Si algo se llevó Klaus Dinger de Neu! a La Düsseldorf —aparte del motorik— fue la capacidad de sorpresa y la alergia a las frases hechas. El segundo disco del grupo teutón (Viva, 1978) lo deja claro cuando analizamos por separado sus seis pistas: ¡qué capacidad para huir de clasificaciones y reinventarse continuamente en un solo elepé!, ¡qué desprecio por los lugares comunes en los que tan cómodo se siente el oyente para el que los patrones musicales son los que dicta el estilo al que se adscribe cual las órdenes las sectas o los medios de comunicación de masas!
Viva abre y titula el elepé a ritmo de techno rock y estribillo para celebrar. Antes de finalizar se funde con White Overalls, trallazo punk/glam seguido del instrumental Rheinita, cerca de ocho minutos en los que el techno recibe tratamiento kraut (o el kraut tratamiento techno) y las concomitancias con Kraftwerk (banda en la que militó, como es sabido, Dinger en sus inicios) son evidentes. Si en los álbumes de Neu! habíamos escuchado el agua o el viento, aquí es el sonido de los pájaros el que constituye esa miniatura que es Vögel. El motorik, ya lo decíamos, asoma en Geld, aunque en su versión punk rock, subgénero que ya habían anunciado tanto Neu! como La Düsseldorf en su homónimo debut y a quien nadie puede extrañar que asome por segunda vez por aquí.
Pero por encima del resto destacan en Viva los veinte minutos de Cha Cha 2000, tour de force de jubilosa musicalidad. Si hasta este momento habíamos escuchado las voces, percusiones, guitarras y teclados de Klaus Dinger, la percusión de su hermano Thomas, las voces y percusión de Hans Lampe y el bajo de Harald Konietzko, que se había agregado en Geld, aquí se suma el piano de Andreas Schell, cuyas teclas van a ser protagonistas del extenso interludio que interrumpe a mitad de camino la efusiva marcha de techno pop progresivo que domina el tema y que se encarga de llevarnos felices hasta el final. El de un trabajo que en los estertores del krautrock clásico todavía lo defendía con dignidad.