lunes, 21 de abril de 2025

Stravinski y la música

Si para celebrar las entradas números 200, 500 y 1000 de Ragged Glory utilicé textos de —respectivamente— Alejo Carpentier, Rafael Sánchez Ferlosio y Julio Cortázar, tres de los grandes escritores en castellano, cuyos leitmotivs, nunca mejor dicho, eran el rock and roll y el jazz, para la 1500 he escogido esta reflexión sobre la música de uno de los compositores más brillantes de todos los tiempos, Ígor Stravinski. Reflejadas en las Crónicas de mi vida, las palabras del músico ruso se alejan de cualquier tipo de sentimentalismo vacuo y establecen una tesis que, muy discutible en cuanto a su vinculación con el tiempo, viene a defender la forma sobre otras significaciones o valores artísticos o creativos.

"No eran las anécdotas, a menudo truculentas, ni las imágenes o las deliciosas metáforas siempre imprevistas lo que me seducía de estos versos sino el encadenamientos de las palabras y las sílabas junto con la cadencia que se produce y el efecto que causa en nuestra sensibilidad, un efecto semejante al de la música. Pues, por su esencia, pienso que la música es incapaz de expresar nada en concreto: un sentimiento, una actitud, un estado psicológico, un fenómeno de la naturaleza, etc. La expresión no ha sido nunca propiedad inmanente de la música. La razón de ser de la primera no está condicionada en absoluto por la segunda. Si, como siempre es el caso, la música parece que expresa algo, eso no es más que una ilusión, pero nunca una realidad. Es simplemente un elemento adicional que, por una convención tácita e inveterada, le hemos otorgado, impuesto, a modo de etiqueta; un protocolo, en resumidas cuentas, un envoltorio que, por costumbre o por inconsciencia, hemos llegado a confundir con su esencia.

La música es el único campo donde el hombre materializa el presente. Por una imperfección de su naturaleza, el hombre está condenado a sufrir el transcurso del tiempo, con sus categorías de pasado y futuro, sin lograr jamás hacer real, por ende estable, su categoría de presente.

El fenómeno de la música nos es dado con el único fin de instituir un orden en las cosas y, por encima de todo, un orden entre el hombre y el tiempo, lo que requiere forzosa y únicamente una construcción. Hecha la construcción, alcanzado el orden, todo está dicho. Buscar o esperar otra cosa sería en vano. Es precisamente esta construcción, este orden alcanzado, lo que produce en nosotros una emoción de unas características muy especiales, que nada tiene en común con nuestras sensaciones más ordinarias o nuestras reacciones frente a las impresiones de la vida cotidiana. La mejor manera de definir la sensación producida por la música es comparándola con la que provoca en nosotros la contemplación de la combinación de formas arquitectónicas. Goethe lo entendía perfectamente al manifestar que la arquitectura es una música petrificada."

5 comentarios:

  1. Muy filosófica esta entrada conmemorativa. Curiosamente acabo de terminar un libro ("Aquiles en el gineceo. Tetralogía de la ejemplaridad") que coloca a Gothe (junto a Rousseau) como paradigma del gran educador del siglo XVIII y XIX (posterior influencia del Romanticismo).
    Resumiendo su postura, entre ética (el hombre como ciudadano sometido a la polis) y estética (el hombre aislado, virgen en su propio yo), Goethe elige la segunda opción, eso sí, durante sus primeras obras, más adelante("Poesía y Verdad") se echará atrás y optará por la primera.
    Ese párrafo del amigo Stravinski en la que comienza hablando de la música como "materialización del presente" para confirmar, poco después, la condena del hombre a nunca hacer estable la categoría del presente, es un debate que, reflejado en la representación ideal de la música como arte, representa para mí justo lo contrario. La música es, junto a la pintura, la mejor representación de la realidad estética.
    Bueno, tío, eso, que enhorabuena por las 1.500 naves quemadas.
    Abrazo,

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  2. Como digo en la introducción al texto de Stravinski, su reflexión es muy discutible. Aprovecho que saques a relucir a Goethe, pues sobre él escribió Sánchez Ferlosio, a quien cito yo, este maravilloso pecio:

    "(Anti-Goethe) A nadie podría sentir yo más ajeno y más contrario que al que dijo "Gris, mi querido amigo, es toda teoría; / verde, en verdad, el árbol dorado de la vida". Siempre me ha parecido a mí, por el contrario, ser la vida lo gris, y aun lo lóbrego, lo siniestro, polvorienta y reseca momia de sí misma. Verde, tan sólo he visto, justamente, el árbol ideal de la teoría; dorada, sólo la imaginaria flor de la utopía, que brilla entre sus ramas, como una bombilla temblorosa e impávida, desafiando la ominosa noche, en la ciudad bajo los bombarderos".

    Como ves, Ferlosio no colocaría a Goethe en la categoría de gran educador como sí hace, por lo que cuentas, Gomá. Gracias por tu comentario, siempre de agradecer.

    Un abrazo, Javier.

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  3. ¡Felicitaciones por las 1500!
    Y qué mejor que las reflexiones de uno de los más grandes, tú Gonza... eh, digo... Stravinski , para hablarnos de música.
    El anterior libro que leí fue "Contrapunto" de Aldous Huxley y tiene varias reflexiones sobre la música, aunque pasan fugazmente para mi gusto.
    No sé si recomendarlo porque es un libro difícil, pero al terminarlo me han dado ganas de releerlo. Eso fue lo bueno. Lo malo es que tengo poco tiempo y ya he saltado a "El Cuento de la Criada".

    Abrazos, amigo crack

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  4. Muchas gracias, Frodo. Bueno, todavía no estoy al nivel de Stravinski, ja ja ja. La novela de Huxley no la he leído, pero me apetece, tomo nota.

    Un abrazo, amigo.

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