miércoles, 27 de julio de 2016

Moondog Matinee


Un pasado como The Hawks y como banda de Bob Dylan, cuatro discos en estudio y uno en directo absolutamente imprescindibles habían llevado a The Band al agotamiento artístico y el distanciamiento personal entre sus miembros. Era 1972, cada uno andaba a su aire y el futuro era incierto. La solución provisional fue de Robbie Robertson: el grupo grabaría un elepé de versiones de temas de los años cincuenta y sesenta que lo retrotrajera a los tiempos en que acompañaba a Ronnie Hawkins, antes de que el autor de Like A Rolling Stone confiara en su talento para defender sobre las tablas la electricidad recién adquirida por el de Duluth.

Moondoog Matinee (1973), titulado aen recuerdo de Alan Freed, fue el resultado: un álbum para salir del paso pero que lograba que el material ajeno sonara al quinteto canadiense. Independientemente de los problemas y la falta de ideas y ganas de crear un disco con temas originales, la personalidad arrolladora de The Band no iba a ser capaz de dejar que aquellas canciones fuesen una mera copia de lo que en su momento había sido registrado. Imposible. No es que los Mistery Train, Promise Land, The Great Pretender, I'm Ready o A Change Is Gonna Come que inmortalizaran —respectivamente— Elvis, Chuck Berry, los Platters, Fats Domino y Sam Cooke pierdan su hilo melódico conductor, pues son inmediatamente reconocibles, pero al pasar por el tamiz de Rick Danko, Garth Hudson, Robbie Robertson, Levolm Helm y Richard Manuel adquieren el sonido inconfundible de los autores de Cahoots. Obviamente, los hallazgos estéticos derivados de dicha empresa quedan lejos de los de Music From Big Pink o Stage Fright, si bien son lo suficientemente interesantes como para otorgar un aprobado al trabajo, ya sea solamente por el esfuerzo que hacen sus intérpretes por huir de tópicos y lugares comunes en la lectura de los clásicos mencionados (y los no nombrados). La única adaptación que no me convence y creo desentona es la del tema principal del magistral film de Carol Reed El tercer hombre, magnífico en la cítara de Anton Karas, insustancial y desafortunado en manos de The Band. No por ello es menos recomendable este paseo por lo orígenes que dieron forma a uno de los grupos más extraordinarios que la historia del rock and roll haya conocido. Como si de una matiné de Alan Freed se tratara y a la espera de mejores tiempos.

 

5 comentarios:

  1. Excelente reseña Gonzalo, un disco que normalmente pasamos por alto en la discografía de The Band y que es excelente, y lo dice alguien que no es amigo de los discos de versiones, pero los clásicos aquí recopilados suenan a The Band sin perder su identidad primitiva, y eso es una gran versión.
    Un abrazo.

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  2. Eso de la "matinée de Alan Freed" te ha quedado de gloria. Quizás uno de los discos que menos escucho de The Band, no por ello menor desde luego, aunque sin llegar a la altura de sus grandes obras maestras.
    ¿De donde sale la foto que incorporas al principio del post?
    Abrazos,
    JdG

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  3. Ésa es la característica más reseñable del elepé, Addi, que las canciones no pierden su esencia pero suenan a The Band.

    Esas matinés que un no vivió, Javier. La foto de la portada la saqué de algún sitio web.

    Abrazos.

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  4. Hola amigo, soy un seguidor del blog, me gustaría estar en su lista de blogs aqui dejo mi sitio .

    http://zamiplayrar.blogspot.com/


    Muchas gracias amigo, un saludo desde Peru.

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  5. Gracias por el interés, Cuentos. Me paso a echar un vistazo.

    Saludos.

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