sábado, 16 de mayo de 2009

Van Halen

Clásico del hard rock de los setenta, pero inmediato como el punk, el primer disco de los hermanos Van Halen y David Lee Roth, publicado en 1978, sigue sonando a peculiar dinamita que huye de fáciles clasificaciones.

La guitarra de Eddie Van Halen, tremendamente técnica pero contenida, los gorgoritos de un cantante que parece un cruce —en heavy— entre Robert Plant, Elvis y Frank Sinatra y una base rítmica con los fabulosos Alex Van Halen y Michael Anthony dan lugar a un álbum fiero y sorprendente.

Abren con Runnin' With The Devil, un gran riff que señala el camino, y ya no bajan la guardia hasta al final. Temas propios como Ain't Talking 'Bout Love, Atomic Punk u On Fire conviven con versiones de los Kinks (You Really Got Me) y del bluesman John Brim (Ice Cream Man) que llevan a su terreno y que dejan ver influencias reflejadas en canciones cortas cercanas al espíritu original del rock and roll: diversión, baile y sexualidad.

Descubierto por Gene Simmons, el primero en la lista de agradecimientos de la contraportada, Van Halen se convertiría en uno de los grupos de mayor éxito de todos los tiempos, y completaría con sus dos siguientes trabajos (Van Halen II y Women And Children First) una irresistible trilogía que, como Thin Lizzy o AC/DC, haría de ellos referencia indiscutible del rock duro de finales de los setenta y principios de la década siguiente. Una auténtica delicia.

jueves, 14 de mayo de 2009

Big Fun y Get Up With It

Publicados ambos en 1974, Big Fun y Get Up With It recopilan temas grabados entre 1969 y 1974, periodo extraordinariamente fecundo en el que Miles Davis graba y edita tres elepés sencillos y tres dobles en estudio y cinco álbumes dobles en directo. Otros dos discos en directo (dobles, cómo no) recogidos en Japón y publicados en 1975 ponen fin a una etapa febril que daría paso a, en palabras de Ian Carr, “los años del silencio”.

Miles Davis había tocado y grabado con Charlie Parker y Dizzy Gillespie en los años cuarenta , había creado un estilo único de trompeta y era responsable de, al menos, dos obras clave de la historia del jazz (Birth Of The Cool y Kind Of Blue). Es decir, no tenía nada que demostrar ni nada que hacer para ser una figura única e indiscutible de la música norteamericana (y, por extensión, mundial) del siglo XX. Sin embargo, como siempre había hecho, él siguió buscando y arriesgando sin concesión o prejuicio alguno. La revolución que supuso Kind Of Blue y el jazz modal en 1959 se queda corta con la que experimenta el trabajo de Miles Davis a finales de la década siguiente cuando la electricidad entra en su música, en la que rock, funk, psicodelia, vanguardia europea, música india y cientos de referencias más penetran su particular visión del jazz para crear un sonido calidoscópico pero único y radical y de belleza sin par.

Aunque a la sombra de los esenciales In A Silent Way, Bitches Brew y On The Corner, el carácter diseminado y recopilatorio de Big Fun y Get Up With It no debe distraer al oyente, pues sendos dobles discos contienen hallazgos y momentos escalofriantes que les colocan, en riesgo y originalidad, por encima de la mayoría de producciones de su época (y de cualquier época). Miles Davis, característica de sus grabaciones de esos años, reúne a un número amplio de músicos (¡y qué músicos!) en los estudios de Columbia que, registrados por Teo Macero, parten de alguna pequeña melodía (a veces sólo sugerida) para llevar a cabo larguísimos desarrollos e improvisaciones que Davis va modulando. En la media hora del mantra que abre Big Fun, Great Expectations, composición de Miles Davis y Joe Zawinul, hallamos los pianos de Herbie Hancock y Chick Corea, la guitarra de John McLaughlin o el bajo de Harvey Brooks; instrumentos eléctricos (a los que se une un sitar también eléctrico) que conviven con el saxo de Steve Grossman, el clarinete bajo de Bennie Maupin o la trompeta del propio Davis. En el mismo mes de noviembre de 1969 se graba la pieza que cierra el elepé original, Lonely Fire, con una formación similar. Es en la primera parte de esta composición donde más ecos encontramos de las músicas concreta y electrónica europea y de compositores de bandas sonaras por ellas influenciados, como Jerry Goldsmith. En contraposición, Go Ahead John, que antecede a Lonely Fire, es interpretada por un básico quinteto en el que destaca la fiereza de John McLaughlin, mucho más cerca de Jimi Hendrix que de cualquier ortodoxia jazz.

Get Up With It se abre con He Love Him Madly, grabada en junio de 1974 y tributo a un Duke Ellington muerto el mes anterior; es una de las piezas más hermosas que jamás grabó Davis, homenaje a alguien a quien admiraba profundamente. Sus diez primeros minutos nos muestran al trompetista al órgano, intercambiando sonidos con las tres guitarras eléctricas que le acompañan. Es entonces cuando entra la mágica flauta de David Liebman, que irá dando paso a la sección rítmica para, juntos, explorar territorios ignotos que cautivan y envuelven al oyente en su exquisita sensibilidad. Los últimos cinco minutos de la grabación son testigos de la aparición de la trompeta de Davis que despide de forma inmejorable esta más de media hora magistral. La misma duración tiene la otra gran pieza del disco, Calypso Frelimo, con una guitarra menos que es sustituida por el saxo soprano de John Stubblefield. En contraposición a He Love Him Madly, el primer tercio es fuertemente rítmico con un Davis soberbio en sus interpretaciones a la trompeta. En el segundo tercio, sin embargo, retoma el órgano para dirigir al octeto a terrenos mucho más relajados que vuelven ser recios en la última parte de la composición, con una banda sonando cada vez más funk y bailable.

Big Fun, Get Up With It: grandes discos a los que el tiempo ha puesto en su lugar, sonando a su época y sonando únicos e intransferibles. Mérito y misterio de un artista también único y también intransferible, pero, sobre todo, genial.

lunes, 13 de abril de 2009

…And You?

Cambiaron las pintas y el nombre y metalizaron el sonido por si colaba, pero ni por ésas. Estaba claro que los Dictators estaban destinados a no conocer el éxito masivo aunque se llamaran Manitoba's Wild Kingdom (espantoso nombre) e intentasen pasar por grupo heavy ochentero. ¡Que no!

Los Dictators, sin Top Ten, grabaron en 1988 este maravilloso disco de rock and roll que no vería la luz hasta 1990. Diez temas, menos de media hora, para corear con el puño en alto que se mueven entre el punk rock que ellos habían prácticamente inventado (I Want You Tonight!, The Perfect High), el punk metal de New York, New York (tema que ya tocaban los Dictators en directo) y Haircut And Attitude y el metal puro y duro de Fired Up o Prototype.

El disco, cómo no, fue un fracaso en ventas, como lo habían sido los tres que los Dictators habían publicado en la década de 1970. Manitoba's Wild Kingdom no volvería a grabar ningún elepé, cosa que sí haría la marca y formación original (con Top Ten de vuelta) tras varios singles y giras por tierras españolas. Pero ésa es otra historia. Por ahora pincha …And You? y grita con Manitoba "The party starts now!!".

Persiguiendo un ideal

"Si alguien me preguntara qué películas en la historia del cine se han construido más claramente a partir de la "nada" o, mejor dicho, que tuvieran un punto de partida más simple para ofrecer luego un desarrollo más complejo, sin duda podría citar varias, pero creo que la primera de todas sería Stalker", dice Carlos Señor en su libro sobre Andrei Tarkovski.

Se cumplen en 2009 treinta años de la producción de Stalker, mítico y oscuro film del realizador ruso/soviético Andrei Tarkovski, director radical y personal donde los haya y autor de sólo siete películas —además de un fundamental libro de teoría cinematográfica (Esculpir en el tiempo)— en veinticinco años de carrera. Una carrera marcada por los enfrentamientos con la censura (enfrentamientos que acabaron en el exilio) y los innumerables problemas de producción que planean sobre toda su obra, sin que sea Stalker —todo lo contrario— ninguna excepción.

Stalker es una película que se suele adscribir al género de la ciencia-ficción, género con el que tiene remotos parentescos. El guión lo escribieron los hermanos Strugatski a partir de su novela Partida de recreo en el campo, pero viendo la película no parece sino el primer eslabón de esa trilogía que cierra la filmografía de Tarkovski mediante lo que podríamos llamar un proceso de esencialización de su estilo, más marcado aún si cabe en Nostalgia (1983) y Sacrificio (1986), elegida en su momento por muchos medios como la mejor película de los años ochenta del siglo pasado. Stalker cuenta la historia de un guía (o stalker) que lleva a un científico y a un escritor a través de un prado al que llaman "La Zona" en el cual hay una casa semiderruida en la que dicen hay una estancia que concede a cada persona sus deseos más íntimos si se penetra en ella. Todo esto en un lugar y con unos decorados que remiten —en una impresionante advertencia subconsciente— al Chernobil pos desastre nuclear siete años antes de que éste sucediera. Rodada en lentos y largos planos ("Quería que todo contribuyera a dar la impresión de haber rodado la película entera en un solo plano", escribió Tarkovski) —forma de rodar que ya no abandonará hasta el final de sus días y que demuestra que su gran influencia no es Bergman, que también, sino Antonioni, con el que podemos encontrar multitud de paralelismos—, con una cámara en constante, aunque a veces imperceptible, movimiento, Stalker es una película que conjuga a la perfección la búsqueda moral y, en consonancia (siempre en consonancia, las películas de Tarkovski son oraciones, fondo antes que forma), estilística del director ruso y nos habla del miedo que los seres humanos (en opinión de Tarkovski por la falta de espiritualidad, pero no creo que el porqué sea tan importante) a enfrentarnos con nuestra esencia —sea ésta la que sea— en un mundo recubierto, hasta hacerle perder su forma primigenia, de capas y capas de mezquindad, hipocresía y apariencias. Y sirva como ejemplo la soberbia escena en la que los personajes, sentados en la entrada de la «habitación mágica», son incapaces de dar un paso y penetrar en ella. Son incapaces, en definitiva de enfrentarse a su propio yo, tienen miedo a conocer sus deseos más íntimos, que decíamos más arriba, o, quizá, ya los conocen, o los intuyen, y sienten pánico ante la posibilidad de que se hagan realidad.

En contraposición al cine clásico de Hollywood, Stalker propone lentitud frente a velocidad y frenesí y reflexión, indagación e interiorización frente a exposición e intriga (aburrimiento frente a diversión, que dirían muchos). Stalker promete que van a pasar muchas cosas y, conforme avanza, ninguna de ellas pasa. Es el mayor rasgo definitorio de la película y de lo que, en su momento, fue la modernidad. Rasgo de un cine que ya no existe, que se ha evaporado, como por arte de magia, con la ayuda de un mercado ávido de sensaciones fuertes, coyunturales y superficiales. (Y que esto no lleve a conclusiones erróneas como que hoy ya no se hace buen cine o similares, pues ahí tenemos Elephant (Gus Van Sant, 2003), Caché (Michael Haneke, 2005) o Cartas desde Iwo Jima (Clint Eastwood, 2006) entre otras varias, para desmentir semejantes afirmaciones.)

La historia del rodaje de Stalker es una muestra de la fuerza interior de su director. Jorge Fernández Zicavo, uno de los mayores expertos en la obra de Andrei Tarkovski en nuestro país, lo cuenta así:

"(…) cuando ya se había rodado la mitad del guión, la película negativa Kodak aportada por un distribuidor alemán, resultó dañada en el laboratorio.

"Después de varios intentos por salvar el material, Tarkovski se enfrentó a la dura realidad de tener que comenzar otra vez desde el principio, lo cual planteaba problemas de tiempo y presupuesto que, a su vez, obligaron a modificar el guión.

"Las sospechas sobre la posible intervención del Goskino [Comité estatal de cinematografía de la Unión Soviética] (…) se convirtieron casi en certeza, cuando, al solicitar el resto del negativo virgen, el equipo de producción fue informado de que había sido entregado a otros dos cineastas.

"(…) a pesar de su precaria salud y de nuevas zancadillas propinadas por el Goskino, no sólo aceptó el reto de empezar el film otra vez desde cero, sino que lo convirtió en el más emblemático de su obra y en su testamento espiritual al pueblo ruso".

Vayan estas líneas como recordatorio de uno de los cineastas europeos más interesantes y creativos que han existido, y espero que animen al lector a ver sus películas.

viernes, 27 de marzo de 2009

Paranoid y Master Of Reality

Aunque suscribamos que sólo se puede confiar en los seis primeros álbumes de Black Sabbath, hiperbólica, pero comprensible, afirmación de Henry Rollins, la cumbre de la obra del grupo inglés la conforman los dos discos que publicaron, respectivamente, en 1970 y 1971: Paranoid y Master Of Reality. Los riffs pesados, densos y oscuros de War Pigs, Iron Man, Sweet Leaf o Into The Void, los pequeños cortes instrumentales o maravillas psicodélicas como Solitude o Planet Caravan (en mi opinión, el más bello tema que jamás grabaron) constituyen el sonido definitivo de Black Sabbath, legado del que han mamado cientos de grupos metálicos y de otros muchos estilos. Tanto Paranoid como Master Of Reality fueron producidos por Rodger Bain (que ya no estaría en Vol. 4), dando forma a ese rock and roll teatral —banda sonora de una hipotética película de terror o ciencia-ficción— lleno de magos, demonios y políticos corruptos; la parafernalia propia del grupo. Un sonido único e intransferible, muestra de un esplendor que ni Ozzy Osbourne ni Black Sabbath sin él conocerían.

domingo, 22 de marzo de 2009

Red Clay y Straight Life



Si en el año 1970, Freddie Hubbard no hubiese grabado para CTI los espléndidos Red Clay y Straight Life, su figura dentro de la historia del jazz habría tenido exactamente la misma importancia, pues su trompeta había sonado ya en el Free Jazz, de Ornette Coleman; Out To Lunch, de Eric Dolphy; Ascension, de John Coltrane; e East Broadway Ran Down, de Sonny Rollins. Es decir las más radicales, revolucionarias e innovadoras obras del jazz de los años sesenta, con la excepción de las grabaciones de Miles Davis.

Grabado el primero (Red Clay) con un quinteto en enero de 1970, el hard bop clásico va de la mano del funk de la época para lograr una vibrante y absorbente combinación. Repite fórmula y sello Freddie Hubbard en noviembre del mismo año, aunque esta vez añada dos percusionistas y la guitarra de George Benson al quinteto original, que se mantiene incólume salvo la sustitución de Lenny White por Jack DeJohnette a las baquetas. El resultado, Straight Life, se mantiene, sin duda, a la altura de su predecesor.

Dentro del conjunto de gran belleza que constituyen ambos álbumes destacan el mano a mano que mantienen Hubbard y Benson en Here's That Rainy Day, la balada que cierra Straight Life; el enorme saxo de Joe Henderson en el tema que da título a este disco; y el piano de Herbie Hancock en la soberbia pieza que también da título y abre Red Clay.

jueves, 12 de marzo de 2009

Never Mind The Bollocks

"En 1972, y no 1975 o el 1977, el punk irrumpe en el Reino Unido. Ese año tienen lugar allí el concierto que los New York Dolls protagonizan en el Wembley Arena y la grabación del tercer álbum de los de los Stooges", afirma Jaime Gonzalo en su espléndida, y recién publicada, biografía sobre el grupo de Iggy Pop. No resta dicha afirmación validez al movimiento musical que arrasó con todo en la Gran Bretaña de 1977, pero sí deja claro que Damned, Clash o Sex Pistols no surgen de la nada. Incluso Dictators y Ramones ya dan cera punk en Nueva York para ser esa especie de eslabón (o correa de transmisión) entre Muñecas y Chiflados y la metralla británica.

Ataque frontal al rock sinfónico y al heavy rock de excesivo virtuosismo (en lo musical) y al sistema capitalista (en lo político), la incidencia del movimiento punk, a treinta años vista, es clave en el posterior devenir del rock and roll, pero más débil parece su influencia en otros campos. Sí cabe decir a su favor que los discos que produjo siguen sonando a gloria bendita, tan frescos y cercanos como las mejores grabaciones de Chuck Berry o Little Richard. Porque hacia allí es adonde apuntaban, hacia la recuperación de la pureza y sencillez del primitivo rock and roll, más que hacia la (hipotética) debilitación de la Europa del bienestar.

Never Mind The Bollocks ha quedado como la más significativa y representativa obra de aquel movimiento, más allá de la manipulación publicitaria que de los Sex Pistols hicera Malcolm McLaren. Versión nihilista del punk, frente a la fuertemente politizada y comprometida de los Clash, el clásico por antonomasia de esta música es un tratado de malas maneras y agresividad condensadas en doce temas que rondan los tres minutos cada uno de ellos. Ataques a todo dios y mala baba por doquier parecen camuflar un disco extraordinario en lo musical, rock and roll de primer orden que suena como una unidad compacta (con una producción de Chris Thomas no demasiado punk, por cierto), difícil de dividir, pero de la que me gustaría destacar No Feelings, God Save The Queen y Pretty Vacant, tres gemas inmortales que representan a la perfección lo que fue un época, para bien o para mal, imposible de repetir.

Poco más tendrían ya que decir los Sex Pistols en lo estrictamente musical. Eran un producto, y como tal producto murieron; no es óbice ello para hacerse eco una y mil veces de la magnificencia de un álbum por el que no parecen pasar los años y que seguirá llevando a jóvenes en todo el mundo a empuñar una guitarra eléctrica para expresar con sencillez y sin pretensiones y pelos en la lengua aquello que tengan que expresar.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Live Killers

Ahora que se cumplen treinta años de su publicación, merece la pena echar la vista atrás para recordar el doble disco en directo publicado por Queen, Live Killers, recopilatorio de una época que aquí se daba por cerrada. La anfetamínica versión de We Will Rock You que abre el álbum es el latigazo de salida a una carrera llena de energía y entrega (la misma que puede desprender el espléndido, y también doble, directo de UFO Strangers In The Night, asimismo publicado en 1979), con un Brian May sonando a gloria en cortes como Now I'm Here, Keep Yourself Alive, Tie Your Mother Down o Sheer Heart Attack. Son Queen registrados en su mejor momento, momento previo a la degenaración en la que entraría su rock operístico y que les llevaría a grabar títulos tan mediocres como A Kind Of Magic o Innuendo antes de la muerte del carismático Freddie Mercury.

domingo, 1 de marzo de 2009

Criterio limpio




Las vi ambas en enero de 1998. Las dos eran producciones de 1997. Una era la película más taquillera en todo el mundo en ese momento; la otra, quizá, la menos. Una representaba, sin ambages, los valores de Hollywood (comercialidad, simplicidad narrativa, etc.); la otra, era una película experimental, dura y radical (aburrida, dirían muchos). Durante la proyección de la primera, la sala estaba abarrotada; durante la de la segunda, había seis o siete personas, todas con gafas —incluido yo—, alguno con bufanda y la mayor parte con algún libro en las manos. Una la había dirigido un canadiense autor de algunos de los éxitos más sonados de los últimos veinte años; la otra, un catalán tímido y silencioso con sólo dos títulos minoritarios a sus espaldas en trece años. Una se titulaba Titanic (James Cameron); la otra, Tren de sombras (José Luis Guerin).

Recuerdo haber oído a Fernando Savater que estando reunido en París, si no recuerdo mal, con filósofos de diversos países, y mientras trataban y analizaban temas "serios" y "trascendentes", él dijo, no sé si en un ínterin o en un receso, que le gustaba mucho Parque Jurásico (Steven Spielberg, 1993). Parece ser que se hizo un silencio incómodo entre aquellos pensadores, hasta que uno —ignoro quién— habló para decir que a él también. Aunque no puedo asegurar que esto no sea producto de mi imaginación (don Fernando debería corregirme), creo que en ese momento se abrió la veda y de la boca de estas personas cultivadas —como si durante años hubieran estado reprimidos y vomitasen de golpe todo lo cohibido por aquella autorrepresión— empezaron a brotar títulos tabú en cualquier congreso de sabios.

Pues, sí. A mí me gustaron —y me gustan— Titanic y Tren de sombras. "¿Cómo te puede gustar Titanic? Es una basura", me decían mis amigos intelectuales sin haberla visto, claro está. ¿Cómo se van a dignar a ver una basura? No vaya a ser que abran el cubo y que descubran que está vacío. (Aunque, ahora que lo pienso, nunca lo admitirían. Ya se ocuparían de llenarlo ellos a posteriori.) "No te pega", me decían —y saco esto a colación en concomitancia con lo de Savater— amigos y conocidos menos intelectuales. Reconozco que incluso a mí —podrido, como tantos, de prejuicios contra los que intento luchar— me causaba cierto recelo. Rodeado de admiradores de Tarkovski, Wim Wenders, Eric Rohmer, Woody Allen o quien sea, decir que Titanic te gusta (no sólo eso; incluso que es una película excelente y que James Cameron, al menos en esta ocasión, es un digno heredero de la tradición que representan, por ejemplo, ¡sacrilegio!, Raoul Walsh o Michael Curtiz) te produce cierta vergüenza, en mi caso difícil de disimular, pues soy muy tímido y los colores se me suben rápidamente.

Pero ¿por qué cuesta tanto defender lo mayoritario, siquiera muy de vez en cuando? Sí que es evidente que defender lo que fue mayoritario hace cincuenta años no está tan mal visto. La pátina del tiempo juega a favor del prestigio al que sumarse en el presente, entre otras cosas, claro, porque lo antaño mayoritario no suele serlo hoy o, al menos, no está tan presente como el éxito de actualidad (más en esta sociedad en que la "rabiosa" actualidad lo es todo). Así que si ensalzas una obra "comercial" en un círculo "superior" te miran como a enajenado, lo cual no deja de tener bastante gracia cuando ellos sí que viven en un enajenamiento colectivo de un autismo feroz que hace de sus opiniones sentencias pedantes alejadas de la realidad que, presuntamente, analizan desde su pedestal. Ya decía Ernesto Sábato, con elocuente simplicidad (a veces tan necesaria), que un libro puede vender cientos de miles de ejemplares y ser muy bueno y otro, vender cien y ser muy malo. (Y viceversa.)

No excluye lo anteriormente expuesto la crítica de la actual tendencia destructiva del cine de Hollywood (los efectos especiales están haciendo un daño irreparable al cine) o de la pérdida a marchas forzadas de creatividad literaria que sacude al best seller. Pero sí creo que es bueno hacer hincapié en que una obra no es mala por gustar a mucha gente, por mucho que duela a ciertos gurús del buen gusto.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Cien canciones de la historia del rock

Aunque sea cambiante, y tenga el inconveniente de admitir una sola canción por artista, ahí va la lista:

ELVIS PRESLEY Love Me Tender (1956) 
LITTLE RICHARD Lucille (1957)  
GENE VINCENT Hold Me, Hug Me, Rock Me (1957)  
CHUCK BERRY Johnny B. Goode (1958)   
EDDIE COCHRAN C'Mon Everybody (1959) 
BO DIDDLEY Run Diddley Daddy (1959) 
JOHNNY KIDD & THE PIRATES Shakin' All Over (1960) 
LINK WRAY AND THE RAYMEN Jack The Ripper (1963) 
THE ANIMALS The House Of The Rising Sun (1964) 
BOB DYLAN Like A Rolling Stone (1965) 
OTIS REDDING I've Been Loving You Too Long (1965) 
THE YARDBIRDS Lost Women (1966) 
THE BEATLES Eleanor Rigby (1966) 
THE MOTHERS OF INVENTION Hungry Freaks, Daddy (1966) 
THE 13th FLOOR ELEVATORS Roller Coaster (1966) 
THE REMAINS Don't Look Back (1966)  
THE BEACH BOYS Heroes And Villains (1967) 
THE BYRDS Have You Seen Her Face (1967) 
ARETHA FRANKLIN I Never Loved A Man (The Way I Love You) (1967)  
THE VELVET UNDERGROUND Sister Ray (1968) 
VAN MORRISON Madame George (1968) 
THE KINKS Last Of The Steam Powered Trains (1968) 
THE JIMI HENDRIX EXPERIENCE Voodoo Child (Slight Return) (1968) 
THE BAND The Weight (1968) 
CREAM White Room (1968) 
THE ZOMBIES Time Of The Season (1968) 
LOVE August (1969) 
FRANZ ZAPPA The Gumbo Variations (1969) 
LED ZEPPELIN Dazed And Confused (1969) 
SLY & THE FAMILY STONE Sex Machine (1969) 
CAPTAIN BEEFHEART & HIS MAGIC BAND Pachuco Cadaver (1969) 
JEFF BECK GROUP Rice Pudding (1969) 
FLAMIN GROOVIES Second Cousin (1970) 
GEORGE HARRISON Isn’t It A Pity (1970) 
FUNKADELIK Friday Night, August 14th (1970) 
THE STOOGES Dirt (1970) 
CREEDENCE CLEARWATER REVIVAL Long As I Can See The Light (1970) 
BLACK SABBATH Planet Caravan (1970) 
MC5 Skunk (Sonicly Speaking) (1971) 
THE FACES You're So Rude (1971) 
THE WHO Won't Get Fooled Again (1971) 
CAN Halleluwah (1971) 
THE ROLLING STONES Can't You Hear Me Knocking (1971) 
DAVID BOWIE Rock 'N' Roll Suicide (1972) 
DEEP PURPLE Highway Star (1972) 
NEU! Hallogallo (1972) 
BIG STAR Thirteen (1972)  
ALICE COOPER Billion Dollar Babies (1973) 
PINK FAIRIES I Wish I Was A Girl (1973) 
KING CRIMSOM Lark’s Tongues In Aspic (Parts 1 & 2) (1973) 
LYNYRD SKYNYRD Free Bird (1973) 
BLUE ÖYSTER CULT Hot Rails To Hell (1973)  
UFO Doctor Doctor (1974) 
NEW YORK DOLLS Human Being (1974) 
ROBERT WYATT Alifib/Alife (1974) 
PATTI SMITH Birdland (1975) 
PINK FLOYD Shine On You Crazy Diamond (Pt. 1 & 2) (1975) 
KISS C’Mon And Love Me (1975) 
IAN HUNTER Once Bitten Twice Shy (1975) 
BRUCE SPRINGSTEEN Jungleland (1975) 
THIN LIZZY The Boys Are Back In Town (1976) 
RADIO BIRDMAN Snake (1976) 
ELLIOTT MURPHY Diamonds By The Yard (1976) 
THE CLASH I’m So Bored With The U.S.A. (1977) 
THE DAMNED Neat, Neat, Neat (1977) 
SEX PISTOLS No Feelings (1977) 
DEAD BOYS Sonic Reducer (1977) 
RAMONES Rockaway Beach (1977) 
SUICIDE Frankie Teardrop (1977)  
ROSE TATTOO Nice Boys (1978)
THE SAINTS Know Your Product (1978)  
RORY GALLAGHER Shadow Play (1978)
THE POLICE So Lonely (1978)
THE UNDERTONES Teenage Kicks (1978) 
IGGY POP New Values (1979)  
AC/DC Touch Too Much (1979) 
JOY DIVISION Atrocity Exhibition (1980) 
BURNING No es extraño que tú estés loca por mí (1980) 
THE CRAMPS TV Set (1980)  
MOTÖRHEAD Ace Of Spades (1980) 
THE DREAM SYNDICATE Halloween (1982) 
TOM WAITS Temptation (1987) 
UNION CARBIDE PRODUCTIONS Ring My Bell (1987) 
PRINCE Sign O’ The Times (1987) 
GUNS N' ROSES Nightrain (1987) 
JANE'S ADDICTION Ocean Size (1988) 
PUBLIC ENEMY Don’t Believe The Hype (1988) 
LOU REED Romeo Had Juliette (1989)  
BORED! Waste My Time (1989) 
COSMIC PSYCHOS Lost Cause (1989)  
MANITOBA'S WILD KINGDOM Haircut And Attitude (1990) 
LOS ENEMIGOS Desde el jergón (1990) 
NEIL YOUNG with CRAZY HORSE Over And Over (1990) 
ASTEROID B-612 Hounder (1994) 
SONIC YOUTH The Diamond Sea (1995) 
SOCIAL DISTORTION Don't Drag Me Down (1996) 
THE DICTATORS Who Will Save Rock And Roll? (1997) 
THEE MICHELLE GUN ELEPHANT West Cabaret Drive (1998) 
THE NOMADS Crystal Ball (2001)
HARD-ONS Baka (2003)