América estaba en ácido y Muddy Waters se iba a subir al carro. El resultado de ello, un álbum llamado Electric Mud, que en 1968 espantó a los puristas del blues y que tampoco gustó al maestro Morganfield. Escuchado cincuenta años después, creo innegable que nos hallamos ante una obra maestra del rock pesado y psicodélico que sigue siendo capaz de descolocar y asustar a buen número de oyentes. Por mucho que las intenciones de Chess fueran crematísticas, buscando que Waters estuviera a la última y vendiese miles de discos (cosa que así fue), la conjunción del blues eléctrico de Chicago con el rock hendrixiano y la improvisación del jazz (incluso free) dio con un elepé sumamente vanguardista y adictivo. Guitarras rendidas al fuzz y al wah-wah (entre ellas las de Phil Upchurch y Pete Cosey, que estará en la grabación del extraordinario homenaje de Miles Davis a Duke Ellington tras su muerte en 1974: He Loved Him Madly), una batería nerviosa que no para de generar figuras, un bajo lleno de funk, órgano, teclado y saxo tenor acompañan al vozarrón del autor de Hard Again en un viaje tenso y denso que no es de extrañar que Chuck D reivindique, pues las capas de sonido de Public Enemy y su protesta vociferante conectan perfectamente con la amplificación de Electric Mud. Tres composiciones de Willie Dixon (I Just Want To Make Love To You, I'm Your Hoochie Coochie Man y Same Thing), dos del propio Morganfield (She's All Right, que termina convertido en el My Girl de los Temptations, y I'm A Man (Mannish Boy), una de los Stones (la sorprendente lectura de Let's Spend The Night Together), una de Sidney Barnes y Robert Thurston (Herbert Harper's Free Press) y otra de Charles Williams (Tom Cat) sirven de base al caudal lisérgico que sale de los instrumentos, encargados de modificar, distorsionar y, en última instancia, rasar temas nuevos y antiguos mediante su apabullante apuesta por la psicodelia más corrosiva. Un discurso musical coherente de principio a fin que sigue generando controversia hoy en día, pero cuya cruda belleza es una de las cimas, aun apareciéndosenos aislada, de la obra de Muddy Waters. Es lo que tienen las bombas de relojería, que ni sus mismos creadores son capaces —a veces— de valorarlas o defenderlas.
lunes, 20 de agosto de 2018
Electric Mud
América estaba en ácido y Muddy Waters se iba a subir al carro. El resultado de ello, un álbum llamado Electric Mud, que en 1968 espantó a los puristas del blues y que tampoco gustó al maestro Morganfield. Escuchado cincuenta años después, creo innegable que nos hallamos ante una obra maestra del rock pesado y psicodélico que sigue siendo capaz de descolocar y asustar a buen número de oyentes. Por mucho que las intenciones de Chess fueran crematísticas, buscando que Waters estuviera a la última y vendiese miles de discos (cosa que así fue), la conjunción del blues eléctrico de Chicago con el rock hendrixiano y la improvisación del jazz (incluso free) dio con un elepé sumamente vanguardista y adictivo. Guitarras rendidas al fuzz y al wah-wah (entre ellas las de Phil Upchurch y Pete Cosey, que estará en la grabación del extraordinario homenaje de Miles Davis a Duke Ellington tras su muerte en 1974: He Loved Him Madly), una batería nerviosa que no para de generar figuras, un bajo lleno de funk, órgano, teclado y saxo tenor acompañan al vozarrón del autor de Hard Again en un viaje tenso y denso que no es de extrañar que Chuck D reivindique, pues las capas de sonido de Public Enemy y su protesta vociferante conectan perfectamente con la amplificación de Electric Mud. Tres composiciones de Willie Dixon (I Just Want To Make Love To You, I'm Your Hoochie Coochie Man y Same Thing), dos del propio Morganfield (She's All Right, que termina convertido en el My Girl de los Temptations, y I'm A Man (Mannish Boy), una de los Stones (la sorprendente lectura de Let's Spend The Night Together), una de Sidney Barnes y Robert Thurston (Herbert Harper's Free Press) y otra de Charles Williams (Tom Cat) sirven de base al caudal lisérgico que sale de los instrumentos, encargados de modificar, distorsionar y, en última instancia, rasar temas nuevos y antiguos mediante su apabullante apuesta por la psicodelia más corrosiva. Un discurso musical coherente de principio a fin que sigue generando controversia hoy en día, pero cuya cruda belleza es una de las cimas, aun apareciéndosenos aislada, de la obra de Muddy Waters. Es lo que tienen las bombas de relojería, que ni sus mismos creadores son capaces —a veces— de valorarlas o defenderlas.
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Poseo este fabuloso LP desde hace más de cuarenta años. Lo descubrí en el programa radiofónico "Musicolandia" de Vicente "Mariscal" Romero, en el que utilizaba la rompedora versión de "Let's Spend the Níght Together" como carátula de presentación. Una joya (y mucha nostalgia, para qué negarlo). Eran tiempos de oro, musicalmente hablando.
ResponderEliminarDe oro absoluto, Teo. Qué bueno lo del Mariskal Romero, a mí me entrevistó hace dos años y medio y fue un placer charlar con él. Un disco, "Electric Mud", al que el tiempo está dando toda la razón.
ResponderEliminarAbrazos.
A mi este disco me encanta, los puristas lo odiarían, no digo que no pero es moderno en el 68 y ahora.
ResponderEliminarAbrazos.
¿Muddy Waters en ácido...?, cosas veredes que faran fablar las piedras, como decía don Lope, y además publicado desde el mismo sello Chess, supuestamente tan purista en sus concepciones blueseras, rama electrificada. Desconozco este album y, a tenor de los comentarios del autor y participantes, no dudaré ni un segundo en hacerme con él si llego a verlo. "Modificar", "distorsionar" y "rasar", sobre todo esta última acepción, culmina un texto excelente.
ResponderEliminarAbrazos,
JdG
Muy de acuerdo en lo de su modernidad, Addi. Un purista, al final, no es nadie.
ResponderEliminarEs una excepción gloriosa en la carrera de Muddy, Javier. Ni se te ocurra obviar el plástico si lo ves en alguna de tus incursiones a la caza de vinilos.
Abrazos.
La biblia del blues brother Gonzalo, un disco mítico donde los haya.
ResponderEliminarAbrazos.
Hombre, biblia del blues es Muddy, pero en este disco es donde más lo pervierte (para alegría de muchos).
ResponderEliminarAbrazos.