lunes, 13 de marzo de 2017
A Love Supreme
Sin duda. John Coltrane ya llevaba tiempo retorciendo su saxofón antes de entrar en el Van Gelder Studio el 9 de diciembre 1964 para grabar con su cuarteto A Love Supreme. Sin embargo, el grado de compenetración entre los intérpretes, la soberana musicalidad y la coherencia del conjunto logrados aquel día convierten a tan mítico elepé en punto de inflexión y cumbre, al mismo tiempo, de un obra que se vuelve a partir de entonces extremadamente acongojante, radical y apocalíptica, a la espera Trane de un fin que no tardará en llegar: el de su vida.
Dividido en cuatro partes (dos por cara), el elepé arranca cual engañosa bossa nova en Acknowledgement —tras un breve prólogo—, rápidamente puesta en entredicho y finalmente negada por las notas que expulsa el saxo tenor del autor de Crescent sobre la base extraordinaria que construyen Jimmy Garrison, McCoy Tyner y Elvin Jones. Es el contrabajo de Garrison el encargado de cerrar la pieza y abrir la siguiente, Resolution, donde cobran especial relevancia las teclas de McCoy Tyner, cuyos exquisitos dedos se mueven entre Art Tatum y Béla Bartók (u Oscar Peterson y Olivier Messiaen), bien ejecutando su solo o bien apoyando al líder del cuarteto en el suyo. Pursuance es el tercero y más largo de los movimientos que contiene A Love Supreme. La búsqueda de ese amor supremo y sagrado —el amor de Dios— conduce la voluntad de Coltrane y su grupo camino de la loa que va a culminar el trabajo. Las baquetas de Elvin Jones en solitario sirven de introducción a las incandescentes improvisaciones de Tyner y Trane, acompañadas de una base rítmica frenética que multiplica su tensión. Queda sin compañía Jimmy Garrison los tres últimos minutos del tema, pudiendo así apreciar las sensuales caricias que sus manos dan a las cuerdas de su instrumento. La mencionada alabanza final toma cuerpo en Psalm, bellísima oración en la que John Coltrane convierte en notas cada sílaba de un poema escrito por él incluido en la carpeta del elepé y con su mismo título. "Gracias Dios. Amén", son las últimas palabras del poema, y creo que podemos utilizarlas para agradecer al mejor cuarteto que la historia del jazz haya conocido —haciendo de sus componentes demiurgos terrenales— la música contenida en A Love Supreme. Gracias, pues, John Coltrane, McCoy Tyner, Jimmy Garrison y Elvin Jones. Amén.
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Tengo muy abandonada la sección jazzy del ladrillo. Creo que tu entrada, ha activado algún resorte en mi cabeza. Muy buena pinta, la verdad. Vamos a ver si me hago con él.
ResponderEliminarPues, ya sabes, Tarquuin, a hacerse con él y a dar tu punto de vista.
ResponderEliminarEl mismo título del disco lo dice todo. Un Amor Supremo que sirve de inspiración a Trane para crear una de las más grandes obras musicales compuestas por un ser humano. Tengo la impresión al escucharlo de trascender, de alguna forma elevarme hacia un interior que comparto con mucha gente, que no conozco pero que siente que música como esta les hace mejores.
ResponderEliminarSolo tú podías hacer una entrada del "A Love Supreme".
Abrazos,
jDg
Desde luego, es una música que te lleva a otro lugar. Es una obra, "A Love Supreme", que está al nivel de cualquier obra maestra absoluta de la historia de la música, por concepto y ejecución. Y cuando digo cualquier obra hablo de "La flauta mágica" de Mozart o de la Quinta Sinfonía de Beethoven. Gracias por las últimas palabras.
ResponderEliminarUn abrazo, Javier.
-Según Alice Coltrane John tuvo una "vision" nada menos que en 1946, estando en la marina que no supo interpretar. En 1964 pensando sobre ella supo que tenía que grabar A love Supremo. (Sacado del libro "El Sello que Coltrane impulso"
ResponderEliminarLo tengo en vinilo, y es una jodida gozada, amor supremo por un disco que lleva ese título.
ResponderEliminarAbrazos.
De los discos de Coltrane es probablemente el más estructurado y meditado, lógico si llevaba tantos años dándole vueltas en su subconsciente, Luis.
ResponderEliminarPues yo lo tuve en casete y luego en CD, pero nunca en vinilo, Savoy.
Abrazos.