Antes de grabar en solitario y con los Amigos Imaginarios —aunque su obra maestra, El invierno secreto, se publicara a nombre de Santi Campos y los Amigos Imaginarios—, Campos había formado parte de Malconsejo, banda castellonense que se gano su prestigio a base de singles y dos álbumes: Una hora sin TV (qué bien le vendría a más de uno, por cierto) y este Vivir bajo el agua, grabado y editado en el año 2000.
Si bien es verdad que nos encontramos con una colección de canciones de altísimo nivel en lo musical, llama la atención la calidad de unas letras sensibles y elegantes que ya desde el primer verso de Transparente ("No sé qué hago aquí, soy de barro y pretendo vivir") se zambullen en la fragilidad humana y lo inaprensible de la existencia. Nosoynosoynoestoy es una canción resplandeciente y delicada que cuenta con los impagables vibráfono de Enrique Monfort y piano de Fede Albert. Soul y dance confluyen en la fantástica Cuando callas, que vuelve a contar con Monfort y una sección de vientos. Inspirada por Pablo Neruda, la canción contiene estos afortunadísimos versos: "Me gusta cuando miras hacia ningún lugar / como si en ese sitio se escondiera toda la verdad". Avanza así el disco sin altibajos, rubricando un pop personal en el que hay mucho de Big Star o Teenage Fanclub, pero en el que te puedes encontrar, como en Perro de miel, punteos dignos de Lynyrd Skynyrd y Thin Lizzy o riffs heredados de AC/DC, como en Corazón de nieve, el último tema del disco. Es amplio y de categoría el bagaje de Malconsejo, y se deja notar en cada uno de los detalles que iluminan Vivir bajo el agua, título que pudiera describir la compleja realidad del grupo (y la de toda la trayectoria de Campos): la independencia que se sigue del aislamiento, la tranquilidad del solipsismo (con el peligro de la autoindulgencia acechando) al que te lleva y la lucha por salir de todo ello a pesar del temor al reconocimiento.
Me gustaría cerrar esta reseña con la primera estrofa de Adiós seguridad, en la que es Borges quien impulsa unas palabras que aspiran a sustituir la emoción estética por la real:
"Si volviera a vivir, si volviera a estar aquí,
me gustaría sufrir de verdad, dejar de imaginar.
Si volviera a vivir me gustaría saber llorar,
tener algún problema de verdad,
y no mentir más, dejar de imaginar".