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sábado, 7 de marzo de 2015
Hello Herbie
Reunión de antiguos amigos, la de Oscar Peterson y Herb Ellis en una pequeña ciudad alemana —Villingen (a punto de fundirse entonces con la vecina Schwenningen)—, en el estudio del productor Hans Georg Brunner-Schwer, es uno de esos deliciosos secretos que el mundo del jazz guarda sinnúmero a lo largo de su historia. Sesiones relajadas en las que la máxima pretensión es pasar un buen rato siguen iluminando décadas después al oyente que a ellas se acerca inadvertido o escéptico. Es el caso, sin duda, de las dos que, un 5 y un 6 de noviembre de 1969, el trío de Oscar Peterson, aumentado a cuarteto por quien ya formara parte de él en los años cincuenta, registra saludando a su nuevo miembro: Hello Herbie. Swing, blues (tres de los sietes cortes llevan este género en su título), ritmo y diversión son los vocablos adecuados para describir el disco que hoy analizamos, música atemporal —tal y como dice Peterson en las notas del elepé— extraída por el pianista canadiense, Herb Ellis (guitarra), Sam Jones (contrabajo) y Bob Durham (batería) de la intimidad más feliz e innegociable. Desde el Naptown Blues que abre el álbum hasta el Seven Come Eleven que lo cierra, los intérpretes muestran el más puro desparpajo, haciendo del sentimiento el receptáculo de una técnica totalmente domesticada en beneficio de la emoción. No logra ni persigue, sin embargo, esta subordinación ocultar el enorme talento que sostiene los temas, bien sea su tempo rápido o lento. Citemos a modo de ejemplo los dos que se yuxtaponen al comienzo de la segunda cara, Blues for H.G. y A Lovely Way To Spend An Evening. Tanto en la velocidad del primero como en la calma de la balada posterior es soberbia la manera del cuarteto de dominar las diferentes cadencias a las que se enfrenta, realizando Peterson y Ellis improvisaciones de incandescente sensibilidad capaces de arrebatar el ánimo a cualquiera. Ejemplo el traído que vale de epítome del trabajo completo, arcano relativo que corrobora las enormes capacidades de Oscar Peterson y Herb Ellis en este entrañable reencuentro en el sur de Alemania cuando la década de 1960 tocaba a su fin.
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