Son las seis de la mañana,
y suena el aullido
existencial
una hora antes que el
despertador,
que ahora es un teléfono
móvil.
Pero caes en la cuenta de
que es sábado
y de que la excusa de la
rutina laboral
no vale.
Buscas y rebuscas.
Respuestas
no para encontrar solución
—rara vez caes en ese
viejo error—,
sino para saber las
causas.
Te aferras a la primordial
hostilidad
freudiana y hobbesiana,
que creías que el fin de
semana borraba.
El weekend es una mera
división cultural,
fugaz opiáceo que con el
uso
pierde efectividad.
Es la conciencia del
autoengaño,
el principio del fin
que ya no se demorará.
Pensamientos tremendistas
que cruzan
tu mente
hasta que el sueño, el
olvido,
los arrastra, a la espera
de que
el miedo latente
vuelva a llamarlos con más
violencia si cabe.
No hace falta que apagues
el despertador.
Duerme.
La culpa de todo la tiene Walt Disney.
ResponderEliminarAbrazos,
(a ver cuando nos miramos a los ojos otra vez)
JdG
Habrá que verse pronto, Javier. Con o sin Walt el aullido estaría ahí.
ResponderEliminarAbrazos.
El despertador ya solo es la confirmación de que la vigilia es parte de la vida, esos auyidos nos hacen despertar pero nos impiden vivir.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vivimos pero cuesta, Addi.
ResponderEliminarAbrazos.