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jueves, 5 de diciembre de 2024

Care Of Cell 44

Oda carcelaria de pop sinfónico colindante con el de los Beach Boys, la de Care Of Cell 44 sirve igual para encabezar el colosal Odessey And Oracle de los Zombies que para haber sido publicado antes (en 1967) como single del grupo inglés. Voces, bajo, batería, clave y mellotron se funden en una pieza espléndida acompañada de otra no menos hermosa que también formará parte del segundo plástico zombie. Maybe After He's Gone ejecuta un pop sentimental y barroco que te arrastra en su tristeza durante las estrofas pero levanta tu ánimo en el estribillo, las contradicciones propias del amor hechas canción. Dos composiciones, la primera de Rod Argent, la segunda de Chris White, que hacen de la galleta que ocupan una joya a recordar junto con otros sencillos del mismo periodo de Beatles, Kinks, Love o de los autores de Friends arriba citados.


 

jueves, 9 de marzo de 2023

Time Of The Season


No, no es Stand By Me la canción que sugieren las notas del bajo de Chris White, ni es Ben E. King quien se va a poner al micrófono. Es Colin Blunstone quien canta Time Of The Season, joya inmortal de los Zombies que, como bien sabía Borges y para quien quiera entender, demuestra por enésima ocasión que del original nace la copia, de la copia el original y así sucesivamente. Si la composición de Rod Argent es un conjunto sobresaliente de pop barroco, son sus dos solos celestiales de órgano descendientes de Jimmy Smith los que catapultan al tema a ese lugar donde muy pocas obras de arte tienen espacio. No tuvo sin embargo éxito la presentación británica en sociedad en 1968 de un fantástico single cuya cara B ocupaba una emotiva canción de White, I'll Call You Mine; éxito que, sin embargo y sin que nadie los esperase, Time Of The Season tendría en Estados Unidos acompañada de otro excelente tema de Chris White (Friends Of Mine) que ya se conocía por su inclusión en Odessey And Oracle. Sin embargo, era ya 1969 y los Zombies habían dejado existir sin que la banda disfrutase de una fama bien merecida. Cumbres sonoras de tal calibre no nacen todos los días.

jueves, 21 de julio de 2022

Odessey And Oracle

El pop como derivado del rock and roll alcanza en la segunda mitad de los años sesenta del siglo XX una perfección formal —muchas veces llamada barroca— que se refleja majestuosa en una tetralogía —elegida por nosotros pero no caprichosa o ad hoc— que entre 1965 y 1968 ponen en pie Beatles, Beach Boys, Love y Zombies. En efecto. El grado de belleza y personalidad que exhiben Rubber Soul, Pet Sounds, Forever Changes y Odessey And Oracle no tiene parangón en su reluciente e imaginativo acabado, banda sonora de su época al mismo tiempo que muestra de talento reluctante al mimetismo o la coyuntura.

Puesto a la venta en abril del 68, cuando el grupo ya no existe y en Francia se preparan las barricadas, Odessey And Oracle deviene la más hermosa de las despedidas, el adiós de una banda que se marcha alcanzando el orgasmo artístico y el adiós —prácticamente— de un modo de hacer música que en los setenta habrá quedado borrado del mapa o soslayado hasta su mínima expresión. Desde la sinfónica Care Of Cell 44, o la alegría de quien espera a que su compañero de celda salga de la cárcel, hasta la rompedora Time Of The Season —single que a la postre daría la fama a los (no) Zombies en 1969—, o cómo partir de una canción (Stand By Me) y lograr otra cosa totalmente distinta que contiene uno de los mejores solos de órgano que he escuchado, el elepé se rebela contra la abulia compositora y creativa mediante cinco temas de Rod Argent (los dos citados entre ellos) y siete de Chris White (joyas del nivel estratosférico de Beechwood Park, Brief Candles o un Changes de mismo título y categoría que el posterior de Bowie). 

Da igual que nombre uno u otro corte, me engaño a mí mismo y lo hago al lector: la pulcritud y el perfeccionismo de las melodías, las voces, las armonías vocales y todos los instrumentos que se escuchan afectan a las doce piezas por igual, doce movimientos de un trabajo que funciona como un conjunto indivisible aunque —secreto de los maestros— la escucha individual de sus composiciones les dé una entidad que dibuje sus virtudes particulares (particularísimas) para volver a formar parte sin problema alguno de los treinta y cinco minutos inmaculados y radiantes de Odessey And Oracle. Por mucho que el diseñador de su portada escribiese mal la primera palabra del título. Errare humanum est… las máquinas no se equivocan… y el fallo da carta de naturaleza a los (múltiples aquí) aciertos.