jueves, 20 de noviembre de 2025

Love It To Death

Tetralogías sobresalientes se las podemos arrancar a los Stones, a la Velvet, a la Creedence, a los Byrds, a Led Zeppelin, a AC/DC, a Black Sabbath, a los Beach Boys, a los Beatles… Y en la misma medida a Alice Cooper, que entre 1971 y 1973 graba cuatro elepés que son cumbre de la historia del rock, muestran una creatividad y originalidad realmente desbordantes y se sitúan a la altura de los creados por los grandes renovadores de la música del diablo en Detroit (MC5, Stooges y Funkadelic) precisamente por tener un discurso propio y no seguir reglas ajenas.

El tercer elepé del grupo da un giro a su carrera de la mano de quien se convertirá en mítico productor pero a la sazón es el joven y desconocido canadiense Bob Ezrin. La primera cara abre con tres himnos consecutivos de tres minutos cada uno: Caught In A Dream y su rock stoniano, la inmarcesible descripción de la angustia adolescente que es I'm Eighteen (una canción que nunca deja de estremecerme y emocionarme) y el garage rock de Long Way To Go, cuyo transcurrir anuda la potencia con el matiz circense que tanto trabajará la banda. Black Juju completa la primera mitad sumando en su duración la de los tres temas que le han antecedido, o nueve minutos de psicodelia concupiscente que adopta diversas formas entre la calma y la distorsión y cuenta con un espléndido solo de guitarra de Glen Buxton en su tramo final.

Versionada en los noventa por Asteroid B-612 o Sonic Youth, Is It My Body es una canción peculiar que no deja de ser un corte de dos minutos y medios de garage pero cuya estructura, ya desde su introducción, no es común. Hallowed Be My Name no queda lejos de Long Way To Go y precede a la trilogía que —yuxtaponiéndose sin solución de continuidad— va culminar el álbum de una manera sorprendente. La épica religiosa de Second Coming une sus postreras notas de piano a las de la apertura de Ballad Of Dwight Fry junto con la voz de una niña que pregunta a su madre por su padre, estremecedor viaje a la locura de extraordinaria y progresiva musicalidad que a su vez se funde con la lectura del Sun Arise de Rolf Harris, cuya felicidad ejerce de contraste inequívoco para decir adiós a Love It To Death. Los cinco melenudos que nos observan en la contraportada sumarían Killer, School's Out y Billion Dollar Babies para colocarse en un lugar privilegiado del que ya nadie podrá sacarles. El que ocupa Alice Cooper; el grupo, no el cantante.



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