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lunes, 28 de noviembre de 2022

Wonderful

Del cuarto y peor de sus discos (Wonderful) viene este single también de 1985 (uno de los pocos de la carrera de Circle Jerks) con dos canciones del elepé. La que da nombre a álbum y sencillo es una de las sarcásticas composiciones del grupo californiano (todo es "maravilloso" en el "hermoso mundo en el que vivimos"), si bien el componente hardcore queda rebajado en favor de un cruce entre punk y hard rock. Mejor es la cara B, una descacharrante parodia del heavy metal ("Siempre duro, siempre alto") como arma patriótica contra japoneses e ingleses en la que son citadas, entre otras bandas, Ratt, Dokken, Blue Öyster Cult, Van Halen y Kiss. Por supuesto que nada hay del hardcore inicial de los autores del genial Group Sex en American Heavy Metal Weekend si a lo estrictamente musical nos atenemos, la mordacidad de entonces hay que buscarla en la letra y la forma de escupirla de Keith Morris. Yo, sin embargo, también disfruto así de ellos.


 

miércoles, 30 de abril de 2014

Wild In The Streets


Más de los mismo, pero con temas más largos. No sería ésta una mala síntesis del segundo disco de Circle Jerks, pues si su debut, Group Sex, duraba un cuarto de hora, Wild In The Streets (1982) se va hasta los veinticinco minutos sin que sus quince canciones abandonen el aldabonazo hardcore o la brevedad como marca. Cierto: tanto las composiciones propias como las versiones de Garland Jeffreys (el tema que da nombre al elepé) y Jackie DeShannon (Put A Little Love In Your Heart) —adaptadas ambas a la gramática de los Jerks, escuchen las originales— no conocen de sofisticación o florituras, pero su capacidad para ir al grano y su coherencia estilística hacen que la poesía nazca donde no aparenta tener sitio. El álbum significa la consolidación de los Circle Jerks como voz propia —procaz e irónica— en el mundo del rock, influencia absoluta de las bandas de punk y hardcore que surjan en generaciones posteriores, más palpable a veces —incluso— que la impulsada por el 77 británico. Golden Shower Of Hits, siguiente elepé del grupo californiano, todavía le mantendrá cercano a las letanías herejes y el espíritu de Sid Vicious, aunque la pureza original habrá desaparecido para cuando grabe Wonderful, su cuarta incursión en el estudio de grabación. Quizá el mismo Keith Morris me mandase a la mierda si leyese esta última frase, si bien yo le diría que está animada del mismo humor negro que desprende Wild In The Streets. Sea como fuere, dejaré que Leave Me Alone o 86'd (Good As Gone) vuelvan a infectar mi cuerpo de ganas de ser alguien, y no un esclavo más de este sistema "cuyo único fin es organizar la explotación más vasta del trabajo en provecho del capital". Lo dijo Bakunin —ya que ha soplado por aquí el viento libertario— hace ciento cuarenta años, y las cosas han cambiado muy poco.

lunes, 9 de abril de 2012

VI


Ni es el sexto elepé de Circle Jerks, como su título indica, ni hallamos en él el hardcore espídico de sus primeros años. VI (1987) es, en realidad, el quinto eslabón de su discografía, una aleación de punk y metal que mejora la del anterior e insuficiente Wonderful. Contiene el álbum trece temas, de los que más de la mitad no pasan de correctos (incluida la versión de Fortunate Son, a años luz del original de John Fogerty y la Creedence), pero cinco de ellos levantan el nivel hasta situarlo por encima del aprobado. Casuality Vampire, Protection y I'm Alive son canciones buenas y macarras, con un Keith Morris tan irónico y procaz como siempre, pero las dos cumbres se llaman Beat Me Senseless y Living, bronca la primera, emocionante la segunda al transmitir la épica de los perdedores en dos minutos y medio que son capaces de levantar todavía mis cada día más apagados ánimos. Carece VI de la importancia de los tres primeros discos de los Circle Jerks —aunque sólo por estos dos temas ya merezca la pena—, y queda lejos, por supuesto, de obras magnas de la cosecha de aquel año como Sister, In The Air Tonite, Pleased To Meet Me o Appetite For Destruction, pero para mí tiene mucho más valor —el valor de la verdad (de las mentiras, que diría Vargas Llosa) frente al de la afectación— que horteradas como Hysteria o 1987.

lunes, 2 de mayo de 2011

Group Sex

Imitados hasta la saciedad, Black Flag, Dead Kennedys y Circle Jerks son los padres del hardcore que desde California dio su versión acelerada del punk. Formados por Keith Morris tras abandonar Black Flag —hablamos de un círculo minoritario, exclusivo y excluyente (si hacemos caso a Henry Rollins)—, los Circle Jerks publican en 1980 su primer álbum, Group Sex, que puede ser considerado como un tratado paroxístico y esencial del hardcore: simplicidad, velocidad y concisión (14 canciones en poco más de un cuarto de hora) en lo musical; gamberrismo, sátira social, provocación y mucho sentido del humor en lo lírico. Es decir, un esputo en toda regla del que mamarán miles de jóvenes ácratas y asqueados, rebeldes con o sin causa, que, en cualquier lugar del mundo, se animarán a vomitar su odio contra todo con la ayuda de dos acordes una guitarra, un bajo y una batería. ¿Para qué más?