lunes, 23 de julio de 2018

Ragged Glory cumple diez años (8). Las palabras de Addison de Witt



Alguno se preguntará que qué hago yo por aquí, tan lejos de mis habituales dominios. Pues les diré que, en principio, a gusto, y con predisposición al buen rollo, e incluso, si me lo permiten y aunque no me entusiasma el término: al homenaje. ¡Pero miren!, ni para ustedes ni para mí, vamos a dejarlo en algo mucho más popular, de barrio, campechano incluso, digamos que vengo a entregar una felicitación.

¿El motivo?, pues que mi brother, y hacedor de descripciones disqueras como no hay otras en la blogosfera, el responsable de esta santa casa en la que hoy me he colado: Gonzalo Aróstegui Lasarte, ha alcanzado una década derramando letras teñidas de riffs y distorsiones, proponiendo receptáculos de azuferino rock and roll, de rugiente punk nihilista, de floreciente pop sesentero, de bronco hard rock y de esos sones tan climáticos y sugerentes del jazz que un servidor tan poco (o nada, realmente) domina. Y lo hace desde esta su casa: Ragged Glory.

Coincidirán conmigo en que la efeméride no es cualquier cosa. Ignoraba que era de tal enjundia la trayectoria en cuanto a tiempo de Ragged Glory, es lo que tiene el ser discreto, el faltar tanto al orgullo que impide ver más allá del interior del cuerpo propio, como a la falsa modestia de los que quieren ver inflamado su ego por medio de otros.

Gonzalo es discreto, y por eso la edad de este blog, referente absoluto, se puede permitir el lujo de pasar desapercibida, parece que Ragged Glory, como las estrellas de verdad, no revela hacia afuera el paso de los años, y es que no existe la senectud para los elegidos.

Todo empezó hace algo más de diez años, en la época en que nacía Ragged Glory, cuando los compromisos familiares de mis amigos les apartaban del antiguo camino del rock, de los conciertos, los discos y los festivales que antes compartíamos, y vi cómo iba quedándome solo en el sendero, mientras ellos se dedicaban a los niños, a la hipoteca y a asuntos mucho más serios que el cada vez más chirriante contoneo del cuello al ritmo de los decibelios. Entonces me di cuenta de que tenía que hacer algo, buscar a alguien con quien hablar de rock, y si es posible con quien compartirlo de forma presencial, como antaño con mis amigos (que siguen siéndolo ojo, amigos no rockeros, eso sí).

Busqué en aquello que se llamaba internet y que hasta los treinta y tantos me la había traído al fresco, la verdad. Empecé a buscar sitios donde se hablase de rock, de blues, de conciertos y de novedades musiqueras.

La primera vez que entré en un blog, a propósito de una búsqueda que disparé contra el ciberespacio al azar, y que pretendía encontrar seguidores e información de Burning, no sabía que aquello, el lugar al que me llevó Google, era un blog. No sabía muy bien qué era exactamente, pero me consta que la palabra blog, a principios del año 2007, no me decía absolutamente nada.

Poco a poco fui dominando el lenguaje del nuevo mundo en el que me había introducido casi a la desesperada. En unos meses, ya con total consciencia de lo que eran los blogs, y siendo seguidor de varios de ellos, hubo cuatro o cinco que oficiaron en mi de profesores involuntarios, maestros de alguien que no había considerado aún ser bloguero (ciencia a ficción para un servidor en 2010).

De aquellos blogs de hace ocho o nueve años, sólo quedan vivos dos, uno de ellos es Ragged Glory. Sigue siendo lugar de referencia, de visita obligada y uno de en los que, a pesar de las apreturas que sobre todos ejerce ese corsé invisible que es el tiempo, no puedo resistirme a coger aire con fuerza, empujar a la altura del pecho para deshilachar algunos minutos, y comentar las impresiones que me causan los comentarios más literarios de cualquier blog musiquero que pretendan encontrar. Porque Gonzalo, además de un rockero de raza, es un escritor de elegante y estructurada prosa, de poesía asimétrica pero afilada y palabra precisa, verbo presto y adjetivo apolíneo... ¡que da gusto leer a Gonzalo, vaya!

Además le conozco en persona, y hemos compartido conciertos, cháchara, barra, mesa y mantel, pero eso ya daría para escribir algo mucho más extenso y trascendente, a la vez de humano y luminoso que esto. Pero vayamos acabando, que no es cuestión de aburrirles con tanta retórica. Pues les diré que estos días de fastos cumpleañeros en Ragged Glory, mi presencia aquí no es otra que sumarme a la fiesta desprendiendo unas letras de felicitación y reivindicación, a Gonzalo la una y a Ragged Glory la otra, con la temblorosa esperanza de que no desentonen ante tamaño hecho histórico, el que luce este sitio mítico y que se enracima a lo largo de la columna lateral derecha, y que tantas alegrías nos ha dado durante los últimos dos lustros.

Si sigue Gonzalo, sigue Addi, y seguro que siguen algunos más. Seguiremos desayunándonos con esos discos que describe con ardor de sensibilidad ruidosa y ruda lírica mi amigo y excepcional escritor Gonzalo Arostegui Lasarte.

¡Muchas felicidades Ragged Glory!, ¡Zorionak Gonzalo!… y gracias por las palabras.
¡Salud!

NOTA: Addison de Witt es el autor del blog Rock & More by Addison de Witt.

4 comentarios:

  1. Y que joven se le ve a Ragged Glory, siempre dispuesto a pasar a la acción. ¡Qué no dejen de sonar las guitarras!
    Un gran abrazo.

    ResponderEliminar
  2. En breve estamos de nuevo con la acción guitarrera, Mr. de Witt. Muchas gracias por tus palabras.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
  3. La fotografía del billar que encabeza el blog de Addi refleja perfectamente esta carambola de texto que le ha salido al codenao de él. Magnífico homenaje para un no menor maestro de la tacada.
    Abrazos a los dos,
    JdG

    ResponderEliminar
  4. Pues muchas gracias, Javier. Addi nunca defrauda.

    Abrazos.

    ResponderEliminar