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jueves, 29 de junio de 2017
Crimes Against Music
"David Bowie lo hizo, The Band lo hizo, Dwight Yoakam, los Ventures, Willie Nelson y Lennon y McCartney (por separado) lo hicieron. Todos ellos grabaron álbumes completos de canciones que no habían escrito. Ahora los Rubinoos dan un paso adelante y llevan el concepto de álbum de versiones directamente al terreno del pop puro", comienza el texto de Bob Merlis para el Crimes Against Music que el grupo de Jon Rubin publicaba en 2002. A principios de siglo los Rubinoos eran una banda prácticamente olvidada, pero para los amantes del power pop seguían siendo los autores de uno de los debuts más aclamados del subgénero. Disueltos en los años ochenta, reunidos en los noventa, la formación que graba estos simpáticos "crímenes contra la música" (que, evidentemente, no lo son) mantiene la columna vertebral del grupo —Rubin, Tommy Dunbar, Al Chan— para convertir en "pop puro" lo que, en su mayoría y más o menos puro, ya lo era.
La selección de los temas, temazos, deja claro su buen gusto, tanto por las composiciones en sí mismas como por los arreglos, sobre todo de viento, a los que son sometidas. Seis son de los sesenta, cinco de los setenta y dos de los ochenta, proporción que no parece casual a la hora de conocer y valorar las influencias de los Rubinoos. De las de la primera década destaco la lectura a capela de la extraordinaria Heroes And Villains de los Beach Boys; de las de los setenta, el barniz soul y funk que se da al Pump It Up de Elvis Costello; y, por último, de las de la década de 1980, el aire folk y country, sin dejar de ser pop, que adquiere el Thorn In My Side de Eurythmics. No por ello olvido que por el disco pasan también los Yardbirds (Evil Hearted You), Del Shannon (Hats Off To Larry), Flamin Groovies (Shake Some Action) o Utopia (There Goes My Inspiration), entre otros que animo al lector a descubrir y disfrutar en el caso de que no haya catado Crimes Against Music. Aunque construido sobre una base ajena, un muy buen trabajo.
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