lunes, 13 de enero de 2025

Cuarenta años con "Los pájaros" sobrevolando

Es el año 1962. La nouvelle vague se consolida como opción artística tras serlo en potencia como crítica, Antonioni y Bergman encandilan a la intelectualidad europea pre sesenta y ocho, Tarkovski comienza su singular andadura y, en España, Berlanga acaba de realizar una de las joyas de nuestra cinematografía, Plácido (1961), y está a punto de rodar otra, El verdugo (1963). ¿Y qué pasa, mientras tanto, en Hollywood? En Hollywood se desmorona el viejo sistema de estudios y los viejos y grandes directores aguantan en la agonía, ajenos a ella en parte, sin saber, ni querer, trabajar de otra manera. Y la calidad de sus trabajos les da la razón. John Ford dirige El hombre que mató a Liberty Valance, para muchos su mejor película, Howard Hawks, ¡Hatari! y Alfred Hitchcock comienza el rodaje de Los pájaros (1963), complejo e inclasificable filme —erróneamente, bien por simplismo, desconocimiento o pereza, o por los tres a la vez, encasillado en el género de terror— que eleva su magisterio al Olimpo de los dioses y que a la postre se convertiría, en mi opinión, en el más íntimo y singular trabajo del realizador.

Si se empieza a hablar en serio del cine de Hitchcock es, en gran medida, gracias a la aparición, a principios de los sesenta, de un libro, El cine según Hitchcock, en el que François Truffaut, alma mater de la nombrada nueva ola, entrevista en profundidad al director inglés acerca de su arte. Hasta ese entonces todavía hay muchos que consideran a Hitchcock como un mero prestidigitador, más o menos brillante, un banal entretenedor (habría que recordar que Mozart, verbigracia, también lo era) que cuenta historias vacías que solo son superficie. Aunque hoy por hoy haya personas que mantienen dicha opinión (como hay personas que se dedican a criticar a, veamos, John Huston, Fellini, Kurosawa, Scorsese o Terence Fisher, en lugar de analizar sus películas y observar lo que de positivo contienen), Woody Allen entre otros, contemplando su obra (en conjunto y por separado) parece difícil sostenerla. En el mencionado libro, hace hincapié Truffaut en esta característica: el mundo de Hitchcock es tan personal como el de Dostoievski o Stendhal, su cine no es frívolo ni pueril; muy al contrario, encierra una cantidad de insinuaciones y valoraciones posibles tal que —porque es gran arte, en definitiva— se hace imposible la reducción. Y es en Los pájaros, precisamente, donde esto se multiplica por cien.

Rodada en la última etapa de su carrera (solo realizaría cinco películas más con posterioridad), Los pájaros es la última de una serie de obras maestras que hizo Hitchcock entre finales de los cincuenta y comienzos de la década siguiente precedida de Vértigo (1958), Con la muerte en los talones (1959) y Psicosis (1960), verdadera apoteosis del cinematógrafo. A partir de un relato de Daphne de Maurier, Hitchcok urde una trama apocalíptica, fábula de resonancias bíblicas, que solo él parece adecuado para sacar adelante con credibilidad. Tippi Hedren, la protagonista femenina (rubia símbolo de la oscura sexualidad católica del realizador británico, tanto aquí como en Marnie, la ladrona (1964), interpreta a una joven de la alta burguesía de San Francisco, Melanie Daniels, que conoce a un abogado (Mitch Brenner/Rod Taylor) en una pajarería. Tras entrar en contacto (Hedren se hace pasar por una empleada de la tienda), la joven acaba llevando dos periquitos a Bodega Bay, localidad costera cercana a la ciudad californiana en la que reside Taylor. La señorita Daniels conoce a la madre y a la hermana de Brenner y a la maestra del pueblo, antigua amante del abogado, personajes atormentados que purgan por el pecado original, pero que han mordido la manzana fuera del paraíso, perdidos en el fin del mundo a la espera de lo que está por llegar. Y entonces, gradualmente, llega. Lo que en principio parece que va ser una comedia de flirt —aunque si se mira atentamente no es así; el macabro humor de Hitchcock hace acto de presencia de una forma más palpable que nunca, pero no a modo de oasis cómico en medio de la tragedia como en el cine de John Ford, sino como parte integrante y creadora de una sensación de inquietud y malestar, un clima desasosegante que poco a poco se va adueñando de la pantalla hasta convertirse en protagonista absoluto— deviene en el brutal ataque de unos pájaros enloquecidos (o calculadores), inexplicable carnicería para iniciado u ornitólogo a la que no se pone final con el término de la cinta, sino que nos anuncia, en un último plano impresionante (y nunca se ha utilizado mejor este término), que LO PEOR está aún por venir.

"Compleja reflexión sobre la angustia a niveles psicológicos, morales y metafísicos", en palabras de Augusto M. Torres, en Los pájaros la frialdad con la que Hitchcock trata habitualmente a sus personajes se transforma para la ocasión en voraz desprecio. Hitchcock —en el paroxismo de su misantropía— les mueve como marionetas idiotas a merced de unos pájaros asesinos en un escenario surrealista lleno de locos, visionarios y defenestrados que parecen tener claves ocultas que no son sino mamarrachadas y presenta una visión cínica y desoladora de una humanidad perdida en cábalas sin solución y renunciando a la vida; algo así como la puesta en escena del diagnóstico de Nietzsche haciendo ascos a la solución. Simplistas lecturas metafóricas nos han dicho que los pájaros son hombres. No parece que sea así, sería demasiado bonito. Por desgracia, los pájaros no son más que pájaros; tampoco importa mucho. Los hombres son hombres y eso debería importar. Pero, y ésa es la cuestión, ¿le importaba a Sir Alfred? Ustedes tienen la respuesta.

NOTA: Este artículo fue publicado por Ruta  66 en junio de 2003, con motivo del cuadragésimo aniversario de Los pájaros.


 

10 comentarios:

  1. Y la única, al menos
    que se sepa , rodada
    sin banda sonora .

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  2. Hola, Juan Carlos. Banda sonora tiene, manipulaciones electromagnéticas que imitan sonidos de pájaros, pero es verdad que no tiene la típica música orquestal a la que el público estaba acostumbrado por entonces, suntuosas composiciones de Bernard Hermann, en el caso de Hitchcock, en la segunda mitad de los años cincuenta y primera de los sesenta del siglo pasado. La que sí que no tiene banda sonora (o mínima) es "La ventana indiscreta".

    Un abrazo.

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  3. Obra maestra. Es verdad lo de la banda sonora como en La Ventana. Te leo, Grandmaster. Abrazo.

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  4. Gracias por pasarte y comentar, Juanjo, menudos dos monumentos fílmicos. Si sumamos "Encadenados", "Vértigo" y "Con la muerte en los talones" tenemos la cinco mejores películas de Hitchcock en mi opinión.

    Un abrazo.

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  5. No sabía que habías escrito para una revista, o no lo recordaba.
    Concuerdo con tu último comentario, porque iba a agregar "La Ventana Indiscreta" y me emcuentor con que la traducción de "Tuyo es mi Corazón" (como se la conoce en Hispanoamérica) es "Encadenados" para ustedes. No se cuál de los dos doblajes es peor jajaja ¡esta vez ganamos! Es más malo el de este lado del charco

    Abrazos

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  6. Sí, unos años a principio de siglo. Lo de los títulos castellanos de películas clásicas es de traca, ja ja ja, otro caso tremendo, sin dejar al maestro del suspense, es el de "North By Northwest", llamada aquí "Con la muerte en los talones" y allá "Intriga internacional". Y otro ejemplo: una de mis películas favoritas de John Ford, "The Wings Of Eagles" se tradujo en España como "Escrito bajo el sol", títulos cursis y horteras tanto el inglés como el castellano.

    Un abrazo, Frodo.

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  7. Se agradece la exhumación de tu magnífico texto sobre LOS PÁJAROS que desconocía, si bien (ahora lo he comprobado) hace unos meses tuviste la deferencia de ofrecer en "Movie Movie - el Blog" un jugoso fragmento de ese artículo a raíz del post que le dediqué a la película.
    Un abrazo.

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  8. Muchas gracias, Teo. Hoy no lo escribiría igual, pero me pareció que el artículo tenía suficiente interés como para rescatarlo.

    Un abrazo.

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  9. Impecable reseña sobre "Los Pájaros", película que a lo dicho aportaría ese ambiente rural - que siempre me parece muy proclive a la amenaza tácita - que antes se repitió en otros films de Hitchcock. Me parece también interesante tu reflexión del segundo párrafo arrastrada del contenido del libro de Truffaut.
    Aparte de las diversas interpretaciones que se quieran hacer, "Los Pájaros" es cine de cámara con presencias turbadoras.
    En resumén: un film imprescindible.
    Un abrazo.

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  10. Muchas gracias, Jorge. Lo del ambiente rural puede que sea cierto, igual no hubiera funcionado igual en una gran ciudad. La reflexión la arrastré literal, pues no son Dostoievski o Stendhal escritores que me gusten demasiado (a lo de Dostoievski le dediqué una entrada que generó cierta polémica); pero, a pesar de los ejemplos escogidos por Truffaut, me parecía acertada para contrarrestar a quienes no ven más que entretenimiento en Hitchcock. Totalmente de acuerdo, "Los pájaros" es una película obligatoria en todos los sentidos.

    Un abrazo.

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