miércoles, 1 de octubre de 2014
Oh Yeah
"Exceso. Tensión y dinamismo. Un aturdidor collage sonoro. Una selva de efectos, voces y ritmos primitivos, donde parecen confluir diversos tiempos y ánimos: eso es Passions of a Man, el tema que clausura Oh, Yeah (1962) y en el que Mingus –engolosinado con su primera comparecencia al micrófono en este extraordinario álbum– da rienda suelta a sus dotes dramáticas." Las certeras palabras de Ana García Julio acerca del último de los cortes de Oh Yeah bien nos pueden valer, en puridad, para describir en su conjunto un elepé tan soberbio y arrollador como el que hoy traemos a Ragged Glory, en el que Charles Mingus deja el contrabajo para encargarse en exclusiva del piano. Clave para lograr dicho resultado es la presencia de ese iconoclasta llamado Roland Kirk, quien además del tradicional saxo tenor, la flauta y la sirena toca el manzello y el strich, saxos soprano y alto, respectivamente, modificados por el autor de Volunteered Slavery. No menos explosivos y geniales, nos encontramos también con habituales de Mingus como Booker Ervin (saxo tenor), Dannie Richmond (batería) y Jimmy Knepper (trombón), y con su sustituto al contrabajo, Doug Watkins, tristemente fallecido al poco de grabar el álbum. Sinfonía exultante divida en siete partes, Oh Yeah traslada el blues, el gospel y el swing a la atmósfera de vanguardia free de principios de los años sesenta, vanguardia que se manifiesta sin ambages en ese Passions Of A Man del que habla García Julio, donde Mingus, más que cantar —utilizando la feliz expresión de la venezolana—, comparece al micrófono para poner punto y final a un trabajo que gobierna mediante las teclas con arte y soltura, aun no siendo su principal instrumento. Sin la fama de Pithecanthropus Erectus, Mingus Ah Um o The Black Saint And The Sinner Lady, Oh Yeah posee la misma calidad de dichas obras maestras y el mismo sello efervescente de su autor, garantía de esa heterodoxia respetuosa y bien conocedora de la tradición que tanto apreciamos sus seguidores.
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Una de mis múltiples asignaturas pendientes: el señor Mingus. Ya estoy ahora mismo en Spotify buscando esto, Gonzalo. Espero que estés bien. Un abrazo.
ResponderEliminarLo saqué de la biblioteca pública hace tiempo para escucharlo, y lo hice pero sin prestarle demasiada atención; así que no recuerdo bien 'su sabor', pero teniendo en cuenta tus buenas palabras será cuestión de rescatarlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
oh yeah! grande Mingus.
ResponderEliminarTienes un mundo por descubrir con Mingus, Alex.
ResponderEliminarRescátalo, Aurelio, te sabrá de maravilla.
Sí, señor, Niko.
Un abrazo triple.
Independientemente de mi querencia por Mingus, esa aportación de Roland Kirk que comentas ya me pone en plan canal. Más que recordar, abro los cajones de mi memoria más antigua, y enfrentándome al "Inflated Tears" de Roland me sumerjo en mares nocturnos de difícil definición racional. Lo apunto "mais que nada" para intentar seguir el trayecto de aquellos satoris del otoño.
ResponderEliminarAbrazos,
JdG
Esos "mares nocturnos de difícil definición racional" le van que ni pintados a Kirk, Javier. Conociéndote, y por lo que dices, vas a caer rendido ante este disco.
ResponderEliminarUn abrazo (racional).