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lunes, 26 de mayo de 2025

She's The One

Sencillo de patria británica únicamente, éste de 1978 que encabeza She's The One y completa por la otra cara I Wanna Be Sedated viene a ilustrar —extrayendo y aislando ambos cortes de Road To Ruin, cuarto elepé de la banda— cómo, en el caso de los Ramones, la distorsión rocker no estaba enemistada con la melodía pop. Los Stooges y MC5 conviven con naturalidad con las Ronettes o los primeros Beach Boys en tan brillantes canciones, que aunque puedan ser descritas con la etiqueta de punk rock, igualmente lo pueden ser con las de punk pop o power pop. Digamos, pues, que es la marca Ramones, en última instancia y a pesar de la tautología, la que con más exactitud explica la naturaleza de las dos composiciones. Demasiada personalidad tenía el cuarteto neoyorquino como para que las referencias ajenas, incluso las influencias, sean suficientes para glosar su (inmortal) música.



lunes, 14 de agosto de 2023

Don't Come Close

 

Igual que el single que comentamos hace unos meses y que encabezaba Do You Remember Rock 'N' Roll radio?, éste que hoy traemos juega también al contraste mediante la selección de dos canciones (la tercera y la cuarta) de Road To Ruin, cuarto plástico de los Ramones del año 1978. El delicioso pop sentimental de Don't Come Close choca con la rabia punk de I Don't Want You, cuyo riff desciende del del primer tema del elepé, I Just Want To Have Something To Do, que a su vez lo hacía del de The Next Big Thing de los Dictators. Las melodías pizpiretas de regusto amargo y el rock and roll de alta energía, aunque el segundo predomine en la obra de los autores de Pleasant Dreams, son parte indisociable del ideario creativo de los Ramones, y las dos composiciones de este sencillo lo afirman taxativamente. A gozar de ambas sin exclusiones.

jueves, 2 de febrero de 2023

Do You Remember Rock 'N' Roll Radio?

Curioso que una de las canciones más famosas, felices y vibrantes de los Ramones fuera una de las menos ramonianas de su catálogo. Producida por Phil Spector y apertura de su quinto elepé, End Of The Century, Do You Remember Rock 'N' Roll Radio? es una oda a la radio y al rock and roll que alimentaron al cuarteto neoyorquino en la que su punk one, two, three, four hecho de guitarra, bajo, batería y voz engorda con vientos, teclas y el muro de sonido spectoriano. Sin embargo, dichos arreglos nos hacen perder frescura a los autores de Rocket To Russia, simplemente les convierte en la primera big band del planeta en practicar punk rock en un tema maravilloso e inolvidable. Para compensar por si alguien se hubiera sentido ofendido (no se crean, siempre los hay) la cara B de este single de 1980 dispara un potente Let's Go que también se encuentra en el disco y que se alía con los Ramones más tradicionales y menos pop. Ambos lados de la galleta son de mi gusto (ambas vertientes de la banda), pero reconozco que el primero de los cortes, el que nos hace recordar la magia de la primera música del diablo en las ondas hercianas, gana la partida en esta ocasión.

lunes, 21 de septiembre de 2020

Road To Ruin

 
En mi opinión un punto por debajo de su predecesor Rocket To Russia, el cuarto elepé de los Ramones (Road To Ruin, 1978) se caracteriza por una mayor querencia pop, la sustitución de Tommy por Marky Ramone y contener los primeros solos de guitarra de Johnny Ramone, si bien el sonido del grupo neoyorquino se mantiene básicamente intacto y las canciones siguen siendo una delicia. Partiendo del riff dictatorial de The Next Big Thing, I Just Want To Have Something To Do encabeza el álbum informándonos de que la esencia ramone (inmediatez, sencillez, punk rock melódico) no se ha ido a ningún sitio. Sin embargo, no hay sino que esperar al tercer y quinto corte (el maravilloso Don't Come Close y la versión de Needles And Pins) para que el beat y el folk asomen felices y desvíen por momentos el discurso eléctrico y contundente de la banda. Cierto que una vez terminada la lectura del tema escrito por Jack Nitzsche y Sonny Bono, I'm Against It, el mítico I Wanna Be Sedated y Go Mental se encargan de reivindicar la naturaleza primordial de los autores de himnos inmortales como Blitzkrieg Bop, Gimme Gimme Shock Treatment o Rockaway Beach. Pero, ¡oh, sorpresa!, Questioningly —balada nostálgica— retoma el olor de los primeros Byrds y antecedentes donde Needles And Pins lo había dejado antes de que She's The One, Bad Brain e It's A Long Way Back escupan rock and roll acelerado y completen Road To Ruin. Los mismos Ramones con matices y variaciones de calado aunque no lo suficientemente importantes como para hablar de un grupo diferente. Las dos canciones que habían quedado sin nombrar por caprichos de quien esto escribe vienen en mi ayuda a corroborarlo: I Wanted Everything y I Don't Want You. Afirmaciones diacrónicas y complementarias  las de ambos títulos —la ambición pretérita; la negación reductora, tajante y presente— que dicen adiós a este texto.

lunes, 3 de julio de 2017

Ramones


"Hey ho, let's go! Hey ho, let's go! Hey ho, let's go! Hey ho, let's go!" Ésa es la señal para recuperar la pureza, la sencillez y la elegancia del rock and roll fundacional; los cuatro míticos monosílabos que abren Blitzkrieg Bop y el debut homónimo de los Ramones —clásico universal del punk rock parido en 1976— en defensa de aquella música que en la segunda mitad de los cincuenta y la primera de los sesenta había logrado una revolución sonora, cultural y social acorde a las generaciones de adolescentes criados después de la Segunda Guerra Mundial. Little Richard, Jerry Lee Lewis, los Beach Boys, los Beatles, etc. y sus canciones festivas e instantáneas habían sido sustituidos por un rock duro y progresivo que dejaba fuera del negocio a quien no tuviera una técnica muy depurada con su instrumento u osara afirmar valores como el entretenimiento, la diversión y la inmediatez. Es en este contexto donde se desarrolla el grupo neoyorquino y el movimiento punk a mediados de la década de 1970: hay avidez de noches locas, temas cortos y pocos acordes. Aunque también de ruido y distorsión, ojo, pues son la Velvet Underground, los Stooges, MC5, los New York Dolls o Alice Cooper los otros referentes que se manejan. A todas estas influencias hay que sumar, en el caso de los Ramones, los famosos grupos de chicas que los sesenta triunfaban en Estados Unidos, Shangri-Las, Supremes o Ronettes entre ellos.

A pesar de todo lo que hemos dicho y de la delimitación que hemos hecho de los referentes artísticos de los autores de Too Tough To Die, el sonido que crean y plasman en Ramones es personalísimo. Los catorce cortes que en menos de media hora completan el elepé hablan de un estilo único e inconfundible, sello de la banda hasta su desaparición y matriz que dará lugar a una discografía sobresaliente desarrollada a base de mínimas variaciones. La simplicidad de los riffs de Johnny, las líneas de bajo de Dee Dee y la percusión de Tommy y el romanticismo macarra de la voz de Joey esculpen composiciones deliciosamente perfectas que en vano han tratado de copiar miles de grupos en todo el planeta hasta el día de hoy. Si bien no hay duda de que clásicos como la mencionada Blitzkrieg Bop, Beat On The Brat, I Don't Wanna Go Down To The Basement, Loudmouth, Havana Affair, Listen To My Heart o la versión del Let's Dance de Chris Montez (asombrosamente convertida en canon ramone) escriben lo que se conocerá desde ese momento y en adelante como música punk, también hay sitio para que el lado pop del cuarteto —ése que llevaba muy dentro su cantante— asome en I Wanna Be Your Boyfriend (que huele a los Byrds por los cuatro costados). Apunte interesante para tener el cuadro completo de una obra maestra incontestable y uno de los últimos debuts realmente transcendentales de la historia del rock and roll. Hey, ho, let's go!!!

jueves, 23 de abril de 2015

Halfway To Sanity


Caso análogo al de Motörhead que veíamos en la anterior entrada, la marca Ramones fue durante su existencia garantía de bondades musicales basadas en la sobriedad interpretativa, el minimalismo compositivo y la eterna adolescencia. Al igual que el Rock 'N' Roll del a la sazón cuarteto británico, Halfway To Sanity fue editado en septiembre de 1987 —un momento de popularidad bajo para la banda—, y nunca ha gozado de gran estima. Sin embargo, escuchar las doce canciones que contiene durante su media hora de duración —casi treinta años después de que fuera dado a conocer— sigue siendo un placer para quien esto escribe y muestra de la calidad infalible de los neoyorquinos.


Dee Dee Ramone y Daniel Rey son los autores del entrañable corte encargado de abrir la lata en forma de power pop, I Wanna Live, cuyo explícito estribillo es (o debería ser) apotegma reivindicativo para cualquier chaval en sus cabales: "Quiero vivir mi vida", claro que sí. Dee Dee y Johnny Ramone endurecen el asunto con Bop 'Til You Drop, mientras que Garden Of Serenity repite los compositores y el estilo de la primera de las canciones. Más agresivos aún que en Bop 'Til You Drop, Johnny y Dee Dee se acercan al hardcore en Weasel Face sin moverse de las coordenadas clásicas e inconfundibles de los Ramones; coordenadas en las que ahonda Joey Ramone mediante Go Lil' Camaro Go y la ayuda de Debbie Harry en los coros. Richie Ramone hace su valiosa aportación —como ya había hecho en anteriores elepés con Humankind o Somebody Put Something In My Drink— entregando I Know Better Now. Joey Ramone vuelve a tomar el riff de The Next Big Thing a los Dictators (¿recuerdan I Just Want To Have Something To Do?) para la, por otro lado, estupenda Death Of Me. No quieren dejar de defender la cara más salvaje o punk del grupo Dee Dee y Johnny, explicándonos en minuto y medio y a toda pastilla que I Lost My Mind, potentísimo rock and roll desde el psiquiátrico.

"He perdido la cabeza
Dame algo de piel
Dame algo de ginebra
Quiero algo de vino",

canta desaforado y muy convincente el bajista, sustituyendo a Joey en esta ocasión. El alma pop de éste queda clara en A Real Cool Time, exacta antítesis de I'm Not Jesus, hardcore a lo Bad Brains de la mano de Richie Ramone en su segunda composición para el álbum. Bye Bye Baby es la triste balada de turno, si bien las palabras de derrota amorosa  de Joey Ramone no suenan igual ahora que uno se aproxima a los cuarenta y cuatro que cuando las escuché por primera vez con dieciséis, pues la vida y los años han hecho su labor de castigo. De cadencia stooge, Worm Man (Dee Dee Ramone) despide Halfway To Sanity dejándonos con ganas de más sin que haya remedio. O sí: repasar cualquier pieza de la obra de los autores de Rocket To Russia y corroborar lo que al principio declaraba: no hay en ella una sola grabación innoble. ¿Alguien opina lo contrario?




lunes, 28 de octubre de 2013

Rocket To Russia


Patentada, expandida y comprobada fehacientemente su eficacia en los dos primeros elepés del cuarteto, a la fórmula creada por los Ramones solo le quedaba lograr su máximo esplendor mediante mínimos matices aplicados a la mejor colección de canciones —aquí reside la clave definitiva— compuesta por la banda, al menos en opinión de quien esto firma. Esas pequeñas modificaciones se deben al (leve, insisto) aumento de la proporción de surf y power pop en los temas, si bien los ingredientes que les dan forma no varían: concisión, sencillez y rock and roll primigenio puesto al día mediante mayores distorsión y velocidad. Rockaway Beach, Here Today, Gone Tomorrow, Locket Love, Sheena Is A Punk Rocker, Teenage Lobotomy o I Can't Give You Anything son algunas de las piezas más hermosas, vibrantes y ejemplares que la música popular de la segunda mitad del siglo XX haya conocido. Si a ellas sumamos la espléndidas apropiaciones de Do You Wanna Dance y Surfin' Bird, completaremos un cuadro en el que todos los colores están en su sitio y —juntos— crean un mosaico deslumbrante llamado Rocket To Russia y publicado en 1977.

Los siguientes discos del grupo neoyorquino verán cambios realmente más significativos en su música —nunca drásticos: siempre mantendrán la esencia punk—, así que es correcto hablar de su tercer esfuerzo como el último fragmento de una trilogía en la que la formación original se mantiene inalterable (en Road To Ruin ya no estará Tommy Ramone a la batería), no escuchamos solo de guitarra alguno y las composiciones suponen variaciones sobre un mismo motivo, haciendo de esa aparente limitación creativa radical y exigente marca estética en la búsqueda de la perfección. No otra de la que los Ramones alcanzaron en Rocket To Russia, y que tantos han tratado de lograr imitando el modelo original —fijándose únicamente en los acordes y el sonido, no en las razones últimas que los sustentaban— sin acercarse ni remotamente a sus resultados. La grandeza artística, ya se sabe, está reservada a unos pocos.

miércoles, 31 de octubre de 2012

It's Alive


No creo que pueda haber planes mucho mejores que pasar la Nochevieja con los Ramones. Bueno, solo uno: que sea la de 1977, que la ciudad sea Londres, que sobre el escenario esté el cuarteto original y que el material interpretado pertenezca a los tres primeros y sagrados elepés de los maestros del punk rock. Es decir, la actuación que quedó registrada en It's Alive (1979), el fantástico doble elepé en vivo en el que el grupo neoyorquino se revela tan contundente como Kiss en Alive! o Thin Lizzy en Live And Dangerous, pero, a su vez, diferente, genuino, inmutable. Porque los Ramones se chutaban pop, surf y high energy, pero, y sobre todo en directo, solo sonaban a los Ramones. Jugando siempre sus cartas, la apuesta por la sencillez y la repetición —matizadas mediante pequeñas diferencias— cobra en la extensión del concierto, en sus veintiocho canciones una coherencia exquisita, insuperable, envidia de cualquier creador, que ve cómo los más mínimos elementos desencadenan torrentes de emoción. No hacen falta solos de guitarra; no hay que deslumbrar a nadie con una exhibición de percusión de quince minutos; no es necesaria una educación refinada de conservatorio. Se precisa dar con una clave que puede negarse a otros tras años de estudio y búsqueda. ¿Y cuál es? ¿Cuál? Ahí está el arte, el secreto, la conjunción de cuatro astros en un momento dado que apuestan por una fórmula y la trasladan sin tregua a los proscenios. En este caso, a uno inglés que nos recuerda que Ramones, como Beatles o Byrds, solo hubo unos, entregados y fieles a una idea y reflejados aquí, en It's Alive, en mirífico esplendor que mis palabras son incapaces de honrar como se merece.

viernes, 20 de enero de 2012

Too Tough To Die


No es extraño que Motörhead dedicara una canción a los Ramones, pues quizá sea el grupo con que más cosas tenga en común. Poseedores ambos de una fórmula mágica, siempre han insistido en ella para esculpir cada uno de sus discos y epatar durante sus conciertos. Posiblemente, para algunos esto no implique riesgo o sea culpable de inmovilismo, pero componer e interpretar cientos de canciones agrupadas en álbumes que jamás sean malos justifica más que de sobra su camino, pues la calidad —la evolución también puede esconder carencias— es lo único que, en último término, diferencia al buen artista del mediocre.

Too Tough Too Die (1984) es, para mí, uno de los mejores trabajos de los Ramones en los años ochenta. Más duro que sus antecesores, no estoy de acuerdo con que el elepé suponga una vuelta a las raíces, como tantas veces se ha apuntado, pues el grupo jamás las había abandonado, aun escorándose algo al pop, y el sonido es diferente al de los primeros discos de los neoyorquinos, los de la década de 1970. Pero, como ha quedado claro en el primer párrafo, los Ramones son siempre, y bien, los Ramones: una banda de rock and roll impagable capaz de poner una sonrisa hasta en la cara del más amargado.

Los seis primeros temas son crudos y dejan claro quiénes son los maestros del punk, pero los tres siguientes —Chasing The Night, Howling At The Moon (Sha-La-La), Daytime Dilema (Dangers Of Love)— enseñan su faceta más bubblegum y dan un pequeño giro de tuerca sin salirse de los patrones habituales. Vuelven los autores de Rocket To Russia a la carga en los cuatros cortes restantes —macarrísima Dee Dee Ramone cantando Endless Vacation—, que culminan en un fin de fiesta puramente rocker, No Go, para bailar, bailar y bailar. Y certificar, una vez más, que con tres acordes y los mínimos recursos los Ramones trasmitían lo que otros no logran ni acompañados de orquesta. Lógico que se les quiera tanto.

sábado, 18 de diciembre de 2010

End Of The Century

La polémica que existe alrededor de Road To Ruin y End Of The Century (cuarto y quinto disco en estudio, respectivamente, de los Ramones) siempre me ha parecido exagerada. Mínima es la evolución que se aprecia en ambos discos en el estilo monolítico, pero único, del grupo neoyorquino, por mucho que las canciones fueran un poco más largas, Johnny Ramone incluyera algún solo de guitarra o Phil Spector produjera el disco del que vamos a hablar, editado en 1980.

Cierto es que en el sonido de End Of The Century se nota la mano de Spector, su famoso muro de sonido, pero las canciones, como las de Road To Ruin, mantienen intacto el espíritu adolescente de los Ramones, su querencia por el rock and roll de los años cincuenta. Composiciones simples que nadie más que ellos puede escribir, aunque no parezca difícil hacerlo y sea sencillo el interpretarlas. ¿Que en Do You Remember Rock 'N' Roll Radio hay un órgano y un saxofón? ¿Que la producción de Spector exagera algunos redobles en I'm Affected? ¿Que Danny Says y Baby, I Love You (coescrita por el propio Spector para que la cantaran las Ronettes en los sesenta y orquestada aquí siguiendo los parámetros de aquella época) son tiernas baladas? Pues sí, pero las dos primeras son canciones estupendas y las dos siguientes no están nada mal. Por si acaso, ahí están los ochos cortes restantes —todos por debajo de los tres minutos excepto The Return Of Jackie And Judie, que recupera a los personajes del primer disco— para constatar que End Of The Century, aun siendo una producción de Phil Spector, no deja de ser un disco de los Ramones con todas las de la ley. Chinese Rock, Let's Go, I Can't Make It On Time, This Ain´t Havana, Rock 'N' Roll High School, All The Way, High Risk Insurance son nuevas perlas que añadir al cancionero de un grupo que en 1980 es ya un clásico de un movimiento, el punk, que parece hundirse en la memoria colectiva tres o cuatro años después, tan sólo, de su explosión.


Presidiendo toda la grabación están la fragilidad, el desasosiego y el romanticismo que trasmite Joey Ramone, la humanidad y el sentimiento escapando por los poros de un cantante tan cercano, que no establece barreras con el oyente. El instrumento más brillante de los que dan vida a los Ramones, al menos para mí, su voz suena mejor que nunca en End Of The Century. En el contraste entre la sequedad y la dureza de las guitarras, el bajo y la batería y la ternura de la voz de Joey puede estar parte del secreto de la fórmula que dio como resultado discos como éste.

miércoles, 14 de abril de 2010

Leave Home

La primera palabra que me viene a la cabeza cuando pienso en los Ramones es "elegancia". Sí, elegancia. Sé que a muchos les chocará, pero el grupo neoyorquino creó un estilo único y de gran belleza que en su sencillez y minimalismo, por su ausencia de adornos o arreglos innecesarios, se hace valedor del adjetivo "elegante". Porque no hablamos de su ropa o de su pelo, claro, hablamos de su música. Aunque quizá muchos piensen que su ropa o su pelo… Dejémoslo.

No tan perfecto en su conjunto como su antecesor (Ramones) y su predecesor (Rocket To Russia), Leave Home (1977), el segundo disco de los Ramones, sigue exactamente la misma línea que el primero y el tercero: temas cortos, riffs extremadamente simples, ausencia de solos de guitarra, letras de lo más cachondo, diversión generalizada… y la entrañable voz de Joey Ramone. Entre las canciones, algunas de las joyas de su repertorio: Glad To See You Go, Gimme Gimme Shock Treatment, Carbona Not Glue, Commando; rápidas, pegadizas, perfectas para "hacer nuestras vidas más felices", como decía Arturo Vega recordando al fallecido vocalista ramone.

A diferencia de otros grupos, en los Ramones las influencias ayudaban a construir el estilo, pero no eran el estilo. El de los Ramones, como el de AC/DC o Motörhead (ya lo hemos dicho alguna vez), era genuino e intransferible. Allí estaban, sí, Eddie Cochran, Elvis, Beach Boys, Stooges, New York Dolls, pero no se imponían, eran sólo referencia en el esfuerzo de los de Queens por recuperar las virtudes del primigenio rock and roll —ése que inficiona los surcos de Leave Home— aunque sin el cariz antisistema que dicho esfuerzo adquiriría al otro lado del Atlántico. Como cantaban los Stones: "I Know It's only Rock 'n Roll but I like it". Ni mejor ni peor que otros, ése podría ser el lema de los Ramones, y del que supieron sacar el máximo provecho aunque el resultado comercial no fuera nunca el esperado.