Es un tópico, pero es absolutamente cierto. Beggars Banquet (1968) inicia el periodo de gloria de los Rolling Stones, los tres años y medio que van de la publicación de dicho álbum a la de —exuberante, prodigioso— Exile On Main St. Alejándose de los experimentos psicodélicos de Their Satanic Majestic Request, Beggars Banquet está habitado por el blues, el folk y el country, aunque abra con una de las canciones más inclasificables compuestas por Mick Jagger y Keith Richards, Simpathy For The Devil.
Como sabe todo el mundo, la novela El maestro y Margarita de Mijáil Bulgákov fue el punto de partida sobre el que Jagger dibujó y el grupo edificó el primer tema del elepé. Samba y funk se abrazan en una pieza colosal cuyos seis minutos son puro prodigio y fantasía. Tumbadoras, maracas, piano, bajo, guitarra eléctrica, batería y coros crean un entramado sonoro incomparable sobre el que Jagger canta y cuenta en primera persona las andanzas del diablo. No Expectations es una delicada balada acústica en la que sobresale la slide de Brian Jones y que tendrá su continuación en la versión del Love In Vain de Robert Johnson que los Stones incluirán en Let It Bleed. Hillbilly y bluegrass son utilizados y homenajeados en Dear Doctor. Parachute Woman es un breve y cenagoso blues al que sigue Jigsaw Puzzle, espléndido borrador de Let It Bleed (la canción) con un piano de Nicky Hopkins en la línea del de Simpathy For The Devil. En un año tan convulso y reivindicativo como 1968 no podía faltar Street Fighting Man, clásico de la banda inglesa en el que el rock and roll se rodea de instrumentos exóticos como el sitar, la tanpura (Brian Jones) y el shehnai (Dave Mason), y las teclas de Hopkins arrollan por momentos al oyente. Prodigal Son es una versión de Robert Wilkins que antecede al corte más duro del plástico, Stray Cat Blues. Macarra, chulesca y desafiante, la canción, que hoy sería prohibida por machista, muestra el lado high energy de los autores de Sticky Fingers, ejemplificado en la crudeza de las guitarras de Richards y la voz arrastrada de Jagger, y cuenta de nuevo con las tumbadoras de Rocky Dijon. Factory Girl añade otra (breve) ración de folk primitivo, repitiendo Dijon, aportando Ric Grech su violín, tocando Charlie Watts la tabla y haciendo pasar el mellotron por una mandolina Dave Mason. Las guitarras acústica y slide y las cuerdas vocales de Keith Richards, el bajo de Bill Wyman, la voz de Mick Jagger, la batería de Charlie Watts y el piano de Nicky Hopkins —¡los Rolling Stones, señoras y señores!— se despiden grandilocuentes aunando rock y gospel en The Salt Of The Earth, bíblica liturgia para la que les acompaña el Watts Street Gospel Choir.
No sería serio terminar este texto sin hablar de la producción de Jimmy Miller, la censura de la portada y la figura de Brian Jones. Desconozco si con otro técnico a los controles Beggars Banquet hubiese sido igual de suculento, pero no parece casual que la entrada y salida de Miller del universo stone coincida con los años de mayor creatividad de los británicos (1968-1973). Lo de la portada es bien conocido: por procaz y escatológica, la original fue sustituida por una completamente blanca que colocaba al quinteto en la estela de los Beatles por enésima ocasión. Y acabamos de manera luctuosa con el asunto de Jones. Cada vez más fuera que dentro, la grabación del disco supone el principio del fin del músico nacido en Cheltenham, apartamiento de los Stones que acabará con su muerte meses después de la publicación de un elepé magistral que, inversamente a la vida de Brian Jones, significará el comienzo de la apoteosis de una banda que iba a volar por encima de cualquier otra. Puede sonar duro o fuera de lugar, pero su desaparición, por mucho que algunos se sigan empeñando en lo contrario, no hizo mella artística alguna en la obra de sus majestades satánicas.
Empiezo por Bulgakov, la referencia que haces al escritor ruso me ha hecho sacar de la librería "Los huevos fatídicos" que tengo pendiente de lectura. Después de "Aftermath" los Stones entran en un tiempo-espacio post-Jones en el que éste cada vez participará de más ("Between the buttons") a menos ("Let It Bleed", o casi nada)y es cuando forjan una leyenda indestructible. Por lo tanto, totalmente de acuerdo contigo, la marcha de Jones fue enormemente positiva para la banda, sin desmerecer para nada su aportación. Que en esa época, del 68 al 73, Jimmy Miller hiciera acto de presencia como productor (y a veces músico)fue un plus relevante para la banda, les hizo, si cabe, más americanos.
ResponderEliminarAbrazos,
JdG
Estamos muy de acuerdo, pues, en lo de Miller y en lo de Jones. Con la entrada de Mick Taylor el grupo creció instrumentalmente, a lo que se suma que Jagger y Richards estaban en estado de gracia compositivo.
ResponderEliminarAbrazos.
De esos cuatro grandes obras maestras de la época que comentas, Beggars Banquet me parece (siempre tras Exile) el mejor, o mejor dicho, mi favorito, por ese acercarse al blues del delta.
ResponderEliminarEn "No expectations" hablan de la situación de Jones, no había expectativas sobre su recuperación, siempre me ha dado de pensar cual sería el ambiente en el estudio a la hora de grabarla con Brian tocando la slide.
Los Stones haciendo historia.
Abrazos.
Pues amigo Gonzalo, ya sabes mi opinión, los tres del olimpo de los Stones para mi son Let it bleed, Sticky fingers y Exile on Main Street, y siguiendo su rastro Some girls, a éste le pongo el quinto, me gusta, pero no me parece tan obra maestra, teniendo eso si, algunos de sus temas más emblemáticos.
ResponderEliminarAbrazos.
Exactamente, marcó un antes y un después. Qué maravilla y qué gran disco. Ah, y qué gran reseña marca de la casa. Abrazos.
ResponderEliminarEn el documental "Crossfire Hurricane" se habla de ese ambiente y esa slide, Addi, échale un ojo si no lo has visto. Yo pondría a "Beggars" en cuarta posición, aunque hablamos, como bien dices, de cuatro grandes obras maestras.
ResponderEliminarA mí "Some Girls" me gusta mucho, me parece el último trabajo notable de los Stones, pero "Beggars" me parece muy superior, querido Savoy.
Fue el gran paso adelante de los Stones, Johnny. Muchas gracias por el elogio, compañero.
Abrazos.