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domingo, 5 de agosto de 2018

Funkadelic


La materia ácida y expansiva de la que se nutrirá el colosal Free Your Mind And Your Ass Will Follow —ontología para seres desviados y friquis varios— ya conformaba cinco meses atrás el también imprescindible debut de Funkadelic. Era el año 1970 y el funk, la psicodelia, el gospel y la distorsión made in Hendrix se aliaban en Detroit para parir unos sonidos tan poderosos como los de MC5 y Stooges de groove afroamericano y delirantes letras. El grupo dirigido por George Clinton nos entrega siete temas extensos (el más corto roza los cuatro minutos) que muestran su propensión a volar, esparcimiento lisérgico que la caleidoscópica portada advierte al oyente previamente. Música carnal y exploratoria que navega a partir de excelentes composiciones que no son meros vehículos para la experimentación, pero que en las que ésta juega un papel importante. Voces, guitarras (la solista, la del genial Eddie Hazel), bases rítmicas y órganos se conjuran —producidos y guiados por Clinton— en busca de una personalidad artística estentórea y comunal que desde su primera andanada deje claros sus motivos e intenciones. Los de una banda portentosa que durante la década de los setenta desarrollará un trabajo cuyas semillas —bien plantadas y abriéndose— contiene por completo Funkadelic, y que sobre sus fundamentos crecerá exuberante y espléndido.

martes, 15 de abril de 2014

Maggot Brain


Es lógico que el impresionante solo de guitarra de Eddie Hazel que protagoniza de principio a fin los más de diez minutos del tema instrumental que pone título y abre Maggot Brain suela colocar al tercer disco de Funkadelic en la cima de su obra. No lo veo yo superior al anterior Free Your Mind And Your Ass Will Follow —igual de excitante—, pero cierto que el lamento eléctrico y psicodélico de las seis cuerdas de Hazel —presidiendo un supuesto réquiem por una madre que en realidad no ha muerto— posee tal entidad que se comprende cualquier hipérbole a la hora de valorar el elepé que lo contiene. De todos modos, y sea de esto lo que fuere, tiene razones de sobra este álbum de 1971 para brillar sin depender en exclusiva de un zarpazo emocional como el descrito. Gospel, soul, funk, pop, folk, blues y (hard) rock hendrixiano son codificados siguiendo la directrices de George Clinton para dar con un festival de musicalidad plena y vocación cósmica que, en busca del abrazo de la libertad artística y política, termina donde empezó al acercarse de nuevo a los diez minutos de improvisación con Wars Of Armageddon, muy presente el ácido en todos ellos. La turgencia y amplificación que la propia portada advierte —emulando la del imprescindible debut de Little Richard— se verá rebajada a partir del siguiente (doble) elepé de Funkadelic, que marcará un cambio de tendencia donde la distorsión tendrá menos que decir pero la calidad será parecida. Sin embargo, aquella trilogía que se gestó en años y medio —de Funkadelic a Maggot Brain— sigue manteniendo una capacidad de subversión sonora y un inconformismo artístico cuya ética de la investigación la sitúa entre los más granado del rock de los años setenta. Escuchen su tercera pieza entre Fun House y Tago Mago —por ejemplo— y verán cómo no ando desencaminado.

viernes, 10 de febrero de 2012

America Eats Its Young


El funk electrificado y psicodélico que —vía Hendrix— había modelado los tres primeros y torrenciales elepés de Funkadelic dará paso en America Eats Its Young (1972) a una música más sofisticada en la que la distorsión de las guitarras será sustituida por un sonido más accesible, que no menos ambicioso. El doble elepé resultante no será tan lesivo para el cerebro como Maggot Brain, pero lo que se pierda en intensidad se ganará en tersura, manteniendo la calidad instrumental las decenas de músicos participantes. Más que un grupo, el de George Clinton parece aquí una orquesta.

Funk en estado puro, soul y baladas orquestados (sección de cuerda con violín, viola, y violonchelo), largos pasajes instrumentales en los que los teclados de Bernie Worrell tienen especial importancia, vientos en su punto, bases rítmicas, percusiones y guitarras ricamente elaboradas, coros espectaculares… Esto es lo que encontramos en un álbum variado, repleto de detalles sugerentes y que no se resiente del hecho de haber sido registrado en estudios de diferentes ciudades como Toronto, Londres y Detroit. La denuncia política domina el trabajo, pero también hay sitio para el amor y la sexualidad en sus canciones, algunas de ellas ya grabadas por los Parliaments y Parliament.

Mucha tela tendrá aún que cortar Funkadelic durante los años setenta, siguiendo básicamente la senda marcada por America Eats Its Young, un doble elepé fecundo y atrevido, placer auditivo de los que no se agotan. No lejos del que aquel 1972 proporcionarán Ege Bamyasi, Neu!, Roxy Music, Ziggy Stardust, School's Out, TransformerBlack Sabbath Vol. 4. Se dice pronto, pero cuantas más veces repitan la lista en su cabeza más duras se les harán las comparaciones con el presente.

viernes, 28 de mayo de 2010

Free Your Mind And You Ass Will Follow


Derivado de Parliaments debido a un asunto legal, Funkadelic es una creación de George Clinton que, siguiendo la senda de James Brown y Sly Stone, pero sobre todo la de Jimi Hendrix, factura en el mismo Detroit por el que pululan Alice Cooper, Stooges y MC5 una trilogía soberbia que, aunque asentada en la electricidad de la Experience, se caracteriza por el atrevimiento y la libertad, en busca de un sonido propio e incandescente. No en vano el propio Clinton sostenía que si no hacías algo diferente era mejor no hacerlo.

Segundo y mejor movimiento de dicha trilogía, que abre la discografía de Funkadelic, Free Your Mind And Your Ass Will Follow (1970) —desternillante y feliz título donde los haya— es una obra maestra de la música negra en la que "atrevidas manipulaciones sonoras, angulosos teclados eléctricos por cortesía del precoz Bernie Worrell, guitarras de incontenible expresividad", en palabras de Jaime Gonzalo, dan lugar a "una orgía de soul, rock y blues fundidos a temperatura volcánica". En poco más de media hora y con sólo seis temas, Funkadelic libera una energía similar en su paroxismo a la de Fun House pero en clave funk y desde un punto de vista más hedonista, con mayor sentido del humor. No hay desperdicio alguno: los diez minutos de mantra que abren el álbum con el tema que le intitula; las sensacionales Friday Night, August 14th, Funky Dollar Bill y I Wanna Know If It's Good To You?, las tres meollo del disco y perfecta transcripción de la idiosincrasia rítmica del grupo; el deje vacilón de Some More; la epifafanía ácida que echa el cierre, Eulogy And Light. Perfecciona y refrenda el grupo lo que ya anunciaba ese mismo año el homónimo debut de Funkadelic: locura controlada, fabricación de un modelo singular sin renegar de los que le sirven de guía y plasmación de una obra de altísima exigencia en un estudio que parece querer esquivar —por su querencia libertaria más afín al escenario— a la hora de dejarse atrapar para una posteridad en la que Prince, Red Hot Chili Peppers, Fishbone y tantos otros vivirán de sus efluvios.