miércoles, 25 de julio de 2018
A Thousand Leaves
La sobreabundancia noise del final de Washing Machine —esa extensísima y colosal pieza llamada The Diamond Sea— y los primeros volúmenes de las Sonic Youth Recordings hacían predecible un álbum de canciones largas como A Thousand Leaves (1998), aunque no la rebaja de agresividad en alguno de los pasajes del mismo. Sea como fuere, y antes de pasar al análisis detallado, diré que a mí es un disco que me gusta mucho, y que, en lo básico, los axiomas estéticos de Sonic Youth se mantienen intactos.
Pura vanguardia enrocada y altiva, Contre le sexisme es una orgullosa declaración de principios artísticos y políticos a la que sigue Sunday, espléndida canción pop para describir el séptimo día de la semana (aquél en el que según la mitología bíblica Dios descansó) a la que no falta el clásico (y fulgurante) injerto atonal de la banda. El minimalismo hipnótico y poético de Female Mechanic Now On Duty se dispara hasta los casi ocho minutos, si bien Wildflower Soul supera los nueve en su bella recopilación de leitmotivs sonoros del cuarteto neoyorquino. Hoarfrost y French Tickler rebajan duración y electricidad (aunque el segundo de los temas tenga accesos de furia muy de la casa), calma tensa que asimismo se traspasa a la majestuosa Hits Of Sunshine (For Allen Ginsgberg), once minutos en recuerdo del mítico poeta Beat, y, en parte, a Karen Koltrane, si bien sus imprescindibles nueve minutos contengan mayores distorsión y disonancias. Irónica, mordaz, hiriente: así se me aparece la Kim Gordon que impreca al oyente en The Inefable Me. Snare, Girl apuesta por la laxitud antes de que Heather Angel —endureciéndose conforme avanza— concluya un álbum cercano a la hora y cuarto en el que Sonic Youth reflejaba los inevitables cambios que traen la madurez y la paternidad. O las ganas de investigar y avanzar de un grupo que con A Thousand Leaves demostraba que se puede crecer y matizar sin perturbar en lo más mínimo tu (radical) enfoque fundacional.
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Te diré que este disco se me atragantó, aunque no insistí demasiado con él, y hoy es sin duda el disco que menos he escuchado de Sonic Youth. Celebro esta reseña, igual me sirve de revulsivo para recuperarlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es un disco muy logrado y contiene una de mis canciones favoritas de SY, "Sunday".
ResponderEliminarAbrazos, Addi.
¿Se hace difícil hablar de un disco que hace mucho tiempo no escucho?. No creo que sea ese el caso con la música de SY en tanto su propuesta, con distintas variantes, mantiene desde el inicio de su carrera una misma tonalidad rompedora, nada convencional, muy introducida en el ambiente de una ciudad como NY tan comprometida con la expresión del arte como vanguardia. Estoy seguro que si lo escuchara ahora mis sensaciones no variarían comparadas con aquel tiempo en que me introduje en su primera audición. SY apenas cambian, su camino de señales delimitadas admite, al mismo tiempo, atajos, avenidas, esquinas escondidas, paisajes urbanos a veces olvidados.
ResponderEliminarAbrazos,
JdG
Es lo que digo como colofón del texto, Javier: "(…) se puede crecer y matizar sin perturbar en lo más mínimo tu (radical) enfoque fundacional". Tú has hablado muy bien de esa NY vanguardista y de SY en tu blog.
ResponderEliminarAbrazos, maestro.
A mi este disco me gusta leches, no sé porqué pasó a engrosar el listado de menos queridos, que no pasaba nada porque hicieran algo distinto si no perdían la calidad.
ResponderEliminarAbrazos.
La calidad sigue intacta, Savoy, tienes razón.
ResponderEliminarUn abrazo.