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martes, 8 de abril de 2014
John Lennon/Plastic Ono Band
Pocas veces contenido y continente, fondo y forma, han ido tan de la mano como en el primer disco de John Lennon. El tópico del alma al desnudo es absolutamente cierto en las canciones que el beatle escribe para realizar el más dramático de los exhibicionismos emocionales, cuya puesta en escena goza de una instrumentación espartana que conduce no solo a la coherencia máxima con las letras, sino a la profundización en su poética del desgarro sentimental y el desasosiego. Publicado en 1970 junto con su gemelo (Yoko Ono/Plastic Ono Band), del que quizá algún día hablemos, John Lennon/Plastic Ono Band es uno de los ejercicios de introspección (que no solipsismo) más extraordinarios que haya dado el rock and roll, en el que Lennon alterna guitarra y piano acompañado simplemente por Ringo Starr y Klaus Woormann en la base rítmica. La sobria visión del autor de Imagine se impone sin fisuras a lo largo de todo el álbum, y la intervención de Phil Spector es poco más que anecdótica, al menos si la comparamos con la influencia que ha tenido sobre Let It Be, último elepé de los Fab Four dado a conocer unos meses atrás.
Aireando su más íntima cartografía desde el primer momento —por fuerza radicalmente subjetiva—, John Lennon abre Plastic Ono Band con Mother. El lúgubre tañido de una campana durante medio minuto nos introduce en un ambiente de dolor que nace de la infancia de Lennon, separado de unos padres a los que acaba implorando de manera espeluznante: "Mamá no te vayas / Papá ven a casa". La grave sencillez del tema, que casi parece un réquiem, llega a su cénit cuando Lennon repite angustiado y enfebrecido esos dos versos, cual fiera destrozada por la impotencia que acaba adueñándose de la composición. Hold On rebaja la (realmente insoportable) tensión sin eludir la austeridad, en una pequeña y relajada canción que habla de John y Yoko. Lennon sustituye el piano por la guitarra eléctrica, con la que continúa en I Found Out, aunque distorsionada y agresiva para cargar contra "esos majaras tensos que van por el mundo vestidos con el símbolo de la paz" y que "me asustan", premonitoria declaración a Rolling Stone. A solas con su guitarra acústica, Lennon canta al Working Class Hero, hermosísimo momento folk al que se yuxtapone Isolation, con Lennon recuperando el piano para asegurarnos —tan terrible como obvio, tan obvio como terrible— que "Tenemos miedo de todo el mundo" o que "El sol nunca desaparecerá / Pero puede que al mundo no le queden muchos años". Vuelve la infancia en Remember, cuya simple estructura cabalga cual mantra de los recuerdos. Love es un tema que juega a ser etéreo y lánguido, con John Lennon a la acústica y —esta vez— Phil Spector al piano. La cara más roquera del genio de Liverpool, que ya había asomado en I Found Out, se hace más reconocible en Well Well Well, especialmente cuando el corte se acelera. Look At Me es una joyita compuesta en la época del descomunal White Album, en la línea de Julia, y utilizando el mismo finger-picking aprendido de Donovan. Si no reverso de Mother, algo parecido, God es la culminación de una serie de revelaciones personales que, al alcanzar su más álgida expresión, bien podrían caer en el ridículo o el despropósito. Al exponer su yo más intimo sin vergüenza, Lennon nos habla de las cosas en las que ha dejado de creer, siendo la última de ellas —¡oh!— los mismísimos Beatles. "Solo creo en mí, Yoko y yo" añade para quien puede interesar. Es la manera en que Lennon canta esas palabras y el piano de Billy Preston los que dan credibilidad a unas afirmaciones tan discutibles como son los axiomas de nuevo cuño surgidos del interior de cada cual, ya sea éste uno de los autores de Rubber Soul y A Hard Day's Night o el tendero de enfrente. Una bellísima canción, sea como fuere, a la que siguen los cincuenta y tantos segundos —para decir adiós— de My Mummy's Dead, grabación de apariencia casera y fantasmal que deja una sensación extraña en el cuerpo por su brevedad y frialdad. Aun partiendo del haiku, la estética del tema es propia, y los resultados a los que llega no tienen por que emparentarse forzosamente con dicha forma lírica nipona: demasiada es la personalidad artística de John Lennon.
Como por todos es sabido, los años siguientes verán trabajos muy brillantes de nuestro hombre antes de su horrendo asesinato, bien se llamen Imagine, Mind Games o Rock 'N' Roll, pero ninguno escarba tan hondo como John Lennon/Plastic Ono Band, y, sobre todo, ninguno alcanza en mi opinión esa fusión tan perfecta y expresiva entre las cosas que quieres decir y el modo en que las dices. Al igual que acababa de demostrar George Harrison con All Things Must Pass y probará Paul McCartney con Ram al año siguiente, John Lennon dejaba constancia en su debut que los Beatles en solitario podían ser (casi) tan buenos como el grupo que les hizo universalmente famosos.
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