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lunes, 22 de mayo de 2023

Agents Of Fortune

Hay un giro evidente hacia terrenos menos agresivos y más comerciales en el cuarto disco de Blue Öyster Cult. Las estructuras poco convencionales de las canciones y el sonido acerado de los tres primeros elepés son dejados parcialmente de lado en Agents Of Fortune (1976), si bien el grupo neoyorquino sigue siendo una gran banda de rock and roll que desarrolla excelentemente composiciones de muchos quilates. 

Breve, inmediato y mordaz en el terreno lírico, This Ain't The Summer Of Love enseña unas garras rockers que no corresponden a lo que se va a yuxtaponer. True Confessions se encuentra mucho más cerca de Ian Hunter o Bruce Springsteen que de Black Sabbath o Led Zeppelin, para sorpresa de los fans que compraban el disco en el momento de su publicación. No abandonaba esa querencia pop (Don't Fear) The Ripper, bellísimo canto existencial y romántico que, además de ser el mayor éxito de los autores de Secret Treaties, tiene ese aire misterioso de los mejores temas del quinteto. E.T.I. (Extra Terrestrial Intelligence) luce músculo hard pero The Revenge Of Vera Gemini retoma el camino pop en una canción escrita por Albert Bouchard (que además de tocar la batería ejerce de vocalista) y Patti Smith en la que los teclados de Allen Lanier son protagonistas. Son sus teclados, precisamente, los que abren Sinful Love, que también canta y coescribe Bouchard y en la que sobresale Buck Dharma a las seis cuerdas. Tattoo Vampire es un pelotazo de rock duro que contrasta con la épica y atmosférica Morning Final, un corte de una exuberancia musical que podríamos calificar de góspel rock. Tenderloin provoca sensaciones similares a las de (Don't Fear) The Ripper antes de que Debbie Denise (de nuevo el tándem Bouchard/Smith en la escritura) complete el plástico con una deliciosa suma de pop, folk y arena rock. Los tiempos cambiaban y Blue Öyster Cult con ellos.

lunes, 16 de noviembre de 2020

Blue Öyster Cult

Todo lo que reafirmarán magistralmente Tyranny And Mutation y Secret Treaties ya está especificado en el debut homónimo de Blue Öyster Cult de 1972. La peculiar construcción de las composiciones que hace que la etiqueta hard rock no sirva para describirlas con una mínima exactitud se extiende cual palmaria declaración de intenciones a lo largo de los diez temas de un primer paso sólido que anuncia y ofrece una mirada genuina en el tantas veces plagiario mundo del rock and roll. Si: Alice Cooper, Black Sabbath, MC5, Blue Cheer, Jeff Beck Group, Cactus u otros nombres acudirán a la cabeza del oyente a modo de espadas negacionistas de la originalidad del grupo neoyorquino, pero lo que en otros es imitación u homenaje aquí son referencias sobre las que esculpir un sonido particular sin encubrirlas. Una función heterogénea —que abre Transmaniacon MC  y cierra Redeemed— en la que vamos a encontrar rock pesado, high energy, boogie, progresivo, psicodelia e incluso country y pop subsumidos por el misterio de las armonías, una puesta en escena excelente y sumamente creativa de guitarras, teclados y base rítmica y la posibilidad de dar con diferentes canciones en una y diversos universos a lo largo del elepé; un discurso, en definitiva, que huye de lugares comunes y no para de sorprender a pesar de las muchas escuchas. Blue Öyster Cult: el primer paso de una carrera que hará de la banda de Buck Dharma y Eric Bloom una de las mejores de los años setenta y —me atrevería a decir— de todos los tiempos. Que no se nos quede en el tintero entre tanto nombrar a Led Zeppelin, Thin Lizzy o AC/DC.

viernes, 1 de julio de 2016

Secret Treaties


Tercer elepé de Blue Öyster Cult, Secret Treaties (1974) confirmaba y ensanchaba la tremenda personalidad de un grupo a la sazón en un espléndido estado de forma, completando una trilogía excelente junto con Blue Öyster Cult y Tyranny And Mutation, cumbre de la banda e influencia tácita o explícita de muchas otras en todo el mundo, Radio Birdman especialmente. Así es. En la música del sexteto australiano burbujean constantemente los ecos del quinteto norteamericano, ecos que, en el caso de Secret Treaties, son evidencias, pues el título del debut de Birdman (Radios Appear) está sacado de Dominance And Submission y uno de sus temas, Man With Goden Helmet, desciende de Subhuman. 

A situar entre el rock duro y el progresivo, aunque más cerca del primero, las canciones del grupo neoyorquino —ocho en el caso que nos ocupa, incluidas las dos citadas— se asemejan a extraños edificios en los que uno se siente cómodo pero percibe cientos de detalles constructivos diferentes. Armonías misteriosas, inesperadas sumas de acordes, atmósferas oníricas y matices instrumentales que, como la obra clásica y coetánea de Alice Cooper, se esfuerzan en dar una visión particular de lo que conocemos como rock and roll, pues, eso sí, de la música del diablo seguimos hablando. Bien sean Albert Bouchard, Eric Bloom, Buck Dharma o Albert Buchard (es decir, cualquier miembro excepto el imprescindible teclista y guitarrista Allen Lanier) quienes traigan las melodías, o Patti Smith, el coproductor Sandy Pearlman o Richard Meltzer los responsable de las letras, el resultado es esplendoroso, técnicamente soberbio y artísticamente coherente. La personalidad de cada uno de los autores a la hora de escribir  se disuelve en el conjunto del sonido de la banda, capaces sus miembros de subsumir sus habilidades en favor de un discurso colectivo arrollador al interpretar unas composiciones procedentes de diferentes mentes creadoras. No hay en Secret Treaties un solo segundo que desperdiciar, pero es de justicia reconocer que un remate como el de Astronomy —por su extensión, por la evolución de su estructura, por el contraste entre su delicada apertura y su desaforado cierre— eleva al elepé a los más alto y corrobora, asienta su categoría de obra maestra.

Nunca repetirá Blue Öyster Cult una hazaña como la aquí relatada, pero trabajos como Agents Of Fortune o Spectres mantendrán el nivel del grupo en los años setenta. Olvidado posteriormente, es pertinente colocarlo —entre los Stooges y Led Zeppelin, entre MC5 y Black Sabbath— cerca de lo mejor de aquella década, pertinaz en defender un sello propio y huir de esquemas que no fueran los suyos. O lo que diferencia a los mejores de los simplemente buenos.

 

lunes, 19 de mayo de 2014

Spectres


La mezcla de hard, high energy y progresivo de sus tres primeros elepés había dado paso a terrenos más comerciales en el cuarto aunque no menos excelente álbum de Blue Öyster Cult, Agents Of Fortune. Lo que se perdía en complejidad se ganaba en inmediatez sin restar calidad ni expurgar la peculiar naturaleza del quinteto neoyorquino. Su siguiente disco va a profundizar en esa concepción dando como resultado una serie de canciones deliciosas bajo el título de Spectres (1977), curiosamente muy alejada del punk, que algo debe al grupo de Eric Bloom por mucho que todavía haya gente a la que no se lo parezca.

Invocando al mítico monstruo nipón Godzilla, el trabajo se abre con un espléndido medio tiempo convertido desde hace tiempo en clásico. Que sea uno de uno de los momentos más metálicos del álbum no invalida nuestras afirmaciones previas, pues en Golden Age Of Leather —de inmediato— se cocina una curiosa receta en la que alumbra la faceta más experimental de la banda apelando al mismo tiempo al arena rock y el power pop. Death Valley Nights es una atmosférica balada que no reniega de los punteos afilados, y en la que Allen Lanier y sus teclados cobran mucha importancia para mantenerla en Searchin' For Celine, torrente de funk rock inspirado en el autor de la esencial novela Viaje al fin de la noche… aunque en la letra se hable de una mujer. Fireworks desciende de (Don't) Fear The Reaper y contiene uno de los estribillos más pegajosos jamás creados por Blue Öyster Cult. R. U. Ready To Rock repite el esquema de Godzilla, acelerando en su tramo final para así marcar las diferencias. Presididas por un teclado sintetizado, Celestial The Queen y Goin' Through The Motions sacan un ramalazo a lo Electric Light Orchestra que en su hipérbole resulta, bajo mi punto de vista, lo más flojo de la partida. Pero no importa demasiado; el mundo de la noche y las tinieblas sirve para que los autores de Secret Treaties nos regalen dos de los temas más redondos de toda su carrera. El amor, la oscuridad y los vampiros se funden en I Love The Night y Nosferatu, y en nada envidia la belleza de los sonidos grabados por Blue Öyster Cult a la de las imágenes logradas por Murnau en su visión del conde Drácula. Quién mejor que el lascivo e impenitente personaje inmortalizado por Bram Stoker para cerrar un texto que ha hablado de un elepé llamado Spectres. Aunque muchos lo sean ya en vida.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Tyranny And Mutation


Que Blue Öyster Cult sea una de las principales influencias del high energy y el punk rock que, de Radio Birdman en adelante, se cuece en Australia tan altivo, dramático y penetrante, puede sonar extraño si hablamos de uno de los más característicos (y mejores) grupos del hard rock americano de los setenta. No si escuchamos atentamente su música. Su primer y excelente elepé ya llamaba a situar a la banda neoyorquina en algún lugar entre Led Zeppelin y Stooges, o, si se quiere, entre Black Sabbath y MC5. Nada que merme sus peculiaridades, por supuesto, pero que puede ayudar a comprender su original idiosincrasia.

Tyranny And Mutation (1973), segundo paso de una discografía que hasta Spectres (quinto) no tendrá tacha, mantiene las musculosas, pero muy melódicas e inquietas, razones de su debut, quizá superándolas. The Red & The Black, un tema rápido con ecos de Jimi Hendrix y soberanos punteos de guitarra, abre juego. Un riff con sabor a T. Rex conduce O.D.'d On Like Itself. Hot Rails To Hell y 7 Screaming Diz-Busters continúan con la orgía guitarrera, aunque las teclas de Allen Lanier cobren especial protagonismo en los casi siete minutos de la segunda. Hasta aquí la primera parte del disco, The Black. La segunda, The Red, la inicia Baby Ice Dog, o el boogie y el country deconstruidos por Blue Öyster Cult. Es entonces cuando, sin que sufra el conjunto, cambia la orientación del elepé, pues sus tres últimos cortes —Wings Wetted Down, Teen Archer y Mistress Of The Salmon Salt (Quicklime Girl)— muestran la faceta más atmosférica y progresiva del grupo, expandiendo el álbum sin que pierda intensidad o calidad algunas.


Marcial y sensible, con Eric Bloom a la cabeza, Tyranny And Mutation es para muchos la obra maestra de Blue Öyster Cult; no pondré yo pegas a ello, pero tampoco las pondría si el trabajo escogido fuese el homónimo debut o el posterior Secret Treaties. Cualquiera me vale para disfrutar de un grupo del que se habla menos de lo que su categoría nos aconseja.