In This House On This Morning (1994) es un doble CD de Wynton Marsalis que sigue la estructura de la típica misa que la raza negra y cristiana oficia en Estados Unidos. El jazz más clásico de Nueva Orleans y el gospel son las referencias musicales —¿cuáles si no?— sobre las que el septeto del trompetista de Luisiana —con la ayuda de Marion Williams poco antes de morir— construye este servicio dominical ad hoc. Escritas e interpretadas con elegancia, las tres partes en las que se divide están llenas de bellos matices que traen a la cabeza a Duke Ellington y su manera de incorporar todo tipo de influencias a sus composiciones sin que el sabor del dixieland se perdiera ni el swing dejara de inundar las partituras si era pertinente. Del primer tercio nos quedamos con la cadencia exótica e hipnótica de Representative Offerings y el fenomenal trabajo de sus intérpretes. En el segundo cabe destacar temas como Hymn, protagonizado mayormente por el conciso piano de Eric Reed; Prayer, resuelto en tres movimientos que culmina un espléndido Choral Response de cinco minutos al que ha antecedido el que da título al álbum y se beneficia de la voz de Marion Williams; ese homenaje a Satchmo, su tiempo y su alegría que es Local Announcements; o Altar Call (Introspection) y el tremendo solo de Todd Williams al saxo tenor que contiene. La tercera y última parte, In The Sweet Embrance Of Life, ocupa por completo el segundo compacto, y en ella brilla por duración y calidad la larga suite que la abre. Sermon, así se llama, se subdivide a su vez en tres bloques —Father, Son, Holy Ghost— en los que el hard bop se adueña de la función para que gocemos como cosacos de los siete magníficos de Marsalis, si bien en el último tramo éstos retoman el camino de Nueva Orleans. El resto del disco ahonda en los modos tratados mediante excelentes exploraciones que saben a blues, ya se acerquen más a los años cincuenta o a los veinte. Escuchen Invitation, Recessional o Uptempo Posthude y comprobarán cómo el nivel de Marsalis y su banda no baja del notable alto ni un solo instante. No importa su percepción de lo sagrado: creyentes, paganos, agnósticos, ateos, todos están invitados por igual a esta misa, pues el placer provocado por sus sonidos no sabe de dioses o religiones aunque sean ellos quienes los hayan inspirado. Vayan ustedes en paz.
lunes, 18 de agosto de 2014
In This House On This Morning
In This House On This Morning (1994) es un doble CD de Wynton Marsalis que sigue la estructura de la típica misa que la raza negra y cristiana oficia en Estados Unidos. El jazz más clásico de Nueva Orleans y el gospel son las referencias musicales —¿cuáles si no?— sobre las que el septeto del trompetista de Luisiana —con la ayuda de Marion Williams poco antes de morir— construye este servicio dominical ad hoc. Escritas e interpretadas con elegancia, las tres partes en las que se divide están llenas de bellos matices que traen a la cabeza a Duke Ellington y su manera de incorporar todo tipo de influencias a sus composiciones sin que el sabor del dixieland se perdiera ni el swing dejara de inundar las partituras si era pertinente. Del primer tercio nos quedamos con la cadencia exótica e hipnótica de Representative Offerings y el fenomenal trabajo de sus intérpretes. En el segundo cabe destacar temas como Hymn, protagonizado mayormente por el conciso piano de Eric Reed; Prayer, resuelto en tres movimientos que culmina un espléndido Choral Response de cinco minutos al que ha antecedido el que da título al álbum y se beneficia de la voz de Marion Williams; ese homenaje a Satchmo, su tiempo y su alegría que es Local Announcements; o Altar Call (Introspection) y el tremendo solo de Todd Williams al saxo tenor que contiene. La tercera y última parte, In The Sweet Embrance Of Life, ocupa por completo el segundo compacto, y en ella brilla por duración y calidad la larga suite que la abre. Sermon, así se llama, se subdivide a su vez en tres bloques —Father, Son, Holy Ghost— en los que el hard bop se adueña de la función para que gocemos como cosacos de los siete magníficos de Marsalis, si bien en el último tramo éstos retoman el camino de Nueva Orleans. El resto del disco ahonda en los modos tratados mediante excelentes exploraciones que saben a blues, ya se acerquen más a los años cincuenta o a los veinte. Escuchen Invitation, Recessional o Uptempo Posthude y comprobarán cómo el nivel de Marsalis y su banda no baja del notable alto ni un solo instante. No importa su percepción de lo sagrado: creyentes, paganos, agnósticos, ateos, todos están invitados por igual a esta misa, pues el placer provocado por sus sonidos no sabe de dioses o religiones aunque sean ellos quienes los hayan inspirado. Vayan ustedes en paz.
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Otro disco de jazz del que nunca había oido/leido nada. No dejas de sorprenderme (y no me quejo, eh). Siempre he tenido la imagen (justificada o no) de los Marsalis como recalcitrantes guardianes de las esencias, creo que lo mejor es dejarse de tontos prejuicios y acercarse de una vez a obras como la que traes que lo cierto es que parece muy interesante.
ResponderEliminarAbrazos.
"Introito ad altarem Dei..." y prometo meterme más en la música propuesta por los Marsalis, siempre reconocidos, pero en esta iglesia poco escuchados. "Podéis ir en paz...", espero que así ocurra después de la comunión "marsiliana".
ResponderEliminarAbrazos pastoriles,
JdG
Todavía no me he puesto delante de un disco completo de Marsalis, solo he escuchado alguna colaboración concreta, pero nada más y, por los ingredientes que parecen componerlo, según tus comentarios, reune todos los requisitos para ser un disco bueno por el que empezar. Soul, blues, godspell... jazz, dificil resistirse.
ResponderEliminarLo pongo en mi infinita lista de escuchas pendientes, pero en lugar prioritario.
Un abrazo.
Tu imagen de los Marsalis es acertada, Agente. Las críticas de Wynton al Miles Davis más vanguardista son infumables, pero, amigo, cuando toca tiene pocos rivales. Como dices, olvida los prejuicios y échale un oído.
ResponderEliminarTe digo lo mismo que al Agente, Javier. Ve en paz y escucha el disco.
Es un disco buenísimo, Aurelio. Déjalo arriba en esa lista que nos dices.
Abrazos, amigos del jazz.