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miércoles, 23 de febrero de 2022

Gloria

"El pueblo ya no sale a los balcones
Se ha vuelto a lo de antes, a esconder las emociones",

canta impetuoso Sergio Martos en el tema que cierra Gloria (2021), llamado así por la borrasca que en enero de 2020 dejó trece fallecidos (o más) en España. Adelanto del último disco hasta la fecha de los Schizophrenic Spacers, Victoria es un himno que —tomando el título prestado a los Kinks— nada entre los Who, Cheap Trick, Free y Kiss haciendo referencia a ese otro temporal que —microscópico aunque mucho más letal— un virus iba a traer a continuación del meteorológico. Y, si, cantado en castellano: empecemos por el principio.

El grupo de Viladecans vuelve a grabar en el estudio de Hendrik Röver tras las excelentes experiencias de It Better Be Good y Now. Y lo hace cargado otra vez de material brillante, compuesto principalmente por su cantante. Sin embargo, ya no es inglés, como Viladenada explicita al dar el pistoletazo de salida, pliego de cargos no demasiado virulento contra la ciudad del cuarteto, o "un pueblo al que llaman ciudad". ¿Y pasa algo? Pues no. El consejo que Pere Gené dio a Martos ha terminado por apuntalar la personalidad de los autores de Riot, difícil encontrar a alguien similar a ellos que utilice la lengua de Rafael Sánchez Ferlosio. En la primera cara del elepé esto se nota a través de unas canciones directas plenas de groove rocker que solo echan el freno al final en Premonición, breve incursión en el góspel incluida. Pero es en la segunda donde la duda queda aparcada.

¿Porque quién sino ellos cuatro para yuxtaponer una balada realmente suave (Demasiadas horas) con el heavy metal a velocidad media de El ojo que todo lo ve, proseguir con un instrumental que linda con el space rock (Tragaldabas) y aterrizar en Las cinco estaciones de Gloria, la pieza más larga del álbum, hecha de cinco movimientos o actos que pasan por el rock and roll (Verano), la épica tabernaria (Final del verano), la cita de Rush y su 2112 Overture, la alusión al Kashmir zeppeliano en otro instrumental (Otoño) y la nostalgia hecha de Invierno? Nos sitúa esta larga pregunta, una vez concluida, en la Victoria con la que empezábamos, irresistible epinicio que rematan, para que quede claro, unos fuegos artificiales a los que se han adelantado estos versos de triunfo:

"¿Cuál es el siguiente reto?, aquí estaré
Voy a protegerme, os esperaré
Yo venceré
Victoria".

Victoria que debemos a la puesta en escena impecable de Sergio Martos (el Miguel Ríos catalán), Alberto Belmonte (guitarras), Manuel Fernández del Campo (bajo), Jesús Tejada (batería) y algunas sorpresas que descubrirán si adquieren el admirable Gloria de los Schizophrenic Spacers. El viejo rock en nuevas (aun veteranas) y buenas manos.

miércoles, 28 de febrero de 2018

It Better Be Good

 

Amarrados a la precariedad y su voluble realidad, los Schizophrenic Spacers han tirado hacia delante convencidos de su capacidad para escribir buenas canciones y defenderlas aún mejor sobre las tablas. Los discos grabados, los conciertos ofrecidos, las interpretaciones completas de clásicos de los Beatles, los Who o ZZ Top y las alegrías y las penurias de una carrera seria y apasionada pero minoritaria desembocaban el pasado año 2017 en un espectacular plástico doble que a muchos nos dejaba boquiabiertos, It Better Be Good. Y no, no es que su música reinventase el rock and roll o diese de lado muchos de sus tópicos; era que las composiciones brillaban magníficas, sin que su abundancia significara una rebaja en la calidad o en la intensidad; era que las letras tenían su miga e incluso invitaban a la reflexión; era que la producción de Hendrik Röver daba al álbum un sonido excelente, "el horneo que encumbra el pastel", en palabras del cantante y compositor principal del cuarteto catalán, Sergio Martos, cuya voz llenaba de amor, odio y entusiasmo cada sílaba vocalizada; era que la banda mostraba todos sus matices y talento a la hora de la interpretación definitiva de unos temas marcados por la variedad; y era, por si algo faltaba, que la portada y la presentación en carpeta abierta del disco hacían que no dejaras de mirarlas y tocarlas mientras uno y otro vinilo giraban y giraban encima del plato.


Cual involuntario crooner anticapitalista en busca de sus sueños y harto del mercado laboral, Martos canta acompañado del piano de Jesús "Tete" Tejada que desea un buen trabajo, Nice Job que nos introduce en la función. Gonna Be Good y Nights Squirrels son dos fantásticos himnos, power rock aprendido de los autores de Who's Next el primero, hard ardiente el segundo que recuerda, a pesar de llegar a conclusiones muy diferentes, al exitoso My Sharonna de The Knack. From Here es uno de los cortes más emocionantes que hallamos, tanto en lo lírico como en lo melódico. Anyhow se mueve entre el grunge y el power pop, henchido de sentimentalismo en su estribillo. El funk rock de Cinema Days cierra contagioso la primera cara, si bien en su último tramo baja las revoluciones y nos regala un hermoso solo de guitarra de Alberto Belmonte. La segunda mitad del elepé la inicia otro himno insuperable, Exhausted, del que quiero destacar la magnífica batería de Tete Tejada. Black Bog es una breve y amenazante pieza instrumental que juega con el título de la mítica canción de Led Zeppelin y huele a Soundgarden y Alice In Chains. Se queja con razón Sergio Martos de la Mediocre People, hard rock de base funk que tiene mucho de Jimi Hendrix y en el que el Manuel Fernández del Campo saca su bajo a relucir. Night Off me trae a la cabeza diversos nombres del rock de los setenta, pero, en honor del grupo, hay que decir que su espléndido acabado suena a los Spacers. Y punto. No hay que ser un genio para ver que Ode To A Fat Man debe sus hechuras al Alice Cooper de School's Out y Billion Dollar Babies, ni haber estudiado solfeo para apreciar los punteos de Alberto Belmonte.


Es su guitarra la que, pisando el wah-wah y sin pisarlo, gobierna asimismo Boot That Lady y, acústica, Sofa Afternoon, segundo, mínimo y último corte instrumental. Ambos temas encabezan la cara número tres. A Parade es una larga y ambiciosa canción de diversos pasajes a la que sigue Physiotherapist, sexual funk rock en el que hay ecos de Deep Purple Mark III, Grand Funk Railroad, David Lee Roth y otros que ustedes pueden sumar. New Year's Eve y After The Grapes se yuxtaponen y complementan por su título, pero en lo estrictamente musical no tienen nada que ver, pues la agresividad, la potencia de la segunda está ausente en la primera. La cuarta parte de It Better Be Good comienza con Covering My Back, en la que Martos pide perdón con la única compañía de Belmonte. Esos amigos que no lo son cuando uno realmente los necesita tienen su merecido en So Called Friends, uno de los momentos álgidos del trabajo para mi gusto. La urgencia y la vehemencia de Montpellier, el tema más veloz de los veintidós, contrasta radicalmente con la paz campestre de The Long Goodbye (donde llama la atención el dobro del productor), que, a su vez, choca con violencia con Space Balloon, space rock autorreivindicativo que clausura setenta y siete minutos de sobresaliente y ecléctico rock and roll. Que sus creadores, los Schizophrenic Spacers, no sean apenas conocidos no debe de ser obstáculo para que ustedes se hagan con este doble elepé y —ya de paso— tiren por la ventana aquéllos de los impostores que, diciendo hacer rock y haciendo mierda, venden por cientos de miles sus infumables grabaciones.