"En 2332 hay un nuevo método de trabajo, irrumpen las nuevas tecnologías musicales como es el Pro Tools, que me permite trabajar de forma que antes no había podido", afirmaba Jorge Pardo en una entrevista para Enlace Funk hablando de su disco de 1997. No significa ello que el sonido de su cruce entre jazz y flamenco cambie exponencialmente, sí que los temas son más cortos, su número es mayor (veintiuno en concreto) y van unidos sin interrupción como si de uno solo se tratara. El resultado es excelente, ni mejor ni peor que los trabajos que se han ido sucediendo en los noventa: Las cigarras son quizá sordas, Veloz hacia su sino o 10 de Paco (aquí con Chano Domínguez). Entre homenajes explícitos a músicos como Lou Bennett (Gracias, Lou!) o Jaco Pastorius (Pastorius de Belén) y a pintores como Picasso (Planeta-Picasso), y citas al Ornette Coleman de Law Years, Pardo desarrolla una obra ciertamente caleidoscópica rodeado de maestros habituales en su universo: Joaquín Grillo (baile), Carles Benavent (bajo), El Bola (guitarra), Chonchi Heredia (cante), Uve Larsen (trombón), su hermano Jesús (sintetizadores y coproducción), las distintas y esenciales percusiones de Luis Dulzaides, Rubem Dantas, Tino Di Geraldo y Keiván Chemirami y —recogido en los créditos— "toda la basca a las palmas, voces, jaleos, toses y compas". Con esta cobertura, la flauta y los saxos de Jorge Pardo se sienten felices y relajados aunque también —inevitablemente— maticen su protagonismo. 2332 se manifiesta como esfuerzo colectivo más vanguardista que sus antecesores pero, ya lo hemos dicho, no deja de sonar a su genial autor. Nuevos caminos en los que ceden los instrumentos propios en favor de la atmósfera global, si bien cuando Pardo los toca lo hace tan bien como de costumbre. Su ambición nunca ha tenido límite, su calidad está fuera de toda duda, y el disco del que hemos tratado lo certifica ampliamente.
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lunes, 5 de septiembre de 2022
domingo, 8 de julio de 2012
Las cigarras son quizá sordas
Hablar de la carrera de Jorge Pardo, y más a estas alturas, es hablar de constancia y equilibrio en su empeño de aunar jazz y flamenco para que el resultado únicamente le pertenezca a él. Allá por 1979, ya sonaba su flauta en el esencial La leyenda del tiempo de Camarón, y un año después se incorporaba al grupo de Paco de Lucía, debutando en 1982 en solitario. Aunque sus grabaciones de los años ochenta posean gran interés (escuchen, verbigracia, A mi aire, que es como siempre ha ido Pardo), es en la década de 1990 donde residen sus mejores trabajos, empezando por este Las cigarras son quizá sordas, de 1991 y bellísimo título.
Veloz hacia su sino y 2332 completarán su trilogía de los años noventa, lapso en el que también se publicará el magistral homenaje a su mentor Paco de Lucía, 10 de Paco, junto a Chano Domínguez. Definitivamente, quizá sean sordas las cigarras, pero Jorge Pardo no lo es. Dejemos que Faustino Ñúñez le loe para cerrar este texto: "El madrileño puso las bases abriendo el lenguaje flamenco hacia nuevas posibilidades expresivas desde la flauta y el saxo. Su labor de treinta años con la flauta y el saxo ha propiciado el nacimiento de una nueva generación de músicos flamencos que, siguiendo el dictado del maestro Pardo, vienen explorando nuevas forma de expresión para un arte universal como es el flamenco".
lunes, 18 de abril de 2011
10 de Paco




*Si no me equivoco, el autor es un religioso y escritor llamado Fray Juan Fernández de Rojas que falleció a principios del siglo XIX.
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