovies Now


Tan gloriosa (o casi) como la primera, eléctrica y comandada por Roy Loney, la segunda etapa de los Flamin Groovies, liderada por Cyril Jordan y Chris Wilson, producirá en la segunda mitad de los años setenta tres discos para Sire cuyo pop cristalino hecho por igual de versiones y temas propios sustituirá al high energy rock and roll de Flamingo y Teenage Head. Si bien hay acuerdo generalizado para admitir que el primero de ellos es el mejor (Shake Some Action), el Flamin' Groovies Now (1978) que hoy nos ocupa y su continuación (Jumpin' In The Night) son también muy buenos y deben ser tratados con respeto.


La prueba de que canciones ajenas y originales de los Groovies funcionan igual de bien la dan sin tardanza —yuxtaponiéndose resplandecientes al principio del plástico— el I'll Feel A Whole Lot Better de los Byrds y Between The Lines. Se van sumando y alternando lecturas de composiciones interpretadas primeramente por Paul Revere & The Raiders (Ups And Downs), Cliff Richard (Move It), Buddy Holly (Reminiscing), Freddie Slack (House Of Blue Lights), Stones (Blue Turns To Grey y Paint It Black) y Beatles (There's A Place) y cortes escritos por Jordan, Wilson y (puntualmente) el productor Dave Edmunds: Take Me Back, Good Laugh Mun, Yeah My Baby, All I Wanted y Don't Put Me On; rock and roll fundacional y pop llenos de melodía y encanto que, aun sonando blandos ante la avalancha punk todavía presente, comparten con Pistols, Ramones o Damned el amor por la inmediatez. Aquí y ahora, Flamin' Groovies Now sigue resultando delicioso e incluso obligatorio cuatro décadas largas después de su parto. Y las otras dos piezas de la trilogía, no hace falta recalcarlo.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Sneakers


Palidece frente a su primer elepé (Supersnazz) y desaparece frente a los dos siguientes (Flamingo, Teenage Head), pero no por ello debemos renegar del debut discográfico, en formato corto, de los Flamin Groovies. Sneakers (1968) es un EP de siete canciones (seis de Roy Loney y una versión) que ya indica por dónde va el grupo —rock and roll armado y directo que transpira rhythm and blues, garage y rockabilly—, aunque sin la categoría y contundencia de lo que está por venir. Hay aquí, asimismo, influencias de la florida psicodelia californiana, el pop de uno y otro lado del Atlántico y hasta alguna (brillante) guitarra que huele a Hendrix; influencias que su primer álbum grande mantendrá hasta que el contacto de los Groovies con Detroit apague los ecos de los Stones más soñadores, Love o Lovin' Spoonful, aturdidos por la energía insuperable de MC5 y los Stooges. Digamos, en conclusión, que Sneakers es un buen disco de una banda que lo será mucho mejor. Para algunos, entre quienes me incluyo, una de las mejores.

lunes, 24 de junio de 2013

Groovin' Round The World. A Tribute To The Flamin Groovies


Es posible que en el futuro se haga un homenaje más logrado a los Flamin Groovies (aunque lo dudo mucho), pero no lo es que sea tan exhaustivo como este Groovin' Round The World. A Tribute To The Flamin Groovies (2000), que el difunto Kike Turmix se encargó de poner en pie y coordinar. Treinta y cuatro bandas repasan otras tantas canciones del grupo californiano, abarcando sus dos primeras etapas (es decir, hasta 1979) —como no podía ser de otro modo—, para informarnos de que ambas fueron excepcionales, de que de ninguna de ellas se puede prescindir y de que, bien tocando rock and roll incendiario o componiendo pop exquisito, los Flamin Groovies fueron maestros. Durante dos horas escuchamos a Adam West, Atom Rhumba, Bummer, Big Bad Johns, Street Walkin' Cheetahs, Jerry Spider Gang o Young Fresh Fellows —entre otros combos, algunos de ellos profundamente ignotos— versionar mejor o peor los temas escogidos, si bien ninguno suspende y unos cuantos superan el notable. Quizá la única pega que podamos encontrar sea la excesiva fidelidad a los originales en la mayoría de los casos, algo por otro lado comprensible debido al respeto que inspira una obra tan colosal como la de los Groovies. Con notas interiores de Robin Wills —¿quién mejor para escribirlas que un miembro de los Barracudas que compartió banda con Chris Wilson?—, este doble y muy disfrutable CD revive la magia que Roy Loney, Cyril Jordan, el mencionado Wilson y demás esparcieron por el mundo, un digno acto de pleitesía a un grupo cuya luz sigue iluminando esa terrible oscuridad que rige nuestras existencias.

jueves, 16 de febrero de 2012

Teenage Head


El impacto provocado por Stooges y MC5 en los Flamin Groovies se traducirá en Flamingo, su segundo disco, pero se mantendrá, en parte, en Teenage Head (1971), siguiente y más elaborada propuesta del grupo californiano. Tan sólida pareja me parece el punto álgido de la carrera de los Groovies, aunque para muchos será superada por su espectacular retorno cinco años después en clave pop y ya sin Roy Loney en la banda: Shake Some Action. Dejando esta cuestión a un lado —ya le llegará su momento—, las nueve canciones de Teenage Head, siete originales y dos versiones, gritan bien alto sus bondades y contienen argumentos sobrados para defenderse a sí mismas, cotejos aparte.

Las guitarras eléctricas de High Flyin' Baby y las acústicas de City Lights muestran dos caras distintas del grupo, aunque sean las de una misma moneda en la que conviven country y blues de manera similar al tratamiento dado a dichos estilos por los Rolling Stones, influencia invariable desde sus comienzos pero que anida especialmente en los surcos de este disco. Have You Seen My Baby?, un rotundo rock and roll, parte del tema original de Randy Newman para que el personal mueva el cuerpo sin parar. Yesterdays Numbers es una canción fabulosa que recuerda al Stray Cat Blues de Jagger y Richards. Teenage Head no sólo pone título al elepé, sino que nos ofrece a unos Flamin Groovies más cercanos que nunca al hard rock primigenio. 32-20 lleva el clásico de Robert Johnson a terrenos honky tonk sin dejar de ser el blues fundacional que es. Evil Hearted Ada es rockabilly efervescente y Doctor Boogie hace honor a su nombre, quitándote su cadencia todos los males de encima. Whisky Woman, corte lento que acaba acelerando, da fe de toda la clase y versatilidad del grupo y se encarga de dejar caer el telón.

Escribía Andy Kotowicz que "Se rumoreaba que Mick Jagger decía del clásico álbum de los Groovies Teenage Head que era mejor que el propio Sticky Fingers de los Stones, que había sido publicado prácticamente al mismo tiempo en 1971. Loney había oído que el comentario se atribuía a Keith Richards". Lo diga quien lo diga, nunca me parecerá el tercer elepé de los Flamin Groovies ni siquiera tan bueno como la obra maestra de los Rolling Stones. No es ello obstáculo para alabar al grupo de Cyril Jordan, uno de mis favoritos, y su espléndido Teenage Head, pero no debe la pasión nublar la razón y justificar la hipérbole. Lo afirmo como axioma: su huella nunca será comparable a la dejada por Sticky Fingers.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Flamingo

Es 1969 y los Flamin Groovies giran por EEUU presentando su primer elepé, Supersnazz, que muestra a un grupo que bebe del rhythm & blues y el rock and roll de los años cincuenta. Pero, de repente, en un concierto en Detroit coinciden con MC5 y los Stooges, bestias pardas que, como bien es sabido, estaban contribuyendo con su radical apuesta a cambiar el concepto sonoro de la música rock.

El high energy que practican grupos tan extraordinarios deja atónitos a los Groovies y un poso insoslayable que afecta profundamente a su siguiente trabajo en estudio, Flamingo (1970). Si bien sus influencias (Stones, Chuck Berry, Bo Diddley, Animals, etc.) permanecen incólumes (no hay más que escuchar Gonna Rock Tonite, Comin' After Me o Second Cousin o constatar que de los diez temas que componen el álbum el único ajeno es de Little Richard para dar fe de ello), el contacto con MC5 y Stooges se deja sentir de principio a fin en unos renovados Flamin Groovies.

El eco feroz del tándem Kramer/Smith resuena en las guitarras afiladas de Headin' For The Texas Border, Road House o la mentada versión de Richard (Keep A Knockin') y el espíritu de Iggy Pop y Rob Tyner parece haberse adueñado de Roy Loney y sus compañeros. También hay sitio para su vertiente más pop (esa que explotaría Cyril Jordan desde mediados de los setenta, ya sin Loney a bordo) en la hermosa She's Falling Apart, en la que se percibe la querencia por los Beatles de los de San Francisco.

Es posible que Flamingo no esté al nivel de Fun House o High Time (las superlativas obras de Stooges y MC5 respectivamente), pero es innegable que se trata de un gran disco de rock and roll (al igual que su siguiente grabación, Teenage Head), registrado por un grupo que nadaba a contracorriente en una ciudad dominada en aquel entonces por el movimiento hippie y la psicodelia. Es por ello que a veces parece que los escuchemos en aquella hornada que entre 1976 y 1978 intentó recuperar mediante el punk rock los valores del primigenio rock and roll.