viernes, 20 de septiembre de 2013
Electric Ladyland
Personalmente, más que considerar Electric Ladyland el mejor disco de la Jimi Hendrix Experience, prefiero tomarlo como un paso más (el último) en la carrera —si acaso el que más profusamente la documenta, al ser doble el elepé— del trío del genio de las seis cuerdas hacia la desintegración de cualquier discurso previo en el planeta del rock and roll. Porque, ¿se parece a algo que no sea su propio trabajo lo que Hendrix, Noel Redding y Mitch Mitchell perpetúan en esta extraordinaria grabación? De la manía perfeccionista del zurdo, que redundará en múltiples y largas sesiones, y las distintas colaboraciones de músicos ajenos al grupo, saldrá un álbum con el que, aunque parezca mentira, rivalizarán aquel año de 1968 los que publiquen Beatles, Velvet, Van Morrison, Kinks, The Band, Creedence, Jeff Beck Group, Cream, Zombies o Stones: ¿aún respiran?
…And The Gods Made Love* y Have You Ever Been (To Electric Ladyland) hacen que el disco comience con un aire alucinógeno que corta la potente y rítmica Crosstown Traffic, tema que podemos situar a medio camino de Fire y Foxy Lody. Como si quisieran resarcirse de que ninguno de los tres corte anteriores llegue a los tres minutos, Hendrix y sus acólitos llevan hasta el cuarto de hora su visión del blues mediante un espectacular Voodoo Chile en el que Jack Casidy toca el bajo en lugar de Noel Redding y Steve Winwood, el órgano. Todos los intérpretes aprueban con nota alta, pero es el guitarrista quien se lleva la matrícula de honor con su sonido lascivo y distorsionado. Little Miss Strange, compuesta y cantada por Redding, muestra el lado beat del trío (que también lo tenía) y ofrece una versión menos agresiva, aunque también muy inventiva, de Jimi Hendrix y sus dedos de oro. Long Hot Summer Night se mueve entra la psicodelia, el pop y el blues, y en ella pueden escuchar, si aguzan el oído, el piano de Al Kooper. El R&B que amamanta a Hendrix tiene su homenaje en la versión del Come On (Part I) de Earl King, a la que sigue el funk ácido de Gypsy Eyes, tema en el que la guitarra, por momentos, salta de un altavoz a otro produciendo un efecto tremendamente lisérgico. No menos psicodélica es The Burning Of The Midnight Lamp, viaje cósmico que potencian los coros de las Sweet Inspirations. Blues caliente es lo que nos ofrece Rainy Day, Dream Away, que tendrá su continuación en la última cara con Still Raining, Still Dreaming. Estas dos composiciones, que en realidad es una fraccionada, se enriquecen con el saxo de Freddie Smith, las congas de Larry Faucette, el órgano de Mike Finnigan y cuentan con la batería de Buddy Miles, no la de Mitch Mitchell. 1983… (A Merman I Should Turn To Be) —ya que hablamos de alteraciones sensoriales inducidas— es el verdadero viaje del disco, de cuya parte central pareciera haber tomado buena nota Led Zeppelin antes de grabar su Whole Lotta Love. Trece minutos largos para flotar dándose cabezazos, flauta de Chris Wood incluida, que rematan los efectos sonoros de Moon, Turn The Tides… Gently Gently Away, miniatura que enlaza con el principio del doble elepé. La mencionada Still Raining, Still Dreaming (de nuevo la guitarra saltando por los canales) precede a House Burning Down, una muy buena canción que solo palidece ante la cumbre bífida que culmina el álbum y la trayectoria de la Jimi Hendrix Experience: la impresionante expropiación —que no lectura— del All Along The Watchtower dylaniano, que se convierte en un nuevo y mejor tema que el original (reconocido por su autor) gracias a la mágica labor de Hendrix, las espléndidas baquetas de Mitchell, la guitarra acústica de doce cuerdas de Dave Mason (que según Eddie Kramer hizo cerca de treinta tomas de su parte y, añado yo, no mató a nadie) y la percusión de Brian Jones (sí, el rolling stone); y la salvaje variación de Voodoo Chile apodada Voodoo Child (Slight Return), que no es sino el trío sin apoyos, tan puro y devastador como si estuviera encima del escenario y delante de su público.
Demasiada es la categoría de Electric Ladyland como para necesitar apoyo externo alguno, rematemos, pero señalar que este disco (y la música de Hendrix en general) fue una de las influencias que recogió Miles Davis para construir el inabarcable Bitches Brew es recordar lo obvio: las etiquetas aquí estorban más que informan. El guitarrista las había dejado a las puertas del estudio y sus acompañantes supieron comprenderlo.
*Vamos a seguir en nuestro análisis el listado real de los temas, si bien el prensado de la edición inglesa (la que se replicó en la edición española de 1988, portada carnal incluida, y que yo poseo) tiene el siguiente orden: cara 1 – cara 4 – cara 2 – cara 3, por motivos técnicos que aquí no vienen al caso.
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Este trabajo es una auténtica demostración de lo extremadamente arriesgada y valiente que era la música de Jimi Hendrix. Su obara cumbre. Fue un pasito más que el resto de los mortales...
ResponderEliminarTengo entendido que Jimi estaba empezando a cansarse de lo limitado del formato trío, de ahí que este disco se abriera aún más, tuviera tantas caras.
También es mi favorito.
Si, aún respiro pero por poco: menudo año el 68... menuda entrada! je je.
ResponderEliminarY menudo disco. La culminación de un 'corpus' artístico donde en cada paso, en cada entrega, en cada composición (y ejecución) alumbraba una nueva idea.
Abrazos, Gonzalo.
Para mí el mejor disco de la era Experience, el más extenso y no solo por ser doble, si no por la amplitud de estilos, sonidos y riesgos (incluida la portada original) que asume la banda. Muy a colación la mención de Miles, tanto en la referencia al "Bitches Brew" como en el espejo en que se mira el propio Jimi, viendo a Miles como aquél que a finales de los 50 asumió y desarrolló una nueva forma de hacer música.
ResponderEliminarMuy buenas también las puras explicaciones musicales y referencias a músicos participantes.
Como siempre Mr.Aróstegui, exprime usted de cada disco el jugo y la esencia necesaria para apreciarlo mejor.
Abrazos,
JdG
Yo también tengo esa edición de 1988. Esa siempre será nuestra portada, la europea, por mucho que los americanos se empeñen en reeditar la censurada con la cara enrojecida de Hendrix.
ResponderEliminarUn saludo.
Creo que Hendrix y Janis Joplin eran los mejores (de los que más se conocen) representantes de la época hippy de la paz y el amor libre. Un espectáculo, un desparrame de psicodelia y rock ´n roll.
ResponderEliminarUn abrazo, Gonzalo. Estupenda entrada.
Valiente y arriesgada, tú lo has dicho, Víctor Hugo, aunque lo fue desde un principio. Lo que aquí desarrolla ya empieza en "Axis".
ResponderEliminarLo del 68 es tal que es imposible que en su momento fueran conscientes de la grandeza artística que aquel año daba de sí. En cuanto al de Hendrix, qué decir, Agente: me he vaciado en la entrada, je je je.
Espejos múltiples, Javier, sí, señor. Gracias por tus palabras, es lo que perseguimos, la esencia de las cosas, aunque sea tan esquiva.
Qué bueno, Revolver, no soy el único. En cuanto a la portada de las mujeres desnudas, no tengo claro que a Hendrix le gustara (teniendo claro lo de la censura), pero si me puedes aclarar algo, te lo agradecería.
Bueno, Javier, Hendrix y Joplin son dos de los mejores artistas de todos los tiempos, más allá de periodos o movimientos. Gracias por lo de la entrada.
Un abrazo espectacular y desparramado, parafraseando al amigo Javier.
Durante mi adolescencia este disco se convirtió en una obsesión, sobre todo por su portada con la que soñaba muy a menudo y escondía para que no lo viese mi madre. Ahora, en versión CD remasterizada y con auriculares descubro cada vez que lo escucho algo nuevo, es una maravilla y lamento que no volviera a sacar otro disco tan interesante...una gran pérdida. Saludos
ResponderEliminarÉste disco, y coincido con don Javier de Gregorio... es el mejor y más completo de Jimi y sus chicos, porque va más allá en todo, es arriesgado, en buscar lo desconocido y experimenta con una calidad espectacular. Va tan sobrado que se permite no sólo versionar, sino superar y de manera increíble un tema mítico de Bob Dylan por si fuera poco.
ResponderEliminarPero ante todo y sobre todo es la explosión total de creatividad de un compositor como pocos, porque Jimi y algúna vez lo he dicho... era un enorme compositor.
Un abrazo.
Un cóctel de psicodelia, blues estilo New Orleans, sonido sesentero... todo ello aderezado con una cuidada producción,
ResponderEliminarTodo un clásico que no puede faltar en toda discografía que se precie.
Un abrazo!
Tampoco enseñé yo nunca la portada en casa, Antonio. Compré el disco con 17 años y me dejó anonadado, y sigue haciéndolo cada vez que vuelvo a él: opino como tú.
ResponderEliminarTodo un espectáculo, Savoy, cierto. El tema de Dylan, como digo, lo expropia y lo lleva a otra dimensión. Y, sí, Hendrix fue también un gran compositor, a veces se nos olvida.
Pecado mortal el de quien no tenga este disco, Evánder.
Abrazos para los tres.
Qué grandiosa entrada. Sabías que me lanzaría como poseso, mi álbum preferido de "Dios" Hendrix. Pronto lo haré aparecer nuevamente aunque hace ya algunos años le dediqué un post bastante apasionado pero quizás no tan glorioso como el tuyo. Por si lo quieres leer ahí va el enlace: http://woody-jagger.blogspot.com/2010/02/jimi-hendrix-1968-electric-ladyland.html. Un abrazo, grandbrothermaster.
ResponderEliminarGracias, Johnny, imposible que a un amante y conocedor del mejor rock and roll como tú no le gustara esta maravilla de disco. Me voy a leer tu visión del disco.
ResponderEliminarAbrazos y buena semana.
Albumsaso, coincido contigo el mejor del trío aunque considero que fue en el que menos se involucraron los otros dos, Hendrix estaba en su mejor momento, en fin, ayer escribí esto, http://rockism1991.blogspot.mx/2013/10/1968-electric-ladyland.html antes de leer tu post y es impresionante pero si coincidimos en muchas cosas
ResponderEliminarsaludos!
Pues me voy ahora a leerte, Miguel.
ResponderEliminarUn abrazo.