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lunes, 8 de agosto de 2011

Tiger By The Tail

Podría poner el grito en el cielo, pero ni tengo la edad, ni serviría de nada, ni, en el fondo, sería justo. ¿Quién soy yo para criticar los gustos de cada cual? Negative Waves es, en mi opinión, uno de los mejores discos de rock de los años ochenta. El grupo que lo grabó, Bored!, supo combinar como nadie metal, high energy, punk y noise en aquel impresionante elepé que venía a ser la puesta al día de Raw Power. Sí, lo sé, nadie conoce Negative Waves. A Dave Thomas, cantante y guitarrista de Bored!, le debemos además la producción de los dos primeros y extraordinarios discos de Asteroid B-612, otra esencial banda australiana cuya obra, mayormente cocinada en los años noventa, se come con patatas todo el grunge de Seattle. Pues bien, este necesario sujeto (más Thomas y menos Bonos y Coverdales, por favor) dio a luz hace unos años a un grupo al que puso por nombre Tiger By The Tail, y que publicó un álbum homónimo en 2006. No les suena, ¿verdad? Bang! Records —discográfica española especializada en electricidad antípoda a la que habría que poner un monumento— lo editó en compacto y vinilo para los amantes del mejor rock and roll underground (pero ¿lo hay mainstream últimamente?) que todavía adquieren música en formatos físicos. ¿Y qué tenemos? Tenemos una obra maestra de la misma intensidad que Negative Waves, pero que mama de fuentes más amplias para expandir el espectro en el que se movía Bored! Son aquí las guitarras saturadas igualmente protagonistas, pero el peso del kraut, el after punk y el indie se hace notar en las composiciones y el sonido. Hay retazos de Neu!, Joy Division, Sonic Youth, Pixies, Dinosaur Jr., Cramps, etc., pero son sólo eso, ya que Tiger By The Tail exhibe una personalidad avasalladora, una agresividad tajante cuando toca y once canciones sobresalientes que no dan tregua. Ya que he quedado en no quejarme, no lo haré. Espero que al menos algún lector de Ragged Glory se anime a escuchar el disco reseñado y descubra que todavía en el siglo XXI se hace rock excitante e indagador. Los responsables de Bang! lo saben de sobra.