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domingo, 14 de agosto de 2016
Apocalypse Dudes
Menos punk, igual de irreverente y animal. Así era Apocalypse Dudes (1998), el espléndido álbum que daba un nuevo aire a Turbonegro y que lanzaba a la fama a la banda justo en el momento en que se separaba. High energy, hard rock, garage y, por supuesto, el punk que no se ha ido sirven para desatar un pandemónium de bajas pasiones encarnado en canciones disolutas —marca de la casa— que crecen sobre riffs, ritmos y hasta títulos ajenos (¿les suena Get It On?). Dictators, Stooges, Ramones, Poison Idea, Kiss y muchos parecidos son pasados por la piedra noruega para construir un himno tras otro que no tienen ni la originalidad, ni la rabia, ni el nihilismo de sus modelos (aplíquese cada sustantivo a quien corresponda) pero que funcionan a la perfección como pastiche elaborado y ardiente. La voracidad operística de The Age Of Pamparius que abre el disco, introducción incluida, y la vehemencia de la nombrada Get It On destacan sobre el resto de sus compañeras de viaje, aunque no condicionan la solidez de un elepé en el que nada sobra. Títulos como Selfdestructo Bust, Don't Say Motherfucker, Motherfucker, Zillion Dollar Sadist, Prince Of The Rodeo o Back To Dungaree High ayudan a colocar a Apocalypse Dudes —junto con Payin' The Dues, Total 13 y Soaring With Eagles At Night To Rise With The Pigs In The Morning — entre lo mejor de aquella hornada escandinava que, a finales del siglo pasado, se propuso dominar el mundo a base de guitarrazos y baquetazos. Turbonegro —ya lo hemos dicho— se disolverá ese mismo 1998, pero volverá pocos años después —roqueando de lo lindo— con grabaciones igual de morbosas y lascivas. No obstante, ni Scandinavian Leather ni Party Animals, aun siendo notables, llegarán al nivel del trabajo sobre al que hoy hemos dedicado estas líneas: Apocalypse Dudes. Todo un ejemplo de cómo utilizar ideas y sonidos preexistentes para realizar una obra válida y consistente.
lunes, 1 de diciembre de 2014
Party Animals
Allí donde lo había dejado a finales de los noventa con Apocalypse Dudes, retomaba Turbonegro su carrera publicando en 2003 Scandinavian Leather y dos años más tarde el álbum que nos ocupa, Party Animals. Quizá la producción de Steve McDonald vuelva más crudo el sonido de la banda, pero la (agradable) sensación de déjà vu sigue ahí. Riffs que ya has escuchado al propio grupo y a los que se los habían inspirado, himnos que se suceden invitándonos a alzar al mano cornuda (que dirían los Supersuckers), letras sublimemente ridículas… Es decir, lo de siempre pero irresistible. La introducción de turno da paso al huracán de hard rock y punk (predominando el primero) que encabezan All My Friends Are Dead (¡menudo balazo en forma de intersección de Black Sabbath y Circle Jerks!) y la deliciosa Blow Me (Like The Wind). Comenzando a ritmo de We Will Rock You, City Of Satan habla de Oslo con orquesta y todo al final del corte. Death From Above, Wasted Again (Keith Morris de fondo, ¿no habíamos nombrado a los Circle Jerks?), High On The Crime (vientos incluidos), If You See Kaye (Tell Her I L-O-V-E Her), etcétera siguen obrando el milagro de engancharnos ineluctablemente a material de sobra conocido e identificar a Turbonegro como tal y no como a un vulgar impostor. Así hasta Final Warning, donde vuelve la Orquesta de la Radio Noruega y Nick Oliveri es invitado a lucir su vozarrón. Y por si todavía tienen hambre de los autores de Ass Cobra, un tema oculto de ésos que a veces llevan los discos compactos: My Name Is Bojan Milankovic, spoken word que narra la historia (roquera) del serbio en cuestión. En fin, ¿qué más quieren que les diga? Party Animals, para mí un trabajo la mar de disfrutable aunque nada invente.
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