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miércoles, 21 de febrero de 2018

At Home With Screamin' Jay Hawkins



Muchos son (somos) los que entraron en contacto con Screamin' Jay Hawkins por la espectacular versión de la Creedence Clearwater Revival de su clásico I Put A Spell On You, pero son docenas los que antes o después (de Nina Simone a Marilyn Manson, por jugar a los contrastes) se habían atrevido o se atreverán con la canción. Single publicado en 1956, dos años más tarde se sumaría a los doce cortes que compondrían At Home With Screamin' Jay Hawkins, debut el formato grande del artista de Cleveland y único elepé, no así sencillos, que editaría en la década de los cincuenta.

Orquestado por Leroy Kirkland y O.B. Mansigill, el disco no va a seguir el camino que pudieran marcar su tema más conocido y el extravagante personaje que —vestido con trajes de piel de leopardo, llevando capas de vampiro y blandiendo calaveras— apadrinaría el shock rock. No. Aquí vamos a encontrar mayormente lecturas llenas de brío de estándares americanos del musical, del jazz o del gospel en las que lo chocante es la voz teatral y estentórea de Hawkins en lugar de las de Bing Crosby, Frank Sinatra y demás. Una voz que cohesiona canciones de toda la vida como I Love Paris, If You Are But A Dream, Swing Low, Sweet Chariot, Temptation u Ol' Man River con las tres piezas que coescribe Hawkins: dos que parecen sacadas de algún extraño, exótico vodevil (Hong Kong y la mentada I Put A Spell On You) y un rotundo R&B titulado Yellow Coat. Es, pues, la interpretación de nuestro hombre la que da la personalidad distintiva, definitiva a su propuesta —más allá de ropajes y accesorios llamativos y sin negar la capacidad seductora de los arreglos de viento—, y la culpable de que algunos caigan (caigamos) rendidos ante un álbum como At Home With Screamin' Jay Hawkins y otros salgan espantados cuando la inicial Orange Colored Sky todavía no ha acabado de sonar. Cuestión de actitudes, supongo.