jueves, 26 de octubre de 2017

Prairie Wind


Entre la electricidad conceptual y política, respectivamente, de Greendale y Living With War, Neil Young vivía otro retorno al folk, Prairie Wind (2005), con el antecedente de Silver & Gold cinco años atrás. Dedicado a su padre recientemente fallecido (un escueto "For daddy"), el disco dibuja variados paisajes líricos y sonoros paridos en Nashville que —meciéndonos al igual que el viento de la pradera que le da título mece la sábana de la portada— hacen de él un buen trabajo, emocionante en ocasiones, pero que no está a la altura a obras maestras pasadas del canadiense como After The Gold Rush, Harvest, On The Beach o Zuma. Por supuesto que Young canta y toca guitarras, piano y armónica con su característica autenticidad; por supuesto que es un placer sentir los dedos de Ben Keith haciendo vibrar dobro, pedal steel y slide; por supuesto que da gusto escuchar la voz de Emmylou Harris en los tres cortes en los que colabora; por supuesto que Karl Himmel y Chad Cromwell son estupendos bateristas; por supuesto que los vientos de Wayne Jackson y Thomas McGinley, las teclas de Spooner Oldham y el bajo de Rick Rosas son un lujo; por supuesto, ¿cómo no? (y que me perdonen el resto de músicos que aparecen en el álbum). Estando la calidad asegurada, el asunto es que las composiciones de Neil Young no son tan brillantes como las de antaño, si bien todas llevan su sello y de todas se disfruta. Dentro del folk rock que pauta el disco, hay en él además country susurrado (Falling Off The Face Of The Earth y la preciosa This Old Guitar), soul de querencia country (Far From Home y Prairie Wind), gospel ontológico (When God Made Me) y baladas (la soberbia It's A Dream, cumbre orquestada de las diez canciones que conforman el redondo). De los cuatro temas que no he nombrado, tengo que citar el homenaje a Elvis, He Was The King, pues nunca está de más una oda que recuerde la grandeza de quien fuera rey del rock, especialmente si viene de alguien que pudiera perfectamente ocupar su trono. Seguramente no por este Prairie Wind, tiene mejores elepés, lo acepto, pero sí por una obra conjunta a la que pertenece por derecho.

9 comentarios:

  1. Bueno el tuvo, retuvo. Young todavia es capaz de grandes obras con calidad sobrada.

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  2. Es un disco al que le tengo un cariño especial, no es un disco tan enorme como alguno de los que citas, pero es una obra emocionante y hermosa.
    Un abrazo.

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  3. No sera el disco indicado para ofertar a iletrados del crack canadiense pero una ves en el mismo hay que digerirlo sin dudas.
    En lo personal The Painter me parece maravillosa pero depende del día,saludos y buena semana

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  4. Eso está claro, Luis.

    A mí, ya digo, me gusta bastante, Addison.

    Sí, es un disco que tiene cosas muy buenas. Yo prefiero otras, pero "The Painter" es una canción notable, Luther.

    Abrazos.

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  5. Es un buen disco, y estoy en la onda de el Sr. de Witt.

    Abrazos.

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  6. Es un disco extraordinario y a mí sí que me parece una obra maestra. Si fuera de otros nadie lo dudaría, lo que pasa es que el más grande tiene tanto material de primer nivel que resulta inevitable la primera división, la segunda, la tercera y hasta la regional preferente. Abrazos.

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  7. Lo he dicho y lo repito, Neil Young me gusta hasta cantando jotas aragonesas. Como cualquier artista de gran nivel tiene, y seguirá teniendo, obras maestras y otras menos logradas pero nunca, y esto es un hecho a lo largo de su prolongadísima carrera, tiene discos mediocres. Me voy a regalar las neuronas poniéndomelo ipso facto, hace mucho que no lo escucho.
    Abrazos,
    JdG

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  8. Yo no creo que sea una obra maestra, a pesar de que disfruto mucho de su escucha, Johnny.

    ¿Ragged Jotas? Habré que esperar el juicio del tiempo para ver qué obras quedan como definitivas de Young y cuáles como no tanto, pero está claro que la mediocridad y el estancamiento poco tienen que ver con él, Javier.

    Abrazos.

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