El Jimi Hendrix del violonchelo. Así llamaba un amigo mío a Pau Casals, extrapolación cronológica y genérica que para quien estaba más habituado al rock de los años sesenta y al mítico guitarrista zurdo servía para describir la pasión y el rigor técnico con los que el músico catalán interpretaba las seis suites para violonchelo del gran maestro Johann Sebastian Bach, que aquí traigo en la edición de Naxos en dos compactos de 2000.
Como cuenta Eric Siblin, Casals da con las partituras en 1890, "año en que un violonchelista de trece años salió con su padre de paseo por el barrio portuario de Barcelona. El chelista era Pau Casals y cuando se tropezó con la partitura de las Suites para violonchelo solo, cambiaron tanto su vida como el curso de la música. Casals pasó los doce años siguientes practicando con esta música hasta reunir la confianza suficiente para tocar una suite completa ante el público". Y escribe asimismo unas palabras con las que entendemos por qué la versión de Casals de las notas de Bach es tan importante como la propia partitura del autor de las Variaciones Goldberg: "Para aquellos músicos que sabían de ellas, las Suites para violonchelo solo eran consideradas áridos ejercicios técnicos de cierto valor pedagógico, pero no aptas para la sala de conciertos. Cuando Casals empezó a hacerse idea de la música, no disponía de ningún modelo.* Tuvo que reinventarla, dado que el manuscrito autógrafo se había perdido y las escasas copias que habían sobrevivido diferían en los detalles. Desconocemos todavía qué había pensado Bach respecto al tempo, la dinámica, la técnica del arco o los estilos de ejecución. Consiguientemente, la partitura viene con licencia poética adjunta".
Es de dicha licencia poética y de los dedos del genio catalán de donde surge la belleza eterna y abisal de estas grabaciones históricas, aunque el momento en que son realizadas afecta sin duda a la plasmación definitiva de las suites: cuatro de ellas durante la guerra civil española (en Londres y en París en 1936 y 1938 respectivamente), dos una vez acabada (en 1939 en la capital francesa). El dolor de la contienda, por un lado, y de la victoria fascista, por otro, no pudieron dejar de influir en un republicano y demócrata como él, al mismo tiempo que incrementan el valor emocional de una música sobrecogedora en su compleja, virtuosa austeridad, desnuda de artificios banales o ganchos melódicos u orquestales que tranquilicen al oyente superficial.
Acompañan o completan la edición de Naxos cinco movimientos de otras tantas obras de Bach en los que Casals también toca su instrumento, entre ellos la famosísima aria de la Suite para orquesta número 3 en re mayor. Delicioso regalo adicional tras el disfrute de los treinta y seis, seis por cada una, que componen, siguiendo el anglosajón e internacional título de la portada, las Cello Suite Nos. 1-6, escritas por Johann Sebastian Bach en el siglo XVII (hacia 1720), pasadas por el tamiz ejecutor de Pau Casals en la primera mitad del siglo XX y restauradas para la ocasión por Ward Marston cuando aquél agonizaba. Habrá logros artísticos iguales, pero nunca superiores.
*El subrayado es mío
La meva mare, catalana de Barcelona y orgullosa de sus raíces, tiene a Pau Casals en el altar de su preferencias sentimentales. Gran conocedora de la música clásica, "El Cant Dels Ocells" del violoncelista catalán es una de sus piezas preferidas. No son pocas las veces, cuando voy a comer a su casa cada viernes, en que me pone el CD y entonces no hablamos, solo nos dejamos llevar por el momento y, cuando termina, me suele hablar de la Barcelona que ella conoció, la de los años 30 anteriores a la Guerra Civil (ella nació en 1929) Y es como una novela abierta, que cambia de capítulo día a día.
ResponderEliminarA veces sus ojos reflejan la tristeza de la luz catalana perdida.
Abrazos,
Mítica pieza de Casals y símbolo del antifranquismo catalán, Javier. Qué hermoso lo que cuentas, esos viernes en casa de tu madre que vienen a enriquecer mi entrada.
ResponderEliminarUn abrazo.