jueves, 30 de abril de 2020

Rock 'N' Roll Sniper


El título, la pegatina en la caja del CD vinculando al grupo con Rose Tattoo, Ted Nugent, Motörhead y Hellacopters, las camisetas de Black Sabbath y Zeke que luce el cantante y guitarrista Max Count Farmer en las fotos del libreto y el texto del mismo en defensa del rock and roll way of life de los miembros de Dustsucker, "sin familia, sin teléfono móvil, sin ordenadores", dejan claro lo que nos espera al reproducir Rock 'N' Roll Sniper (2004). No había escuchado nada antes, ni lo he hecho después, del cuarteto alemán, así que me ajustaré a lo que aquí hallamos. Los artistas mencionados son explicación exacta de las influencias de la banda, aunque también espada de Damocles, pues no es Dustsucker (obviedad al canto) tan bueno como ellos. El álbum suena recio y motivado y no pierde fuelle interpretativo a lo largo de su desarrollo, si bien el nivel de las composiciones se resiente conforme avanza. Las cinco primeras canciones son excelentes —Rock 'N' Roll Sniper, Bronco Buster (la mejor, ¡qué guitarras y qué batería!), Word Of The Damned, Backslider y la glueciferiana Long Drawn Out— y marcan un camino que se sigue a pie juntillas durante el resto de trabajo mediante temas menos brillantes (o demasiado atentos al modelo de los que les han precedido) en los que la adrenalina y el convencimiento del grupo, eso sí, no desaparece. Rock 'N' Roll Sniper: hard, punk y high energy tocados como si no hubiera un mañana y solo el rock and roll y estar de mala hostia tuvieran sentido. Así es para Dustsucker, francotiradores teutones, macarras y agresivos.

lunes, 27 de abril de 2020

Under The Red Sky


Bastante por debajo de su predecesor, Oh Mercy, y de lo que a la sazón grababa con los Traveling Wilburys, Under The Red Sky (1990) es uno de los trabajos menos inspirados de Bob Dylan, lo que no equivale a decir que sea un truño. Poco aporta el montón de invitados que pasea sus instrumentos por el estudio —George Harrison, Elton John, los hermanos Vaughan, David Crosby, Slash…— y sus canciones crujen hasta quebrarse ante cualquier cotejo con las obras maestras del autor de Blonde On Blonde, pero de la escucha de la mitad de ellas no sale uno espantado.

Wiggle Wiggle es un divertimento breve y sin miga al que se yuxtapone el tema que da título al elepé y uno de los mejores del mismo. Under The Red Sky es una preciosa composición de pop evocativo que contrasta con el brío rocker de Unvelievable, que fuera single del álbum. Born In Time, que ya había sido registrada en versión más creativa y emocionante durante las sesiones de Oh Mercy, va en la línea de Under The Red Sky, otra bella canción que, en todo caso, ayuda a mitigar la mediocridad de T.V. Talkin' Song, rock vulgar e impropio de Zimmerman que cierra la primera cara.

La segunda es abierta por 10.000 Men, de cadencia y sonido bluesy típicamente dylanianos aunque lejos de hazañas pretéritas. Hortera y aliñada con mal gusto 2 × 2 es seguida de God Knows, que sube el nivel recurriendo de nuevo a un descarte de Oh Mercy y las guitarras de Jimmie y Stevie Ray Vaughan para regrabarlo. Ni el inequívoco órgano del maestro Al Kooper salva Handy Dandy, con Dylan y sus amigos de insufrible pachanga afrolatina que remata Cat's In The Well, otra pieza chabacana y punto final de Under The Red Sky, al que damos un cinco, aprobado raspado por los cinco temas salvables del conjunto, si bien entendemos a quien suspenda al creador de Highway 61 Revisited, John Wesley Harding, Blood On The Tracks o Desire: las credenciales son demasiado grandes.


jueves, 23 de abril de 2020

El ascetismo en el western


Las siete películas del oeste que en un periodo de cuatro años dirige Budd Boetticher protagonizadas por Randolph Scott tienen su máxima expresión en tres de las cuatro escritas por Burt Kennedy: Tras la pista de los asesinos (1956), la primera de todas, Los cautivos (1957) y Cabalgar en solitario (1959), culminación de un trabajo de depuración ascética y desnudez fílmica con la idea de contar breve y sintéticamente historias de venganza y violencia. El cazador de recompensas que esconde un secreto y encarna Scott y el hombre que le persigue (Lee Van Cleef), cada uno en compañía de unas cuantas personas, son retratados mediante un uso formidable del cinemascope y el color, encargados de narrar sus acciones y diálogos con una exactitud cortante que excluya cualquier elemento superfluo de psicología inane o vanidosa contemplación poética. No, aquí se va al grano. Y es justamente de eso de donde nace su belleza, que hay que saber buscar en cada encuadre. La naturaleza desértica que rodea a los varios hombres y una mujer que la recorren tiene una importancia idéntica a la de sus cuerpos —quietos o en movimiento—, como si la aridez del paisaje se traspasara a la cámara de Boetticher y determinase los actos de los personajes —sin subrayar las motivaciones— hasta su inexorable final. Al igual que Jacques Tourneur, Joseph H. Lewis u otros maestros acostumbrados a lidiar con la serie B, Boetticher extrae un enorme rendimiento artístico a las carencias económicas, concibiendo las limitaciones como acicate expresivo ajeno del todo a lo cutre o lo barato. La elegancia de la sobriedad, cual Dasiell Hammett del celuloide, se impone a cualquier otra consideración y guía los planos de este magistral western rodado por completo en exteriores, henchido de coherencia y perfección a pesar de su aparente falta de pretensiones. Lo cual no significa que desdeñemos los otros seis de la serie —jamás— sino que encumbramos este Ride Lonesome (en su lengua original) por las virtudes detalladas.

lunes, 20 de abril de 2020

Antichrist Superstar


Rock industrial nacido a la sombra del grunge, el de Antichrist Superstar —obra maestra de Marilyn Manson publicada en 1996— está fortísimamente atado a su tiempo, por el sonido y la producción de sus canciones y la portada y el diseño del libreto desplegable que acompaña al CD. Uno lo escucha y lo mira e inmediatamente lo asocia a grupos como Nine Inch Nails (no en vano produce Trent Reznor, a su vez al mando en el debut de la banda, Portrait Of An American Family) o al Bowie de 1. Outside, pero también a míticos thrillers como Seven, cuyos títulos de crédito y atmósfera macabra serán influencia que trascenderá el celuloide.


Depravación, satanismo, horror, provocación nauseabunda, furia o delirio nietzscheanos, decadencia de occidente… estos y otros calificativos se pueden leer (o aportar) si el segundo álbum de Marilyn Manson salta a la palestra, si bien el concepto filosófico que inspira este viaje al antisueño americano resulta irrelevante ante el poder sofocante de la música que corre en paralelo, pues estamos ante un gran disco de rock and roll del que abjuran las mentes cerradas y por el que se sienten ofendidos (¡váyanse al carajo!) los idiotas de siempre. Hardcore, heavy metal, emo, electrónica, stoner y pospunk se cruzan y alían en la búsqueda de un discurso propio que avanza firme y poderoso gracias a la agresividad de Irresponsible Hate Anthem, The Beautiful People, Little Horn, Angel With The Scabbed Wings o 1996 y la oscura belleza de Tourniquet, Mister Superstar, Kinderfeld, Minute Of Decay o Men That You Fear. (Perdonemos la estupidez de los ochenta y dos microcortes que conducen a la pista oculta de rigor en muchos de los CDs de la década de 1990, en este caso la número 99. Sin comentarios a pesar de mi bondad exculpatoria.)


El siguiente paso de Marilyn Manson, Mechanical Animals, perdió interés para mi gusto y dejé de seguir una carrera que, por escuchas aisladas, no creo que me vaya a decir demasiado. No obsta ello en absoluto para que este Antichrist Superstar me parezca un trabajo muy brillante de una banda que quemó aquí todos sus cartuchos y, de paso, provocó a una tropa de mamarrachos que de libertad de expresión artística saben lo que un servidor de setas birmanas. Rien de rien, que diría Édith Piaf


viernes, 17 de abril de 2020

Radio-Activity


De New Order y Depeche Moche a los Chemical Brothers y Prodigy, pasando por cientos de artistas más o menos evidentes, es imposible soslayar o disminuir la enorme influencia de Kraftwerk en la música popular electrónica desarrollada en las últimas cuatro décadas. Sea como fuere, la belleza radical de discos como este Radio-Activiy (1975) que nos ocupa jamás será alcanzada por epígonos de diversa categoría. Autobahn, anterior plástico del grupo de Düsseldorf, ya pregonaba cambios transcendentales en su sonido, cambios que aquí son corroborados mediante doce temas soberbios que no dudan en viajar de la melodía pop y pegadiza a la música concreta. Las voces, sintetizadores, instrumentos electrónicos, teclado, caja de ritmos y vocoder de Raff Hütter y Florian Schneider y las percusiones electrónicas de Karl Bartos y Wolfgang Flür ponen en pie un universo sonoro de personalidad aplastante basado conceptualmente en la radiocomunicación y las ondas hercianas, tema alrededor del cual gira el elepé. Del siglo XVII y la tradición barroca al XX y el krautrock que Hütter y Schneider habían practicado en sus primeras obras, sin olvidarse de las vanguardias cultas y el beat anglosajón, las armonías y ritmos de Radio-Activity aparecen como parte de un todo nacido en el mencionado Autobahn y continuados, con total coherencia y exquisita creatividad, en los siguientes Trans Europe Express, The Man-Machine y Computer World. Nueva vuelta tuerca de una banda germana, pues, a eso que conocemos por rock and roll pero que en los años setenta y en el país de Thomas Mann tornó mundo estético único si no incluso, y en ocasiones, antagónico. Bien en su versión alemana o inglesa, empezando siempre por el pulso del contador Geiger, disfruten de Radiocativity, Radioland, Antenna, Ohm Sweet Ohm y demás canciones dedicadas a la radio y unidas por un estilo al que no se puede encontrar par, solo sucesor de menor calado.


miércoles, 15 de abril de 2020

Tiger In Your Tank, Meanest Woman


En junio de 1960, un mes antes del mítico concierto de Newport del que saldrá el famoso e imprescindible disco en vivo de Muddy Waters, el maestro del blues eléctrico registraba con el mismo grupo que le acompañará sobre las tablas del festival este excelente single que hoy se pasea por nuestra casa. Tiger In Your Tank es una de las docenas de canciones que Willie Dixon escribió para otros artistas y formará parte del repertorio de At Newport 1960. Su energía y frenesí la acercan al rockabilly y hacen que contraste con Meanest Woman, blues de querencia boogie-woogie compuesto por Waters y dominado por la armónica de James Cotton que completa uno de los cinco sencillos que el autor de Hard Again graba aquel año para Chess. Breve, preciso y, sobre todo, delicioso.


lunes, 13 de abril de 2020

Love Cry


Última de las grabaciones en que Donald Ayler colabora con su hermano Albert, podríamos decir que Love Cry es un disco de free jazz canónico en el sentido estricto del término. Albert Ayler se siente libre de hacer lo que le dé la gana, de construir su jazz en un espacio situado entre Charles Mingus y Ornette Coleman con los ecos continuos de John Coltrane. La fanfarria disonante que en torno al reclamo del amor fabrican el saxo y voz puntual de Albert, la trompeta de Donald, el contrabajo de Alan Silva, la batería de Milford Graves y (en la mitad de los temas) el clavecín de Call Cobbs se expresa en su más honda radicalidad y trascendencia en los casi diez minutos finales de Universal Indians, pieza perfecta por su duración para forzar y extender —no conocen la paz o el descanso Albert Ayler y sus acólitos— todas las tensiones acumuladas durante los siete cortes anteriores. Grabado el 31 de agosto de 1967 y el 13 de febrero del año siguiente, lo que no trabaja en contra de su coherencia, no es Love Cry el mejor elepé del autor de Spiritual Unity, y el clavecín asoma como elemento discutible, pero tiene momentos (en cabeza la mencionada composición que lo cierra y la que lo inicia y pone título, no por casualidad sin Cobbs en ellas) que sin duda pueden hacer disfrutar al oyente interesado en el subgénero más extremo nacido de las ubres de Louis Armstrong, Count Basie y Duke Ellington.

viernes, 10 de abril de 2020

The Jimi Hendrix Experience BBC Sessions



Aunque la mitad de lo que contienen estas BBC Sessions de la Jimi Hendrix Experience ya se conocía por el doble elepé publicado por Rykodisc diez años antes (Radio One), el doble CD que MCA ponía a la venta en 1998 —con la pertinente aprobación de la familia del guitarrista— ampliaba sus excelencias con sonido remasterizado y libreto de veinticuatro páginas, un buen número de fotos y texto de David Sinclair. Garage, hard rock, psicodelia, funk y blues son fagocitados por un trío que en 1967, año del que provienen la mayoría de las grabaciones, se comía el mundo con su abrasiva personalidad tanto en directo como en estudio. Clásicos escritos por Hendrix (Foxy Lady, Fire, Burning Of The Midnight Lamp, Hear My Train A Comin', Purple Haze, etc.) se mezclan con versiones que llevan el lenguaje ácido y salvaje de la Experience a canciones de Bob Dylan, Willie Dixon, Curtis Knight, Robert Petway, Billy Roberts*, Leiber y Stoller, Howlin' Wolf, los Beatles, Stevie Wonder y Cream. La guitarra de Jimi Hendrix, el bajo de Noel Redding y la batería de Mitch Mitchell reescriben la música rock a su paso por la BBC (que los mencionados Dylan y Beatles llevan dos años modificando) mediante electricidad y percusión lacerantes que se alzan como voz nueva que iluminará —de los Stooges, Funkadelic, Led Zeppelin y Black Sabbath a Sonic Youth, Hüsker Dü, Jane's Addiction y Nirvana— a todo hijo de vecino que decida dedicarse al rock and roll con un mínimo de dignidad. El único pero que podemos poner a las BBC Sessions es la repetición de varios de los temas (cosa que en Radio One no sucedía), si bien las diferentes lecturas son atractivas y potentes, con lo que es reparo menor que no afecta a la capacidad del artefacto para hacernos gozar como posesos y expandir el arte de la Jimi Hendrix Experience más allá de Are You Experienced y Axis: Bold As Love. Aplausos, reverencias y mucha, mucha distorsión.

*Le acreditamos como autor de Hey Joe por no dar explicaciones sabidas y agotadoras.

miércoles, 8 de abril de 2020

Sophisticated Swing


El Cannonball Adderley que entra con su quinteto en el estudio en febrero de 1957 con la intención de registrar Sophisticated Swing es un músico todavía semidesconocido que está a punto de ser parte del grupo de Miles Davis; es decir, quien un año después grabará Somethin' Else, Portrait Of Cannonball y Milestones, tres obras maestras que, en solitario o con el autor de E.S.P., sublimarán el modelo de hard bop y alrededores mediante una musicalidad exquisita. No es el elepé que hoy proponemos tan refinado como dichas joyas pero el "swing sofisticado" del título (quizá eso sea el cool jazz) resulta del trabajo de un quinteto excelente, el formado por los hermanos Adderley, Cannonball al saxo alto, Nat a la corneta, Junior Mance (piano), Sam Jones (contrabajo) y Jimmy Cobb (batería). Unos intérpretes cuyas improvisaciones son extremadamente sólidas dentro de un conjunto que suena poderosísimo incluso cuando se trata de baladas como las sobresalientes adaptaciones de Spring Is Here y Stella By Starlight, en la que los Adderley dejan solos —convertidos puntualmente en trío— a Mance, Jones y Cobb. Es una excepción, claro, pues en el resto de temas la plenitud de las notas de su saxo y su corneta llena el espacio apoyada en unas teclas y una base rítmica radiantes y generosas. Si no obligatorio, Sophisticated Swing lo parece y ningún amante del jazz que lo adquiera se arrepentirá de ello. Lo que vendrá después, aun asumiendo su enormidad, no es razón alguna para negarlo u olvidarlo.

lunes, 6 de abril de 2020

Love Me Tender



Año clave en la carrera de Elvis Presley, en 1956 ven la luz sus dos primeros e imprescindibles elepés así como una serie de singles histórica en la que hallamos Hertbreak Hotel, Hound Dog o la estremecedora balada Love Me Tender, que es en realidad una actualización del clásico del siglo XIX Aura Lea. Si alguna vez alguien cantó como los ángeles no lo hizo mejor que Elvis aquí; si alguna vez el amor se hizo música no fue más amor ni música más bella que la liderada por el llamado rey del rock and roll. Los sentimientos de afecto eterno son, en la boca de Presley, axiomas indubitados durante los tres minutos escasos que tiene la canción, parapetados tras las cuerdas vocales del de Tupelo sin que la teoría científica o los ejemplos prácticos puedan derribarlos o —ni siquiera— cuestionarlos. Tal es en ocasiones el poder del arte. La cara B del sencillo la ocupa Any Way You Want Me, otro tema romántico que podríamos calificar como protosoul y sancionar como sobresaliente: todo lo que tocaba Elvis Presley a la sazón lo era. No obsta lo anterior para que nuestros halagos principales vayan para la otra mitad del plástico, pues la exigencia de Love Me Tender es excesiva. Pocas baladas tan emocionantes en su austeridad como la que hoy ha alumbrado Ragged Glory.

miércoles, 1 de abril de 2020

Verano fatal


Dos de los nombres más brillantes del rock español unían fuerzas en 2007 para cantar al Verano fatal. Nacho Vegas venía de colaborar con Enrique Bunbury en el excelente y doble El tiempo de las cerezas y Christina Rosenvinge, tras Continental 62, se preparaba para recuperar el castellano con el muy notable Tu labio superior. Siete canciones y veinticinco minutos son suficientes para saber del talento de ambos, tres de la autora de La joven Dolores, una del creador de La zona sucia y tres escritas a dos manos. Entre el folk (Me he perdido, Que nos parta un rayo, No lloro por ti), la tormenta noise (Humo, Verano fatal) y el pop (Ayer te vi, No pierdes lo que das) reconocemos la voz personal de Rosenvinge y Vegas y los ecos de artistas como Yo La Tengo, Sonic Youth, la Velvet Underground, los Stooges o PJ Harvey. Las letras hablan del amor (fatal, al igual que el verano del título) que ha surgido entre los dos músicos, amor con fecha de caducidad y aire malsano que se introduce en las composiciones y parece justificar uno de sus versos: "Hacer siempre lo incorrecto es una forma de acertar". Los de un Verano fatal que no desentona en la discografía de estos iconos de los sonidos independientes nacidos en este país.