canta impetuoso Sergio Martos en el tema que cierra Gloria (2021), llamado así por la borrasca que en enero de 2020 dejó trece fallecidos (o más) en España. Adelanto del último disco hasta la fecha de los Schizophrenic Spacers, Victoria es un himno que —tomando el título prestado a los Kinks— nada entre los Who, Cheap Trick, Free y Kiss haciendo referencia a ese otro temporal que —microscópico aunque mucho más letal— un virus iba a traer a continuación del meteorológico. Y, si, cantado en castellano: empecemos por el principio.
El grupo de Viladecans vuelve a grabar en el estudio de Hendrik Röver tras las excelentes experiencias de It Better Be Good y Now. Y lo hace cargado otra vez de material brillante, compuesto principalmente por su cantante. Sin embargo, ya no es inglés, como Viladenada explicita al dar el pistoletazo de salida, pliego de cargos no demasiado virulento contra la ciudad del cuarteto, o "un pueblo al que llaman ciudad". ¿Y pasa algo? Pues no. El consejo que Pere Gené dio a Martos ha terminado por apuntalar la personalidad de los autores de Riot, difícil encontrar a alguien similar a ellos que utilice la lengua de Rafael Sánchez Ferlosio. En la primera cara del elepé esto se nota a través de unas canciones directas plenas de groove rocker que solo echan el freno al final en Premonición, breve incursión en el góspel incluida. Pero es en la segunda donde la duda queda aparcada.
¿Porque quién sino ellos cuatro para yuxtaponer una balada realmente suave (Demasiadas horas) con el heavy metal a velocidad media de El ojo que todo lo ve, proseguir con un instrumental que linda con el space rock (Tragaldabas) y aterrizar en Las cinco estaciones de Gloria, la pieza más larga del álbum, hecha de cinco movimientos o actos que pasan por el rock and roll (Verano), la épica tabernaria (Final del verano), la cita de Rush y su 2112 Overture, la alusión al Kashmir zeppeliano en otro instrumental (Otoño) y la nostalgia hecha de Invierno? Nos sitúa esta larga pregunta, una vez concluida, en la Victoria con la que empezábamos, irresistible epinicio que rematan, para que quede claro, unos fuegos artificiales a los que se han adelantado estos versos de triunfo:
Victoria que debemos a la puesta en escena impecable de Sergio Martos (el Miguel Ríos catalán), Alberto Belmonte (guitarras), Manuel Fernández del Campo (bajo), Jesús Tejada (batería) y algunas sorpresas que descubrirán si adquieren el admirable Gloria de los Schizophrenic Spacers. El viejo rock en nuevas (aun veteranas) y buenas manos.
No los conozco pero te lo compro, creo que ingredientes le sobran para que me guste.
ResponderEliminarSe agradecen textos en castellano siempre, no termino de entender abusar tanto del inglés.
Abrazos.
El cambio al castellano ha sentado bien a los Spacers, Jorge, pero en inglés también eran buenísimos. Prueba con dobles como "It Better Be Good" (en estudio) o "Live At Last" (en directo) y lo verás.
ResponderEliminarUn abrazo.
Recuerdo el bolo que dieron en el Fun House, cuatro gatos desmadraos más la banda entregándose como si estuvieran en el Marquee repleto. ¡Qué gozada! Estos son los grupos que mantienen la afición, la verdadera esencia del rock´n´roll.
ResponderEliminarAbrazos hasta Nuevo Catecismo Católico.
Joder, qué bien lo pasamos esa noche, Javier. Esperemos repetir sensaciones en Nuevo Catecismo Católico.
ResponderEliminarUn abrazo.