Aunque suele haber bastante controversia en torno al asunto, en mi opinión los tres últimos trabajos de estudio de Thin Lizzy, si bien no brillan a la altura de Black Rose o Jailbreak, tienen la suficiente calidad como para no desdeñarlos. Renegade (1981), entre medias de Chinatown y Thunder And Lighting, es un buen disco, segundo y último con Snowy White haciendo compañía a Scott Gorham, uno de los tres guitarristas que le secundaría tras la marcha de Brian Robertson, cuyo recuerdo permanece imborrable gracias a Live And Dangerous, el clásico doble en directo de Thin Lizzy.El teclado o sintetizador que abre el álbum y Angel Of Death delata una producción de la que no pudo escapar casi ningún grupo de hard rock o heavy metal de la primera mitad de los años ochenta y que rebaja, para mi gusto, la calidad de las composiciones y el pulso de las guitarras. No evita la producción, sin embargo, que la voz de Phil Lynott siga siendo única, puñal de terciopelo, para acariciar y morder al mismo tiempo cuando la banda roquea en The Pressure Will Blow, Leave This Town y Hollywood (Down On Your Luck), uno de los estribillos más adictivos que compuso Thin Lizzy. Hay también un agradable acercamiento al pop y el funk en Fats, emoción (quizá demasiado comercial) en Renegade, It's Getting Dangerorus y No One Told Him y una canción difícil de clasificar, Mexican Blood, que tiene como prólogo los acordes flamencos de lo que parece una guitarra española.
No tan notable como el anterior Chinatown, Renegade es un trabajo respetable, de ésos que se escucha con agrado pero no deja el poso de las obras esenciales. Ya tenían varias a sus espaldas Lynott, Gorham y Brian Downey y ya habían cumplido de sobra con la posteridad. Cientos de grupos en todo el mundo pueden dar fe de ello.




Fundada en 1987, la Rollins Band sufrió varios cambios de formación, pero es con la entrada, a finales de los años noventa, de Jim Wilson, Marcus Blake y Jason Mackenroth (es decir, Mother Superior) cuando el grupo gira hacia un hard rock más cercano a Motörhead y Thin Lizzy (no es casualidad la versión de Are You Ready?) y menos próximo a Black Sabbath. Hay más roll que rock en Get Some Go Again (2000), para entendernos, pero el sonido sigue siendo duro, contundente. Agresiva pero cristalina, la voz de Henry Rollins se alza protagonista exponiendo sus puntos de vista sobre las cosas con la inteligencia —un tanto cargante para algunos por su tendencia a predicar— y pasión que le caracterizan; el Terminator del rock and roll lidera una Rollins Band imparable cuya originalidad reside en su convicción, en sus agallas y en su pericia interpretativa. Las canciones golpean como un martillo, no dan tregua. Para redondear la jugada, Scott Gorham acompaña al grupo en la apropiación de Are You Ready? a la que hemos hecho referencia, y Wayne Kramer en Hotter And Hotter y la jam final y oculta, un cuarto de hora de funk rock gustoso en el que Rollins saca su faceta de speaker para hablar con ironía, entre otras cosas, del fracaso de tantos que intentan el asalto al estrellato y de antiguas estrellas venidas a menos. Qué mejor compañía que la de dos de los guitarristas más expresivos que ha dado el rock para un álbum en el que las seis cuerdas braman. 

