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jueves, 23 de noviembre de 2023

Heartache

Que Elektra (o Asylum) vio posibilidades comerciales (o se las hicieron ver) en el segundo disco de los Dictators (Manifest Destiny) lo demuestran singles como el que hoy comentamos, también de 1977 y publicado en Alemania y España, a la caza en nuestro país de roqueros hambrientos de punk rock que se sacudían las telarañas de una dictadura que intentaba abrirse paso a la democracia —sin perjuicio de quienes obraron de buena voluntad y habían estado encarcelados durante el periodo de oscurantismo fascista— de la mano de un rey nombrado por el propio dictador.

Mientras la transición española seguía su camino, el aficionado podía adquirir, además del elepé nombrado, esta galleta de otros dictadores, éstos musicales y de Nueva York, que encabezaba Heartache y completaba la lectura del inmortal, imbatible y asesino Search And Destroy stooge. Canciones ambas que asimismo figuraban en el álbum, nos instruyen igualmente en la dicotomía que éste sufría, gozaba o albergaba. La primera ofrece una versión pop y comercial del entonces sexteto mediante una composición deliciosa de Andy Shernoff que, de una u otra manera, se extendía a los seis primeros temas del trabajo. La segunda, la que se acoge al ideario high energy de los maestros de Detroit, es el tercero de los cortes (tras Science Gone Too Far! y Young, Fast, Scientific) que completan Manifest Destiny defendiendo el rock and roll macarra, desenfadado y cachondo que siempre ha sentado mejor a los autores de Bloodbrothers. Obviamente, y por muy buen guitarrista que sea Ross The Boss, cualquier apropiación del clásico que abría Raw Power no llega a su altura, pero los Dictators lo adaptan a su universo y nos hacen gozar de él desde otra perspectiva.

Traducidos al castellano en la contraportada del sencillo (miren, miren) como Penas del corazón (bueno…) y Busca y destruye (correcto), los dos temas nos hablan de la misma banda mostrando diferentes facetas, quizá dos significantes para una un solo significado, el que responde al de música del diablo primigenia y extensiones que no alteran su prurito popular e inmediato. En todo caso, el de un grupo que aquí amamos con pasión absoluta. Cualquier seguidor de Ragged Glory lo confirmará inmediatamente.


 

lunes, 16 de octubre de 2023

The Next Big Thing EP

En paralelo a la reedición por su cuadragésimo aniversario de Go Girl Crazy!, el mítico debut de los Dictators, aparecía The Next Big Thing EP —días antes y también en 2015—, una golosina de diez pulgadas y vinilo rojo que a los fanáticos del grupo neoyorquino nos encanta poseer, mirar, tocar y escuchar, pero que resultará secundaria para aquél que nunca se haya adentrado —¿cómo, que aún queda alguien?, ¡pecado mortal!— en la esencial obra de los autores de Bloodbrothers.

Con el habitual sentido del humor de Andy Shernoff y compañía, la cara A lleva por título Remezclada, sobreproducida y totalmente arruinada reimaginada por Andrew W.K.!, quien mejora el sonido original de The Next Big Thing, Two Tub Man y Weekend, clásicos del cancionero dictatorial que juntos y tratados por W.K. vuelven a enamorarnos de una banda de la que Handsome Dick Manitoba todavía no formaba parte a pesar de ser ya su "arma secreta" e imagen de portada.

La cara B (Descartes previamente no publicados de la sesión de Go Girl Crazy) ofrece tomas alternativas de tres temas más. Backseat Boogie había sido dado a conocer en el recopilatorio de Norton Every Day Is Saturday, y la versión diferente que aquí escuchamos me hace preguntarme otra vez cómo pudo quedar fuera del primer disco de los Tators semejante y rocanrolera delicia. The Next Big Thing suena algo peor, más deslavazada, que la lectura que acabó en el elepé, y no goza del espectacular solo de guitarra de Ross The Boss que la llevaba al cielo. Un Weekend instrumental que no pasa de anécdota cierra la segunda mitad de un The Next Big Thing EP que es lo que es aunque a los incondicionales de los Dictators nos saque la sonrisa. Siempre serán los (nuestros) héroes ocultos del punk rock.


 

jueves, 19 de marzo de 2020

16 Forever


Que Norton editara 16 Forever como single en 2007 fue un hecho de justicia poética. Soberbia canción que especia con pop el punk rock de los Dictators, había sido grabada en 1978 pero no fue conocida hasta que en 1987 la registraron los Nomads, gesto al que el quinteto neoyorquino respondería incluyendo una nueva versión en un homenaje al grupo sueco publicado en 2003. Acompaña en la otra cara a esta reivindicación de la adolescencia una de las mejores composiciones de Andy Shernoff, la gloriosa Stay With Me, en este caso en lectura maquetera —maquetera pero espectacular— previa a la definitva de Bloodbrothers. Sí, ambos temas también estaban en el doble elepé del mismo año Every Day Is Saturday, pero 16 Forever merecía singularidad debido a su mala suerte y su altísima calidad, conjunción reparada por el sencillo de la discográfica neoyorquina. Y es que ya lo había cantado Johnny Burnette hacía años: "You're sixteen, you're beautiful and you're mine". Que mejor que los autores de Go Girl Crazy! para recordarlo a su manera.

lunes, 5 de octubre de 2015

I Am Right y Who Will Save Rock 'N' Roll?


Unos años antes de volver por todo lo alto —a principios de siglo y con su cuarto elepé, D.F.F.D.—, los Dictators ya habían dado señales de vida discográfica con dos gloriosos singles que les mostraban tan incandescentes y adictivos como en la época de Bloodbrothers. Normal, pues, que tres de sus cuatro canciones acabaran formando parte de su álbum de retorno.


El primero de los sencillos lo publicaba Norton en 1996, encabezado por I Am Right, trallazo descendiente del único y soberbio disco de Manitoba's Wild Kingdom (…And You?), en concreto de su segunda cara, en el que, por encima de todo, destaca la extática descarga eléctrica de Ross The Boss, voraz, profusa y capaz de desanimar a cualquiera que piense que toca bien la guitarra o que algún día logrará hacerlo. Loyola, la cara B, es un clásico del quinteto neoyorquino que nunca antes había sido fijado en el estudio a pesar de datar de la década de 1970. Descomunal pieza de power pop e himno concluyente de arquitectura exacta y emociones adolescentes, la historia de la chica de dieciséis años que "puede conducir toda la noche (…) soñando que es una estrella del rock and roll" produce en quien esto escribe una atracción irresistible que el paso del tiempo no ha menoscabado.


Parido al año siguiente, Who Will Save Rock 'N' Roll? verá la luz bajo el sello de Imposible Records, marca hispana encargada de que tan impresionante composición de Andy Shernoff —¿el último gran rock and roll escrito?— sea saboreada emocionada por la parroquia roquera adicta a los Dictators o recién llegada a la música del grupo. Mirada adulta al arte con el que se crio, Shernoff se distancia del amor de su vida al reconocer que su generación no va a salvar el rock and roll, dando a entender que éste —quizás— ya no tenga salvación, aunque posiblemente tampoco la necesite. Extraordinariamente interpretada por la banda, cada vez que escucho la canción no puedo evitar estar ante el epitafio de un género que, cuatro décadas después de haber nacido, no encuentra recambio para bandas como los Beatles o los Stooges, ambas citadas en la letra del tema. No menos genial, The Savage Beat habla de sonidos primitivos y ritmos salvajes, ahondando en el mismo asunto de tiempos pasados (y mejores) que aquí representan los Stones y Bo Diddley.


Como comentaba al principio, excepto Loyola, el resto de canciones de los dos singles irá a parar al último elepé en estudio de los Dictators, cuyo mérito será dar con nueve más que no desentonen y brillen a la altura de aquéllas. En fin, que, sea de esto lo que fuere, lo que parece indudable es que con el grupo de Handsome Dick Manitoba convertido en una mera (aunque saludable y vistosa) recreación escénica de glorias pretéritas —remota o nula la posibilidad de que Andy Shernoff se una a la troupe o escriba material para ella—, las probabilidades de que el futuro del rock and roll esté en manos de los autores de Go Girl Crazy! son las mismas de que Elvis resucite (en el caso de que realmente esté muerto) o de que en enero haga calor en Teruel… siempre en el caso de que dicho futuro tenga importancia alguna o no sea sino una entelequia. Mientras tanto, y absteniéndonos de sacar conclusiones o de seguir elucubrando, los cerca de doce minutos de bendición sonora que hemos exprimido en esta entrada vuelven a girar en el plato para quitarnos la palabra, la voz y hasta la razón si hiciera falta. "I am right!!!"

martes, 8 de septiembre de 2015

Go Girl Crazy!


Primer disco punk o eslabón protopunk entre el segundo de los New York Dolls y el debut de los Ramones —escoja el lector lo que desee—, Go Girl Crazy! (1975) es la carta de presentación de uno de los grupos más deliciosos e imprescindibles de la historia del rock and roll, favorito innegociable de esta casa: los Dictators. Todavía formalmente un cuarteto (Handsome Dick Manitoba es el "Arma Secreta" que esconden los créditos), la banda de Andy Shernoff huye como de la peste de las grandilocuencias sinfónicas y progresivas sobre las que vomitará el punk rock para acercarse a la sencillez primigenia y seminal de la música del diablo. Las melodías y las letras de los sietes temas de Shernoff y las dos versiones escogidas remiten constantemente a la diversión, a la fiesta y a la (eterna) adolescencia, si bien los furibundos solos de la guitarra de Ross The Boss —técnica, fuerza y pasión de la mano— y los riffs de la de Top Ten crean un sonido muy peculiar que introduce en el grupo trazas de hard rock, dándole una personalidad que le hará difícil casar con exactitud en esta o aquella escena o estilo. Añádase un gusto por el cachondeo constante y la ironía desmitificadora de Andy Shernoff —vocalista principal del disco a pesar de que Manitoba ya pega cuatro alaridos—, y tendremos el plano general al que vamos a acercarnos en sucesivos travellings.


Más conocido por la réplica que de él han hecho Ramones, Hanoi Rocks o Turbonegro, el riff de The Next Big Thing tarda casi un minuto en hacer acto de aparición, pero cuando empieza a sonar se apodera de la canción que lo contiene y —excepto el tramo en el que Ross The Boss castiga su instrumento con un tremendo punteo— ejerce su dominio durante el resto del corte. I Got You Babe es la macarra apropiación que los Dictators hacen del clásico de Sonny & Cher que, años después, despertará día sí, día también a Bill Murray en la inolvidable comedia Atrapado en el tiempo. Back To Africa une reggae y high energy y encierra a un Ross The Boss desatado, feroz en esta "vuelta a África". La filosofía de la banda a la sazón —y su sentido del humor— queda clara en Master Race Rock, pues:

"Podemos sudar y apestar
Podemos comer y beber
No hacemos lo que nos dicen
¡Y nos da miedo crecer!".

Teengenerate y la lectura del mítico California Sun son dos joyas que, entre el punk y el power pop, desprenden alegría, felicidad y las ganas de comerse el mundo que Andy Shernoff, Stu Boy King, Ross The Boss y Top Ten trasmiten al oyente mediante, respectivamente, bajo y voz, batería y guitarras. Two Tub Man es una de las piezas más agresivas del álbum, y en ella quien es roadie, mascota y amigo —Manitoba— reclama el puesto que en breve será suyo: el de cantante oficial del huracán neoyorquino. Himno definitivo de los Dictators, Weekend celebra el fin de semana y, bajando a tierra el concepto abstracto, lo eleva a categoría propia "conduciendo el coche de papá", haciendo "los deberes en el bar" y "pellas y emborrachándose" o "comiendo en el McDonald's" como Bobby el "punk local". (I Live For) Cars And Girls pone fin al magnífico canto hedonista que es Go Girl Crazy! con una declaración de principios digna de un Epicuro desenfrenado… o de una estrella del rock and roll. Valiéndose de los primeros Beach Boys y los MC5 de Back In The USA, Shernoff nos hace saber que "no hay nada más" que los "coches y las chicas", arduo problema para los gays sin carné de conducir que la banda, al menos por aquel entonces, no creo que pudiera o supiera resolver.


Comienzo de una carrera sobresaliente en el plano artístico pero reacia al éxito comercial, el primer elepé de los Dictators se mantiene fresco y entrañable cuatro décadas después de que Epic lo publicara, acertadísima descripción de un tiempo en que la carne es joven, la vida se dispara y la ilusión todavía no ha entrado en declive. El tiempo perfecto para rescatar al rock and roll de la partitura y los estadios y devolverlo a la calle y a los clubs nocturnos.

viernes, 8 de agosto de 2014

Fuck 'Em If They Can't Take A Joke


Conscientes definitivamente de que lo suyo no iba a ser el éxito masivo, y convertidos en grupo separado a tiempo parcial, los Dictators —a principios de los ochenta— mantenían intacta la fuerza escénica que les había acompañado durante la década anterior en las giras que daban con la versión definitiva de sus álbumes de estudio. Originalmente publicado como casete, Fuck 'Em If They Can't Take A Joke es testigo de ello al contener una fulminante actuación del grupo de Andy Shernoff en febrero de 1981, que, si bien no goza del mejor de los sonidos, sí es lo suficientemente bueno para sentir de lleno el huracán dictatorial. Temas de sus tres primeros discos, gloriosos inéditos que verán la luz plastificada en los noventa de la mano de Manitoba's Wild Kingdom (New York New York) o la marca original (Loyola) y versiones de Stooges, Velvet y Mott The Hoople (Search And Destroy, What Goes On, Moon Upstairs), que glosan inmejorablemente de dónde nacen sus maneras, son conjurados por la artillería punk por excelencia, comandada por un sublime Ross The Boss que ya forma parte de Manowar. Reeditado en vinilo y CD años más tarde, Fuck 'Em demuestra que sobre un escenario los Dictators no conocían rival… ni lo han seguido conociendo, como sus constantes giras españolas durante los últimos lustros han evidenciado, aunque la ventas no hayan ido de la mano. Nada más tenemos que decir. Sí, que ¡salud eterna para los autores de Go Girl Crazy!

viernes, 30 de marzo de 2012

Manifest Destiny


Había que cambiar de tercio… si querían vender más discos. Go Girl Crazy —probablemente el primer disco de punk rock, stricto sensu, de la historia y puesta de largo de los Dictators— no había tenido apenas repercusión, desde luego no la que esperaba Epic, que les dio el piro el mismo 1975 en el que el elepé había sido publicado. Manifest Destiny saldrá a la venta en 1977 bajo el auspicio de Elektra, trayendo varias novedades que llaman la atención antes de escuchar el segundo álbum dictatorial. Lo que era un cuarteto ahora es un sexteto que parece dispuesto a dominar el mundo con el (hard) rock si a la portada y el título nos atenemos. El tándem formado por Murray Krugman y Sandy Pearlman vuelve a producir y Ross The Boss y Top Ten siguen poniendo la musculatura con sus guitarras, pero Ritchie Teeter sustituye a Stu Boy King a la batería y Mark Mendoza a Shernoff al bajo; éste sigue componiendo los temas, pero pasa a los teclados y deja de ser el vocalista principal del grupo, puesto que ocupa Handsome Dick Manitoba, el "arma secreta" de los Dictators que se convierte en su entrañable cabecilla. ¿Y la música?, se preguntarán. ¿Afecta a la música tanto cambio? ¿Hablamos de una banda diferente? 

Hagamos trampa y comencemos por el final. Science Gone Too Far!, Young, Fast, Scientific y la versión del Search & Destroy (sic) de los Stooges son tres andanadas de punk and roll que muestran a unos Dictators manteniendo su cruzada en favor de la sencillez y la diversión pero también de la crudeza sonora. El hipotético problema viene cuando nos enfrentamos a las seis primeras y restantes canciones. Exposed es un himno que no hubiera estado fuera de lugar en Go Girl Crazy. Cierto que la producción y los arreglos son discutibles en Heartache y Sleepin' With The T.V. On —con ecos de los Who aquélla, y de los Blue Öyster Cult (recuerden: Krugman y Pearlman) más pop ésta—, pero son dos composiciones magníficas. De acuerdo, Disease y su acercamiento a Alice Cooper no acaba de funcionar y sus seis minutos se hacen largos; y, sí, Hey Boys es una balada asaz hortera que puede traer a la cabeza a Queen. Bien, pero basta. Antes de asistir al ya comentado último y triple asalto, hay un tema de los nuevos dictadores que une ambas líneas de trabajo y resulta espléndido, sobre todo en su inolvidable estribillo: Steppin' Out. Sea como fuere, estamos de nuevo donde empezamos el párrafo, y caemos noqueados por la tríada otras tantas veces nombrada, imagino que colocada así para evitar reticencias. Y que conste que lo consigue.


Como cualquier seguidor de los Dictators sabe, y a pesar del triunfo del punk en Inglaterra, Manifest Destiny tampoco fue un superventas. También manifiesto, no era el de los ganadores que se expanden, más bien el contrario, el destino del grupo de Andy Shernoff. Como dijo en 1999 "Nuestra fortaleza o nuestra debilidad es que no nos ajustamos a ningún esquema musical. (…) incorporamos elementos del punk, del hard rock, del metal, del pop, de la música surf… todo ello está en nosotros pero supone que el estilo de Dictators es difícil de catalogar y por tanto difícil de ser un producto aceptable en el mercado." Ahí puede estar la clave, pero es cierto que para su tercer largo abandonarían cualquier artificio excesivo al construir la que será su obra maestra, Bloodbrothers, sin conseguir modificar su estatus comercial. Los Dictators no estaban llamados al éxito masivo; sí a convertirse, y eso nos vale, en una de las bandas más gozosas que hayan existido.

lunes, 1 de agosto de 2011

D.F.F.D.

Pizza, hamburguesas, tías, broncas… y la antorcha de la Estatua de la Libertad. ¡Sí! Los Dictators estaban de vuelta tras veintitrés años de sequía discográfica, y la portada de D.F.F.D. (2001) no engañaba. Si bien para cualquier fan de la banda el único y sensacional álbum de Manitoba's Wild Kingdom —publicado en 1990 bajo el título de …And You?— es un disco más de los únicos dictadores que sólo ejercen como tales sobre las tablas; si bien el grupo nunca se disolvió, llevando a cabo numerosas giras (con España como destino preferente en los años noventa y principios de siglo) cuando los proyectos paralelos dejaban tiempo; y si bien tres de los doce cortes de D.F.F.D. ya habían visto la luz en formato single, no es menos cierto que, objetivamente, desde Bloodbrothers y 1978 no había nuevo elepé en estudio de los Dictators. Y si el dibujo de la cubierta hablaba claro, el contenido del trabajo apabullaba, y era dueño de una calidad que rivalizaba sin problema alguno con la obra clásica del grupo neoyorquino.

Who Will Save Rock And Roll? es, quizá, el mejor tema de los Dictators, una soberbia composición de Andy Shernoff de emocionante y adictiva melodía y excepcional letra que mira con preocupación el futuro de una música a la que le cuesta dar más de sí y huir de caminos trillados. Caminos que con los Dictators fuera de de juego pocos parecen conocer.

"En mi generación no está la salvación
Así que, ¿quién salvará el rock and roll?

Vi a los Stooges llenos de magulladuras
¿Quién salvará el rock and roll?",

canta clarividente y poético Manitoba respaldado por las voces de Shernoff y Thunderbolt Patterson y protegido por cuatro músicos que suenan como un cañón, tanto el bajista y el baterista como las guitarras de Top Ten y Ross The Boss, quien ejecuta para la ocasión un solo memorable. I Am Right transita veloz emparentada con el material más contundente de Manitoba's Wild Kingdom. Pussy And Money reflexiona acerca de lo que mueve el mundo a ritmo de punk rock clásico. Moronic Inferno es un inmejorable pezado de hard con sección de vientos que para sí quisiera Aerosmith. It's Alright ahonda en el lado metálico de los Dictators en base a un obsesivo riff a lo AC/DC. What's Up With That es un fabuloso rock and roll, de ésos que es posible que no sepan hacer las generaciones venideras. Se suceden así irrefutables los temas, y si los seis primeros son espléndidos, la media docena que sigue no lo es menos. The Savage Beat se desliza hacia el garage haciendo una mención específica al maestro Bo Diddley. In The Pressence Of A New God y Avenue A son dos cargas de profundidad para no parar de saltar y gritar mientras suenan. Channel Surfing, un corte instrumental que en su título lleva su descripción, y Jim Gordon Blues, acerca del mítico baterista de Pet Sounds que mató a su madre, dan variedad al trabajo antes de que la dinamita explote de nuevo con Burn, Baby, Burn!! para poner punto y final a esta joya discográfica de los Dictators. Escúchenla entra Rocket To Russia y Highway To Hell, no sólo para ubicar con exactitud el álbum, que también, sino para comprobar que ante ninguno de los dos le tiembla el pulso.

Dictators Forever Forever Dictators, como esconden la siglas del título, porque en ellos prende una llama que puede apagarse (ya lo intuye un Andy Shernoff desde hace tiempo metido a enólogo). Pocos discos de rock en lo que va de siglo rayan al nivel que raya el retorno dictatorial, y difícil parece coger el relevo en su terreno. Terminemos pues: la felicidad es una quimera, de acuerdo, pero qué placebo tan perfecto es D.F.F.D. para que —al menos mientras suena en el reproductor— lo pongamos en duda. E incluso mientras su recuerdo, minutos después, pugna por no echarse a dormir en algún recoveco de nuestro cerebro. Haya o no sustituto, conformémonos con ello.


viernes, 22 de octubre de 2010

Bloodbrothers

Aun admitiendo que de no haber existido los Dictators el punk rock habría seguido su curso de manera similar —campo abonado a la discusión—, su primer disco, Go Girl Crazy, publicado en 1975, y las maquetas de dos años antes que dio a conocer Norton, gracias al estupendo doble elepé Every Day Is Saturday, evidencian que el grupo neoyorquino (al igual que los New York Dolls, como recordábamos recientemente) ya hacía punk antes de que el movimiento fuese bautizado como tal.

Tras volver de una gira por Inglaterra, a finales de 1977 y en plena gloria de Pistols, Clash y demás, en la que "por primera vez éramos aceptados por la música que a veces pensábamos que estábamos haciendo en privado", afirma Scott Kempner en las notas de 1998 para la reedición de Bloodbrothers (1978), los Dictators entran en el estudio para grabar el que será su tercer elepé, donde alcanza la perfección su punk con matices hard, no en vano es el superdotado Ross The Boss quien se encarga de la guitarra solista. La práctica totalidad del material es registrado en directo, captando así la filosofía inmediata del grupo, la de aquél que da lo mejor de sí mismo en un escenario, ahí donde está su naturaleza, su razón de ser. Puede llevar a engaño, sin embargo, lo que también escribe Top Ten en las notas mencionadas, al recordar que Funichello y él se sentían como Wayne Kramer y Fred Smith al grabar el extraordinario High Times. Tanto las composiciones de Andy Shernoff como la interpretación de las mismas tienen un aire más festivo, carecen de esa especie de vocación profética que tienen los temas del disco de MC5 (y el grupo de Detroit en general), y el desarrollo instrumental que a las seis cuerdas llevan a cabo Funichello y Kempner, aunque excelente, es más escueto. O en otras palabras: no hay jams en Bloodbrothers, pero hay una banda sonando como un cañón —no me olvido de la voz de Manitoba, el bajo de Shernoff y la batería de Ritchie Teeter— y una soberbia colección de canciones —ocho propias y una versión de Flamin Groovies, entre las que sólo desentona I Stand Tall, AOR épico praticado por combos coetáneos, pero que en manos dictatoriales queda, sinceramente, fuera de lugar— capaz de poner a bailar a un muerto o de retirar la pistola de la sien del suicida gracias a esa "actitud desenfadada, humorística y callejera", como la define Jaime Gonzalo, de las melodías y las letras de Andy Shernoff.

Daba igual. Ni un grupo tan unido como los Dictators —hermanos de sangre, ya lo dice el título— podía soportar tres fracasos comerciales consecutivos. La banda seguirá dando conciertos de cuando en cuando, pero no grabará nada bajo ese nombre hasta la segunda mitad de los años noventa (dos singles espléndidos), y la espectacular vuelta a la larga duración con D.F.F.D. nada más comenzar el siglo XXI. Claro que sería injusto (y falso) no citar a Manitoba´s Wild Kingdom y su formidable …And You?, retorno en clave metálica de Shernoff, Funichello y Manitoba, hace ya veinte años, en lo que para (casi) todos los seguidores de los Dictators es el cuarto disco del grupo. (Tampoco aquí las ventas fueron las esperadas, claro, aunque pocas esperanzas parecía haber puestas en un disco publicado más de un año después de su grabación.)

Decíamos en Ragged Glory, terminando ya 2009, que si alguien quisiera saber dentro de mil años qué era el rock and roll podría escuchar Born To Run. No estaría de más que también escuchara Bloodbrothers. Seguro que el propio Springsteen estaría de acuerdo. No en balde, mientras grababa Darkness On The Edge Of Town en el mismo estudio que los Dictators, se acercó a visitarles, y, al parecer, el "One, two, three, four" que abre Faster And Louder y el álbum sale de la boca del Boss. Simpática anécdota e inmejorable carta de presentación —más aún si es el otro Boss quien va a tocar el riff que se yuxtapone a las cuatro cifras— para una delicia como Bloodbrothers. Nosotros, modestamente, la recomendamos a ciegas.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Every Day Is Saturday

Este entrañable doble elepé que puso Norton en circulación en 2007 es un canto de amor a uno de los grupos más adorables que haya dado el rock and roll, los Dictators. Tocaban punk rock antes que Ramones y Sex Pistols fuesen adjudicatarios de la etiqueta y trasladaron a la "generación del 77" las enseñanzas de Velvet Underground, Stooges, MC5 y New York Dolls. Pero, por supuesto, los Dictators tenían su propia personalidad, y en el imaginario de Andy Shernoff, bajista y compositor del grupo, Beatles y Beach Boys tenían tanta importancia como los arriba mencionados. Quizá esto, y el ser nexo de unión en tierra de nadie, condenó a los tres discos que publicaron entre 1975 y 1978 a la escasa repercusión que en su momento tuvieron. O quizá el intento (sobre todo en Manifest Destiny, su segundo trabajo) de Murray Krugman y Sandy Pearlman de acercarles al terreno del rock duro que practicaban Blue Öyster Cult, también por ellos producidos.

Every Day Is Saturday recopila maquetas, singles y diversas grabaciones del grupo neoyorquino entre 1973 y 2002, entremezclando spots radiofónicos. De los cinco temas de 1973 (el mismo año, recuerden, en que se daban a conocer Raw Power y New York Dolls), Weekend, Master Race Rock y la versión de California Sun formarían parte dos años después de su debut, Go Girl Crazy; Backseat Boogie y Fireman's Friend quedarían fuera, pero son también una delicia. Rescata asimismo Every Day Is Saturday las maquetas de 1978 de Bloodbrothers, su obra maestra, en las que la pareja formada por Top Ten y Ross The Boss suena espléndida, poniendo el segundo todo su virtuosismo al servicio del grupo, nunca al revés. Todas las canciones que conformarían Bloodbrothers (excepto el Slow Death de los Flamin Groovies) con los Dictators en su mejor momento.

La cuarta cara nos muestra el lado más pop de Shernoff. 16 Forever y Loyola, compuestas ambas en 1978, parecen ser el remate de la mala suerte que persiguió a los Dictators. Grabada la primera, pero no publicada, fue versionada en 1987 por los Nomads y regrabada en 2002 ¡por los Dictators! para un disco tributo al grupo sueco. Divertidas ironías de la vida… La mayúscula Loyola no fue ni siquiera registrada y hubo que esperar hasta 1996 para que fuera cara b de I Am Right, single previo a la segunda gira de las múltiples que les traería por España, país donde el grupo goza de un enorme culto.

No, no me he olvidado de Handsome Dick Manitoba, mascota del grupo reconvertida en cantante. No tiene la mejor voz, ni el mejor vestuario, es verdad, pero cualquiera que lo haya visto sobre un escenario sabrá de su carisma y de su entrega. Es él la imagen más reconocible de los Dictators y los retratos juveniles de Nueva York escritos por Andy Shernoff.

lunes, 13 de abril de 2009

…And You?

Cambiaron las pintas y el nombre y metalizaron el sonido por si colaba, pero ni por ésas. Estaba claro que los Dictators estaban destinados a no conocer el éxito masivo aunque se llamaran Manitoba's Wild Kingdom (espantoso nombre) e intentasen pasar por grupo heavy ochentero. ¡Que no!

Los Dictators, sin Top Ten, grabaron en 1988 este maravilloso disco de rock and roll que no vería la luz hasta 1990. Diez temas, menos de media hora, para corear con el puño en alto que se mueven entre el punk rock que ellos habían prácticamente inventado (I Want You Tonight!, The Perfect High), el punk metal de New York, New York (tema que ya tocaban los Dictators en directo) y Haircut And Attitude y el metal puro y duro de Fired Up o Prototype.

El disco, cómo no, fue un fracaso en ventas, como lo habían sido los tres que los Dictators habían publicado en la década de 1970. Manitoba's Wild Kingdom no volvería a grabar ningún elepé, cosa que sí haría la marca y formación original (con Top Ten de vuelta) tras varios singles y giras por tierras españolas. Pero ésa es otra historia. Por ahora pincha …And You? y grita con Manitoba "The party starts now!!".