Junto a Little Steven (auténtico entusiasta del disco y el grupo) a los controles, Jay Hening a la guitarra, Jimmy Clark a la batería y el también Hanoi Rocks Sam Yaffa al bajo, Michael Monroe da a luz el más punk de sus trabajos, en el que siete temas propios (compuestos en su mayoría por el finlandés, Van Zandt y Jude Wilder) conviven con versiones de los Dead Boys, Johnny Thunders y UK Subs. El álbum comienza de manera espectacular con Nothin's Alright, la mejor canción jamás escrita por Monroe, de rotunda interpretación y fantástica letra, en la que la influencia de los Sex Pistols, al igual que en
lunes, 28 de marzo de 2011
Demolition 23
Junto a Little Steven (auténtico entusiasta del disco y el grupo) a los controles, Jay Hening a la guitarra, Jimmy Clark a la batería y el también Hanoi Rocks Sam Yaffa al bajo, Michael Monroe da a luz el más punk de sus trabajos, en el que siete temas propios (compuestos en su mayoría por el finlandés, Van Zandt y Jude Wilder) conviven con versiones de los Dead Boys, Johnny Thunders y UK Subs. El álbum comienza de manera espectacular con Nothin's Alright, la mejor canción jamás escrita por Monroe, de rotunda interpretación y fantástica letra, en la que la influencia de los Sex Pistols, al igual que en
martes, 22 de marzo de 2011
Bitches Brew
(Joe Zawinul)
El momento que comencé a sentir que estaba ocurriendo algo verdaderamente extraordinario fue en Bitches Brew. (…) Estábamos situados en un gran círculo en el estudio, pero nadie sabía en realidad que buscaba él. Creo que ni siquiera Miles lo sabía, pero tenía una idea, como siempre, y él, al igual que todos, estaba experimentando otras maneras de percibir la música, lo que, por supuesto, es su enfoque característico, esa capacidad de extraer de los músicos cosas de las que tal vez ellos no eran conscientes.
(John McLaughlin)

Como epítome y excepción al mismo tiempo puede ser abordada la desbordante propuesta con la que en
Grabado los días 19, 20 y 21 de agosto de 1969, estamos ante un doble elepé en el que, como dice Ian Carr, "La antigua idea de una serie de solos ha quedado descartada por completo y los elementos básicos son la trompeta de Miles y el resto del conjunto como un todo". Conjunto en el que hallamos dos, incluso tres, pianos eléctricos (Joe Zawinul, Chick Corea, Larry Young); una guitarra eléctrica (John McLaughlin); bajo y contrabajo (Dave Holland y Harvey Brooks); dos baterías (Lenny White, Jack DeJohnette, Don Alias); percusión (Don Alias, Junma Santos); saxo soprano (Wayne Shorter); y clarinete bajo (Bennie Maupin).
Pharaoh's Dance inicia el álbum, y no hacen falta sino unos segundos para percibir que nos abocamos a un abismo lúbrico en el que Davis introduce a sus acompañantes para dejar que sea el tiempo —jugando con los músicos, modificando, relativizando, esculpiendo notas, melodías, armonías— el que establezca las conclusiones. Compuesto por Zawinul, el motivo del pianista es instantáneamente anulado por un maremágnum de sonidos que invoca a una especie de rito pagano —como el de los faraones— dormido en el inconsciente atávico que desde lo más remoto de nuestros ancestros se cuela en un estudio de
jueves, 17 de marzo de 2011
Young Man´s Blues

Young Man's Blues (1988) es el único trabajo que la banda publicó para Geffen, un doble elepé de quince canciones en tres caras a treinta y tres revoluciones por minuto y una versión diferente de Beyond Babylon, una de esas canciones, en la cuarta y última cara, ésta a cuarenta y cinco. La escucha del disco evidencia que son ZZ Top y los Stones quienes marcan el camino del quinteto, aunque sean los cadáveres de Eddie Cochran, Marc Bolan y Sid Vicious quienes se lleven los agradecimientos en los créditos. Sin duda que también el punk, el glam y el rockabilly les habían influido; incluso el soul de Otis Redding, de quien hacen su These Arms Of Mine; pero no de forma tan manifiesta, o a mí no me lo parece, como los dos grupos nombrados. Mucho más cercanos a los Black Crowes —que también en su debut se apropiarían de un tema de Redding— que al sleaze o al hair metal, Young Man´s Blues no tiene la consistencia del primer disco de los hermanos Robinson, pero sí la suficiente entidad como para hacer del álbum un trabajo de agradable y entretenida escucha, muy superior, en todo caso, y para que ustedes me entiendan, a cualquiera de L.A. Guns o Faster Pussycat.
De lo que podía haber sido su segundo disco para Geffen da cuenta Midnight Confessions (Lost recordings from 1989 to 1992), año en el que los Rock City Angels fueron expulsados de la casa que se había hecho de oro con el grupo de Axl Rose. Mera información que traslado, pues no hemos escuchado en Ragged Glory susodichas confesiones. Acabemos con una de las que hace el cantante Bobby Durango en la grabación que hemos tratado ("Nothing to tell you, nothing to say / Except sorry for all the pain"), de exacerbado y discutible romanticismo (más pragmático, Tomasi di Lampedusa lo llamó "el inevitable fondo de dolor" del amor y la vida), pero que da una pista de por donde va la lírica de Young Man´s Blues.
viernes, 11 de marzo de 2011
Washing Machine

Washing Machine (1995) destaca entre dichos trabajos como una obra maestra descomunal, para mí, quizá, el mejor de sus elepés. Sin apenas el hálito garagero de los anteriores Dirty y Experimental Jet Set, Trash And No Star, Washing Machine es un disco complejo, difícil, del que no es posible hablar sin mencionar los veinte minutos finales de The Diamond Sea en los que desemboca el río de electricidad atonal en formato rock por el que ha navegado el oyente. Veinte minutos que parten de una hermosa melodía pop que, poco a poco, va deconstruyéndose. Son primero las guitarras las que se endurecen hasta oscurecer la melodía y dar lugar a dos minutos de ruido violento y abrasivo. Como si volviéramos del infierno, el motivo principal es recuperado, pero no para caer en el cielo; dicho motivo va perdiéndose de nuevo, sin prisa pero sin pausa, y es sustituido, ya hasta el final, por el delicado y sensorial pandemónium que construye Sonic Youth, para quien esto escribe momento cumbre, solemne, de su carrera y, por ende, de la historia del rock and roll.

lunes, 7 de marzo de 2011
Lost City Blues

Un álbum en el que el responsable de las guitarras es John Nolan —recuerden Negative Waves, esa fulminante obra magna— no parece que anuncie calma y levedad. Y Lost City Blues no lo hace. Alimentados pantagruélicamente de high energy, punk rock y heavy metal, el gran Nolan, Tim Hemensley —cazallero mayor del reino, bajista y víctima de la heroína en 2003— y Timmy Jack Ray tras los tambores ponen en pie una obra de un solo acto y diez escenas que puede dejar tarambana a quien a ella se acerque. Get The Girl Straight da el pistoletazo de salida con un nivel de intensidad que no decae en momento alguno durante el resto del disco. Guitarra, bajo y batería atruenan como cien bombas cuyo objetivo es el oyente incauto que no ha pasado de The Cult (y entiéndase esto como mero ejemplo). Autistas y cercanos al mismo tiempo, la ferocidad de los Powder Monkeys y su Lost City Blues surge técnicamente de los decibelios atormentados, pero espiritualmente lo hace de personas que también lo están, extremadamente sensibles, que encuentran en el refugio estético del rock duro la coraza que es al mismo tiempo causa y consecuencia, aun pareciendo imposible, de su debilidad. La misma debilidad, no hay duda, que llevó a Hemensley a la tumba y que sustenta la pasión —hermosa paradoja— que trasmite esta joya finisecular: El blues de la ciudad perdida, que es en realidad el de los hombres sin rumbo, sin meta, perdidos.
martes, 1 de marzo de 2011
Compassion

miércoles, 23 de febrero de 2011
Zeno Beach

No voy a decir, de todos modos, que Zeno Beach sea Radios Appear. Su onda expansiva es más reducida, pero su calidad es innegable, la de unos músicos maduros que si bien prefieren mirar para adentro, conscientes de que han pasado muchos años, siguen llenos de una energía que la edad canaliza de manera diferente (aunque haya balazos como Connected, ojo). Un disco que suena muy sólido y cohesionado; rock, es obvio, pero al que cuesta buscar émulos o ascendentes, algo que ya sucedía con Radio Birdman en los setenta y con los New Christs posteriormente, pues aunque sean los Stooges y MC5 sus fuentes principales, hay en ellos una vertiente pop y un dramatismo (tan peculiar en muchas bandas australianas) que les lleva a poner en práctica un discurso que —como en los artistas de mayor calado— utiliza sus influencias musicales para traducir a claves estéticas vivencias, sensaciones y pensamientos particulares. No es ajeno a lo argüido el que Radio Birdman sea un sexteto en el que las teclas tienen su importancia, mucha en Zeno Beach. Incluso es autor Pip Hoyle de los dos temas que cierran el elepé: The Brotherhood Of Al Wazah y Zeno Beach.
No hará falta insistir, tal y como hacía al hablar de Green Manalishi, en que los Strokes o los Libertines se quedan en nada —por no citar indecentes sinecuras— tras escuchar el álbum de Radio Birdman, a pesar de que aquéllos sean mucho más famosos y hayan acaparado más portadas que los australianos y que muy pocos de sus seguidores se enterasen siquiera de la publicación de Zeno Beach en 2006. Nada podemos hacer al respecto, simplemente recordar las palabras de Joe Tangari en 2001 al reseñar el espléndido recopilatorio The Essential Radio Birdman (1974-1978): "Desafortunademente, parece como si Radio Birdman hubiera sido el grupo adecuado en el momento inadecuado". Pudiera ser válida dicha afirmación para su segunda encarnación, pero tampoco hay que darle demasiada importancia. Si quieren saber mi opinión, yo no le doy ninguna.
sábado, 19 de febrero de 2011
Green Manalishi y Unknown Force

No ha sido así en el pasado, pero en los últimos años es evidente que el mejor rock está condenado a moverse en terrenos minoritarios. El ejemplo de Green Manalishi no puede ser más paradigmático. Si el anterior grupo del guitarrista y cantante Txetxu Brainloster, Mermaid, había dejado muy alto el listón con el estupendo Red Led Or Death, difícil era suponer que el homónimo debut de Green Manalishi (que toma su nombre de un tema de Fleetwood Mac versionado por Judas Priest) alcanzara tamañas cotas de excelencia.
Registrado en Pamplona durante el verano de 2004, pero publicado en 2005 por la pequeña discográfica catalana Rock On! (gracias), Green Manalishi se merienda a todas esas bandas con las que día sí, día no, la prensa musical inglesa (sobre todas) quiere salvar el rock and roll, como si éste necesitase ser salvado o las bandas a las que se promueve pudieran salvar nada. No tiene Brainloster la desfachatez de dar gato por liebre, no inventa la música del diablo, pero la calidad de las canciones es tal que sí parece reinaugurarla en cada una de ellas. Nos encontramos al escucharlas con Blue Öyster Cult, Black Sabbath, Grand Funk Railroad, AC/DC, Pink Floyd (periodos Barret y Waters), los Who, UFO, Led Zeppelin o Thin Lizzy, pero lo que se regurgita —sin negar sus orígenes— es inmenso, pues inmenso es el talento de Brainloster. No quiero destacar ningún tema: los doce cortes que contiene Green Manalishi son fabulosos, pero es al escucharlos juntos cuando uno se da cuenta de lo que su variedad (gana el hard rock, pero también hay pop, baladas e instrumentales) aporta al álbum completo, de ésos que no admite escuchas parciales. Y no sólo las canciones: las guitarras y voces de Brainloster, la batería de Johnny Wildthin y los teclados de Félix Sola están tocados con gusto, garra y, sobre todo, precisión. Sé que algún lector me tachará de exagerado, pero no exagero lo más mínimo. Llevo cinco años escuchando este disco y el tiempo no hace sino confirmar mi opinión.
Sin resultados tan espectaculares, pero también muy estimulantes, Unknown Force (2007, GP Records) mantiene las coordenadas de su predecesor, quizá aquí más explícitamente cercanas al hard rock FM de los setenta (Cheap Trick y Boston son los primeros nombres que vienen a mi mente), como se puede comprobar escuchando el título que abre y da nombre al disco; al mismo tiempo que ciertos riffs tienen bastante de stone (Sweet Damnation, Take The Money And Run) y alguna estructura vocal puede recordar a los Beatles (Fear Alive, Just Like A Richman). Estamos hablando, que quede claro, de un pedazo de disco igual de bien interpretado (¡qué voces!) que Green Manalishi (Sarri se ocupa del bajo que tocaba Brainloster en el debut), pero cuyas canciones —Happy On My Knees, Before You Say Goodbye y Endless Beach claman por desdecirme— no son tan exageradamente buenas como las de su debut.
"Hay que estar bastante colgado para esto, tanto si eres músico, como si organizas conciertos o llevas un sello. Hay que tener cierta inocencia, de algún modo de eso trata el rock and roll", decía Txetxu Brainloster en una entrevista concedida a Indyrock a raíz de la publicación del primer trabajo del grupo navarro. Inocencia y más paciencia que un santo, quiero añadir, al ver a tanta medianía triunfar y que (casi) nadie sepa de tu excelente trabajo. Los que tenemos la suerte de conocer los dos álbumes que Green Manalishi ha editado hasta la fecha (y de haber disfrutado del grupo en directo) lo sabemos muy bien. Un diez daríamos a la banda si en Ragged Glory pusiéramos nota. Pero la perfección no existe (¿o sí?) y hace tiempo, por fortuna, que dejamos el colegio.
miércoles, 9 de febrero de 2011
It's Only Rock'n Roll

miércoles, 2 de febrero de 2011
Jaco Pastorius

La versión del Donna Lee de Charlie Parker, con un Pastorius acompañado sólo por las congas de Don Alias, pone las cartas sobre la mesa de un músico que no esconde su virtuosismo para lucirse en los menos de dos minutos y medio que dura el corte. El funk de Come On, Come Over, con un excelente riff de Pastorius, incorpora, alejándose de la sobriedad inicial, trompetas, saxofones, trombón bajo, batería, los teclados de Herbie Hancock y las voces de Sam & Dave. Todo un festín. La atmosférica y hermosa Continum pone un nuevo contrapunto; contraste que vuelven a provocar Kuru y Speak Like A Child, dos temas en uno, con una orquesta de cámara que acompaña a unos soberbios Hancock al piano, Pastorius, Alias a las congas y los bongós y Bobby Economou a
